Votos de restaurar la promesa de Estados Unidos
La noche del jueves, Mitt Romney trató de hacer algo que no siempre hace muy bien. Intentó mostrarle a Estados Unidos y el mundo quién es él realmente y de qué está hecho.
En el discurso de su vida, el señor Romney prometió hacer crecer la economía, crear empleos y “restaurar la promesa de Estados Unidos” si es elegido en noviembre. Pero la gente estaba buscando el lado personal y la cantidad de apoyo que obtenga el nominado republicano después de la convención puede depender de en qué medida las personas sienten que están conociéndolo mejor.
Romney hizo un trabajo creíble en dar su discurso y puso a los delegados a sus pies varias veces con enardecedoras condenas al presidente Barack Obama, su administración y sus promesas de un futuro mejor. Vale la pena verificar para ver qué tipo de cambio en las encuestas de opinión pública obtendrá la opción republicana luego de su convención y si el discurso de Romney recibirá apoyo no sólo entre los republicanos, sino también en los votantes indecisos.
Clint trata de “alegrarle el día” a Mitt
Para estar seguro, Romney obtuvo cierta ayuda de la creciente estrella de Florida, el senador Marco Rubio, y de una estrella decadente de Hollywood, Clint Eastwood. Hablando de Clint, su presentación satírica fue poco alucinante. Fue más que extraño verlo de pie en el podio hablándole a una silla vacía, lo que se suponía ser una conversación imaginaria con el presidente Obama.
La conversación imaginaria fue, debemos decir, un poco inconexa. Parecía girar en torno a un espectáculo de televisión satírico que terminó con una persona de bata blanca gentilmente convenciéndolo para salir del escenario. Mientras Clint le hablaba a la silla, yo casi esperaba escuchar una voz desde las bambalinas llorando: “¡Oye, Clint, estoy aquí!”.
Pero al final de la noche Mitt Romney estaba en el escenario central, el alguna vez moderado que gobernó como liberal Massachusetts y que ahora lidera un Partido Republicano influenciado por el Tea Party y que parece deslizarse más hacia la derecha cada año.
De cierta forma, Mitt Romney es un calce extraño para su partido. Pero si él puede encontrar una forma de hacer su personalidad más atractiva para los votantes para el 6 de noviembre, podría lograr la única cosa que motiva a los republicanos día y noche: negarle a Barack Obama un segundo mandato y tener la Casa Blanca de vuelta.
Acelerando en la Convención Republicana
Después de una semana escuchando a los republicanos que siguen hablando de las fallas del presidente Obama, está bastante claro que el partido está bastante unificado en su determinación de negarle un segundo mandato en noviembre. Ésta fue la fuerza conductora de la campaña de las primarias republicanas y se convirtió en el llanto unificador en la convención noche tras noche en Tampa.
Los republicanos pueden ser aparentar confianza, pero yo detecté algo de incertidumbre justo bajo la superficie.
Mitt Romney prevaleció en contra de algunas de las alternativas más conservadoras en las primarias porque efectivamente ganó la carrera de convertirse en el republicano con más posibilidades de derrotar al presidente Obama. Él no ganó por haberse establecido como el nuevo ícono conservador en el molde de Ronald Reagan.
De hecho, discutiendo este punto con el senador de Arizona Jon Kyl, él reconoció que Romney “no es Ronald Reagan”, pero rápidamente añadió, “¿quién más lo es?”.
Hablando con la gente aquí en Tampa tengo la sensación de que no importa cuánto les disguste el presidente Obama y sus políticas, ellos tienen esta ligera sospecha de que el presidente todavía puede ganar la elección porque les gusta más a los votantes. Creo que si Romney pierde en noviembre, el Partido Republicano tendrá un período caótico buscando nuevos líderes que puedan poner el foco de atención en una generación más joven que incluye a Paul Ryan, Marco Rubio, Chris Christie y la gobernadora de Nuevo México Susanna Martinez.
