Ramón Pantoja, de 58 años, improvisó un muelle con neumáticos viejos y tablas para entrar y salir de su casa, que está inundada desde hace tres meses por un lago que no para de crecer.
Vive al sur de Maracay, en el norte del estado Aragua, en un barrio que colinda con el Lago de Valencia, que amenaza constantemente con inundaciones.
“El agua creció a raíz de estas vaguadas que han caído y la laguna fue creciendo y creciendo y el agua se metió para acá”, relata a la Voz de América el hombre, en referencia a la atípica temporada de lluvias que ha anegado otras regiones.
La madre de Pantoja, Josefina Guzmán, de 79 años, está arrinconada en una pequeña salita, con un ventilador que espanta los mosquitos y el mal olor.
“Me asusté. En el cuarto de los varones están las camas en el agua y los colchones recogidos”, dice la mujer que está en un pequeño espacio donde hay un televisor, una estufa y unas sillas, con cualquier cantidad de objetos apilados para que no se mojen.
En las paredes hay fotos intactas de sus nietos. También un cuadro del Libertador Simón Bolívar y una foto del fallecido expresidente Hugo Chávez.
“Ya van como tres, cuatro meses que tenemos el agua aquí adentro (...) antes de empezar la tragedia en Las Tejerías y en El Castaño ya estábamos así”, afirma Pantoja, que vive con seis personas más.
Es el mismo tiempo que su madre tiene sin poder salir de la sala. O sus hermanos durmiendo en un colchón que roza el agua putrefacta.
Esta familia tiene unos 50 años viviendo en la zona. Y no es la primera vez que el Lago entra a la casa y los amenaza.
Acá las familias viven expuestas permanentemente por la crecida de las aguas y la contaminación.
“Aquí no se puede vivir”, sentencia Pantoja.
Nizar Richani, representante del gremio de Ingenieros del estado Carabobo, escribió en Twitter que “desde el año 1976, la cota del lago ha crecido aproximadamente 12 metros, encontrándose en este momento cercano a la cota 414 msnm (metros sobre el nivel del mar), 6 metros por encima de su cota máxima de seguridad que es la 408 msnm”.
“Su tendencia es a seguir aumentando a menos que se diseñe un mecanismo para detenerlo”, alertó.
Culebras y ratas
Una mujer con un bebé en brazos camina cuidadosamente por unas tablas para tratar de llegar a su casa.
“Esa pared al fondo está a punto de estallar”, murmuran unos vecinos que están en un pedazo de asfalto aún seco, a la espera de una ayuda del gobierno que no llega.
“Como la laguna está creciendo todos los animales que se encuentran por ahí vienen buscando lo seco”, alerta Itaca García, otra afectada, que ha visto entrar “culebras, ratas y todo tipo de cosas” a las casas.
Incluso, “los niños no pueden salir; se les enferman los piecitos; ya ellos están con tos, alergias; los accesos que le salen, demasiada contaminación”, sigue García. “Los mosquitos en la noche son horribles, el olor es horrible”.
Otra mujer muestra un absceso en la piel que dice es producto de la contaminación.
Saldo
Venezuela termina un año particularmente lluvioso, que ha dejado casi un centenar de muertos en varios estados, principalmente en el norte de Aragua.
Hace un mes, un aluvión arrasó con el pueblo de Las Tejerías, con 54 fallecidos, y poco después otra crecida mató a cuatro en un barrio acomodado de Maracay.
Y la semana pasada, al menos siete personas murieron por deslizamientos de tierras e inundaciones a causa de fuertes lluvias en el estado costero de Anzoátegui.
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