El presidente estadounidense Joe Biden dijo el jueves que toda la fuerza del gobierno federal está lista para ayudar a Puerto Rico a recuperarse de la devastación que causó el huracán Fiona, en un momento en que las Bermudas y las provincias de Canadá en el Atlántico se preparan para el impacto del huracán de categoría 4.
En una sesión informativa con funcionarios de la Agencia Federal para el Manejo de Emergencias (FEMA por sus siglas en inglés) en Nueva York, Biden dijo: “Estamos juntos en esto”.
El mandatario señaló que cientos de funcionarios de la FEMA y de otras agencias ya se encuentran en Puerto Rico, donde Fiona provocó un apagón en toda la isla.
Más de 60% de los clientes seguían sin electricidad el jueves, y una tercera parte de los consumidores no tenían agua. Los funcionarios locales admitieron que no podrían decir cuándo se restablecería el servicio por completo.
En un mensaje al pueblo de Puerto Rico, que sigue muy dolido por el paso del huracán María hace cinco años, Biden señaló: “Estamos con ustedes. No los vamos a abandonar”.
Eso pareció marcar un contraste con la reacción del expresidente Donald Trump, quien fue acusado ampliamente de dar una respuesta inadecuada tras el paso de María, que dejó a algunos puertorriqueños sin electricidad durante 11 meses.
Se tiene previsto que Fiona mantenga la fuerza de categoría 4 durante la noche cuando pase cerca de las Bermudas, donde las autoridades ya estaban abriendo refugios y anunciaron que las escuelas y oficinas estarían cerradas el viernes.
Las bandas externas de Fiona ya estaban alcanzando ese territorio británico el jueves por la tarde.
Se pronostica que siga siendo grande y peligrosamente potente cuando llegue a las provincias canadienses del Atlántico, probablemente el viernes por la noche, como ciclón postropical.
“Va a ser una tormenta que todo el mundo recordará”, comentó Bob Robichaud, meteorólogo de preparación de alertas del Centro Canadiense de Huracanes.
Cientos de personas en Puerto Rico seguían incomunicadas por carretera cuatro días después de que el huracán arrasara la isla, y la frustración iba en aumento para personas como Nancy Galarza, que intentaba hacer señales para pedir ayuda a los equipos de trabajo que veía en la distancia.
“Todo el mundo coge para abajo”, dijo, mientras señalaba a las cuadrillas al pie de la montaña que ayudaban a otros que habían quedado asilados por la tormenta. “Nadie viene a vernos a nosotros. Yo estoy preocupada por los viejitos de mi comunidad”, añadió.
Al menos cinco deslizamientos de tierra cubren la estrecha carretera que lleva a su comunidad ubicada en las escarpadas montañas que rodean la ciudad norteña de Caguas. La única forma de llegar al asentamiento es trepar por los gruesos montículos de lodo, rocas y escombros que dejó Fiona. La crecida causada por las lluvias sacudió los cimientos de las casas cercanas con una fuerza similar a la de un terremoto.
Se escuchaba “como si fueran truenos las piedras”, recordó Vanessa Flores, una conserje de escuela de 47 años de edad. “Nunca en la vida he escuchado eso... fue horrible”.
[Con información de The Associated Press]
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