Inmerso en el mundo republicano
Uno ve y escucha algunas cosas extrañas en torno al recibidor de la convención y especialmente en el área que llaman “hilera de radio”, que se ubica cerca del espacio de trabajo de los grandes medios. Día y noche, varios políticos republicanos, comentaristas e incluso algunas celebridades de Hollywood que rodeaban unas pocas docenas de cabinas que contenían principalmente presentadores de programas de conversación conservadores que les daban la bienvenida a sus programas con los brazos abiertos.
En un minuto el senador Mich McConnell entra a paso largo.
En la esquina hay un pequeño grupo de reporteros entrevistando a un representante relativamente oscuro. Uno piensa que ha visto si cara, pero no tiene idea de quién es. Y luego a la derecha está el actor Jon Voight, ardiente republicano y favorito del Tea Party.
Abajo en la recepción, Ann Coulter es el centro de atención y le dice a un reportero que a ella no le gusta su pregunta sobre qué “tiene que hacer” Mitt Romney en su discurso de aceptación de la nominación para tener éxito.
Mientras termina la entrevista a Coulter, dos jóvenes republicanos corren hacia ella para decirle que la jefa del Partido Demócrata Debbie Wasserman-Schultx está allí dando entrevistas a los medios. Ellos parecen ofendidos con la idea de que la cabeza del Partido Demócrata invadiendo su convención y su tono sugiere que les gustaría que Coulter hiciera algo al respecto. Pero ella está demasiado ocupada yendo a la cabina del próximo programa de entrevistas y una potencial confrontación política es evitada, al menos por el día.
La hilera de radio atrae a los fieles como lo hace la hierba de los gatos, esperando tener una rápida visión de las estrellas del Partido Republicano y quizás un veloz apretón de manos o, si realmente tienen suerte, una foto. Vi a un hombre a principios de la semana paseándose entre las hileras de presentadores de programas de entrevistas con una gran sonrisa en su rostro, presionando su celular contra su oreja. Yo no lo pude ayudar, pero noté cuán entusiasmado estaba este hombre cuando lo escuché decir “Sí, querida, es asombroso. ¡Aquí no hay liberales en ninguna parte!”.
El otro lado de la moneda comienza el martes en Charlotte, Carolina del Norte, cuando los demócratas abran su convención nacional para nominar al presidente Obama para un segundo período en la Casa Blanca.
La noche del jueves, Mitt Romney trató de hacer algo que no siempre hace muy bien. Intentó mostrarle a Estados Unidos y el mundo quién es él realmente y de qué está hecho.
En el discurso de su vida, el señor Romney prometió hacer crecer la economía, crear empleos y “restaurar la promesa de Estados Unidos” si es elegido en noviembre. Pero la gente estaba buscando el lado personal y la cantidad de apoyo que obtenga el nominado republicano después de la convención puede depender de en qué medida las personas sienten que están conociéndolo mejor.
Romney hizo un trabajo creíble en dar su discurso y puso a los delegados a sus pies varias veces con enardecedoras condenas al presidente Barack Obama, su administración y sus promesas de un futuro mejor. Vale la pena verificar para ver qué tipo de cambio en las encuestas de opinión pública obtendrá la opción republicana luego de su convención y si el discurso de Romney recibirá apoyo no sólo entre los republicanos, sino también en los votantes indecisos.
Clint trata de “alegrarle el día” a Mitt
Para estar seguro, Romney obtuvo cierta ayuda de la creciente estrella de Florida, el senador Marco Rubio, y de una estrella decadente de Hollywood, Clint Eastwood. Hablando de Clint, su presentación satírica fue poco alucinante. Fue más que extraño verlo de pie en el podio hablándole a una silla vacía, lo que se suponía ser una conversación imaginaria con el presidente Obama.
La conversación imaginaria fue, debemos decir, un poco inconexa. Parecía girar en torno a un espectáculo de televisión satírico que terminó con una persona de bata blanca gentilmente convenciéndolo para salir del escenario. Mientras Clint le hablaba a la silla, yo casi esperaba escuchar una voz desde las bambalinas llorando: “¡Oye, Clint, estoy aquí!”.
Pero al final de la noche Mitt Romney estaba en el escenario central, el alguna vez moderado que gobernó como liberal Massachusetts y que ahora lidera un Partido Republicano influenciado por el Tea Party y que parece deslizarse más hacia la derecha cada año.
