El presidente de Estados Unidos, Joe Biden, se reunió con los principales líderes del Congreso en la Casa Blanca para subrayar las necesidades de seguridad en Ucrania tras casi dos años de lucha contra la invasión de Rusia, con la esperanza de dar un nuevo impulso a los esfuerzos para aprobar un estancado paquete de 110.000 millones de dólares con ayuda para Kiev, Israel y otros aliados.
El presidente de la Cámara de Representantes, Mike Johnson, aprovechó uno de sus pocos encuentros cara a cara con el mandatario para pedir una seguridad fronteriza más estricta y apuntó que los legisladores del Partido Republicano exigen un “cambio de políticas sustancial”, además de insistir en que las acciones ejecutivas de la Casa Blanca en materia migratoria han debilitado la frontera.
La diferencia en las prioridades de los dos líderes puso de manifiesto la precariedad de las complicadas conversaciones para desbloquear la ayuda a Ucrania, que depende de las negociaciones para adoptar medidas más firmes en la frontera con México para satisfacer a los republicanos, que son reticentes al envío de más ayuda al extranjero.
Aunque Biden, Johnson y otros legisladores que acudieron al encuentro coinciden, en líneas generales, en continuar respaldando a Kiev y en imponer restricciones en la frontera, las dos partes siguen enfrentadas por los detalles. El presidente de la Cámara presionó a la Casa Blanca y a los negociadores del Senado para iniciativas migratorias que vayan más allá de lo que Biden está dispuesto a aceptar.
“Entendemos que haya preocupación por la seguridad y la soberanía de Ucrania”, dijo Johnson a reporteros tras la reunión, que duró más de 80 minutos y en el que participaron altos cargos de ambas cámaras del Congreso y presidentes de influyentes comisiones de seguridad nacional. “Pero el pueblo estadounidense tiene esas mismas preocupaciones acerca de nuestra propia soberanía nacional y nuestra seguridad”.
Más tarde, de regreso en el Capitolio, Johnson dijo que era “cautelosamente optimista” al pasar junto a reporteros.
En el interior de la sala de reuniones del gobierno, mientras la chimenea crepitaba y se servía té y café, Biden volvió a dejar claro a los legisladores lo que lleva semanas manifestando en público: la frontera está rota y se necesitan cambios significativos, según los asistentes.
“Dijo incluso que ‘Llegaré a un gran acuerdo sobre la frontera’”, afirmó el representante demócrata por Connecticut Jim Himes, recordando las palabras del presidente en la Casa Blanca.
Parte de la idea detrás de la reunión era llenarla de responsables de seguridad para inculcar a Johnson la importancia del paquete de ayuda y el enfoque actual de Washington en política internacional. Por eso durante el encuentro, los miembros del equipo de seguridad nacional de Biden trataron de subrayar el impacto real que está teniendo en el campo de batalla para Kiev el debilitamiento del respaldo estadounidense.
Funcionarios de la Casa Blanca explicaron a los legisladores que las fuerzas ucranianas se están quedando sin armas clave, incluyendo algunas que no tienen más remedio que utilizar debido a la naturaleza del conflicto, indicaron dos funcionarios estadounidenses que hablaron bajo condición de anonimato porque no estaban autorizados a revelar conversaciones privadas.
Tras el encuentro, el líder de la mayoría en el Senado, el demócrata Chuck Schumer, advirtió que si el Congreso no autoriza más ayuda, “dentro de un año, podríamos estar en la cuerda floja, haciendo cosas que no querríamos hacer”. Schumer dijo también que Jake Sullivan, el asesor de Seguridad Nacional del presidente, apuntó que países como Japón y Corea del Sur “podrían alejarse de nosotros si no apoyásemos a Ucrania”.
Biden convocó a los legisladores al inicio de un año electoral en el que la seguridad fronteriza y las guerras en el extranjero salpican la carrera por la Casa Blanca mientras enfrenta un posible nuevo duelo contra el republicano Donald Trump con el control de la presidencia y del Congreso en juego.
Además se produjo mientras el Congreso está a punto de aprobar fondos temporales para evitar un cierre del gobierno, demorando las batallas sobre el presupuesto anual, pero con el paquete de ayuda complementario inacabado durante las negociaciones en torno a la inmigración y la frontera.
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