De cierta forma, Mitt Romney es un calce extraño para su partido. Pero si él puede encontrar una forma de hacer su personalidad más atractiva para los votantes para el 6 de noviembre, podría lograr la única cosa que motiva a los republicanos día y noche: negarle a Barack Obama un segundo mandato y tener la Casa Blanca de vuelta.
Acelerando en la Convención Republicana
Después de una semana escuchando a los republicanos que siguen hablando de las fallas del presidente Obama, está bastante claro que el partido está bastante unificado en su determinación de negarle un segundo mandato en noviembre. Ésta fue la fuerza conductora de la campaña de las primarias republicanas y se convirtió en el llanto unificador en la convención noche tras noche en Tampa.
Los republicanos pueden ser aparentar confianza, pero yo detecté algo de incertidumbre justo bajo la superficie.
Mitt Romney prevaleció en contra de algunas de las alternativas más conservadoras en las primarias porque efectivamente ganó la carrera de convertirse en el republicano con más posibilidades de derrotar al presidente Obama. Él no ganó por haberse establecido como el nuevo ícono conservador en el molde de Ronald Reagan.
De hecho, discutiendo este punto con el senador de Arizona Jon Kyl, él reconoció que Romney “no es Ronald Reagan”, pero rápidamente añadió, “¿quién más lo es?”.
Hablando con la gente aquí en Tampa tengo la sensación de que no importa cuánto les disguste el presidente Obama y sus políticas, ellos tienen esta ligera sospecha de que el presidente todavía puede ganar la elección porque les gusta más a los votantes. Creo que si Romney pierde en noviembre, el Partido Republicano tendrá un período caótico buscando nuevos líderes que puedan poner el foco de atención en una generación más joven que incluye a Paul Ryan, Marco Rubio, Chris Christie y la gobernadora de Nuevo México Susanna Martinez.
Inmerso en el mundo republicano
Uno ve y escucha algunas cosas extrañas en torno al recibidor de la convención y especialmente en el área que llaman “hilera de radio”, que se ubica cerca del espacio de trabajo de los grandes medios. Día y noche, varios políticos republicanos, comentaristas e incluso algunas celebridades de Hollywood que rodeaban unas pocas docenas de cabinas que contenían principalmente presentadores de programas de conversación conservadores que les daban la bienvenida a sus programas con los brazos abiertos.
En un minuto el senador Mich McConnell entra a paso largo.
En la esquina hay un pequeño grupo de reporteros entrevistando a un representante relativamente oscuro. Uno piensa que ha visto si cara, pero no tiene idea de quién es. Y luego a la derecha está el actor Jon Voight, ardiente republicano y favorito del Tea Party.
Abajo en la recepción, Ann Coulter es el centro de atención y le dice a un reportero que a ella no le gusta su pregunta sobre qué “tiene que hacer” Mitt Romney en su discurso de aceptación de la nominación para tener éxito.
Mientras termina la entrevista a Coulter, dos jóvenes republicanos corren hacia ella para decirle que la jefa del Partido Demócrata Debbie Wasserman-Schultx está allí dando entrevistas a los medios. Ellos parecen ofendidos con la idea de que la cabeza del Partido Demócrata invadiendo su convención y su tono sugiere que les gustaría que Coulter hiciera algo al respecto. Pero ella está demasiado ocupada yendo a la cabina del próximo programa de entrevistas y una potencial confrontación política es evitada, al menos por el día.
La hilera de radio atrae a los fieles como lo hace la hierba de los gatos, esperando tener una rápida visión de las estrellas del Partido Republicano y quizás un veloz apretón de manos o, si realmente tienen suerte, una foto. Vi a un hombre a principios de la semana paseándose entre las hileras de presentadores de programas de entrevistas con una gran sonrisa en su rostro, presionando su celular contra su oreja. Yo no lo pude ayudar, pero noté cuán entusiasmado estaba este hombre cuando lo escuché decir “Sí, querida, es asombroso. ¡Aquí no hay liberales en ninguna parte!”.
El otro lado de la moneda comienza el martes en Charlotte, Carolina del Norte, cuando los demócratas abran su convención nacional para nominar al presidente Obama para un segundo período en la Casa Blanca.