Alrededor de 250.000 personas se volvieron a dar cita el martes por la noche en las calles de 18 ciudades brasileñas y a pesar de algunos episodios de violencia en Sao Paulo, primó el civismo de la población.
Algunas decenas de manifestantes asaltaron el edifico del ayuntamiento de Sao Paulo. Estos manifestantes trataron de quitar las vallas que protegían el edificio, y atacaron a los guardias municipales que lo vigilaban. El grupo también asaltó una sede bancaria, destrozó y saqueó algunos comercios contiguos al ayuntamiento y quemó un camión del canal televisivo evangélico Rede Record.
A pesar de la violencia de este grupo, fue mucho más notoria en la ciudad la demostración de pacifismo y civismo de las 50.000 personas que recorrieron la Avenida Paulista.
El martes por la mañana, la presidenta de Brasil Dilma Rousseff intentó aproximarse a sus ciudadanos y declaró desde el Palacio de Planalto que las voces de los manifestantes habían sido escuchadas y que el mensaje era claro: no a la corrupción y al uso indebido de dinero público.
Por la tarde, Rousseff viajó a Sao Paulo para reunirse con su antecesor, Lula da Silva y con el alcalde de la ciudad, Fernando Haddad, para analizar la situación y buscar soluciones. Sin embargo, al finalizar el encuentro, Haddad se mantuvo firme con mantener la subida en las tasas del transporte.
Manifestantes y expertos coinciden en que los 20 céntimos que subieron en las tasas del transporte han sido el desencadenante de las protestas pero no son la razón de fondo. Las deficiencias en los servicios públicos, la sanidad y la educación, a la par que la inversión de dinero público en eventos internacionales cuando el país tiene otras necesidades prioritarias son las causas que dan razón de estas multitudinarias e históricas protestas en Brasil.
Algunas decenas de manifestantes asaltaron el edifico del ayuntamiento de Sao Paulo. Estos manifestantes trataron de quitar las vallas que protegían el edificio, y atacaron a los guardias municipales que lo vigilaban. El grupo también asaltó una sede bancaria, destrozó y saqueó algunos comercios contiguos al ayuntamiento y quemó un camión del canal televisivo evangélico Rede Record.
A pesar de la violencia de este grupo, fue mucho más notoria en la ciudad la demostración de pacifismo y civismo de las 50.000 personas que recorrieron la Avenida Paulista.
El martes por la mañana, la presidenta de Brasil Dilma Rousseff intentó aproximarse a sus ciudadanos y declaró desde el Palacio de Planalto que las voces de los manifestantes habían sido escuchadas y que el mensaje era claro: no a la corrupción y al uso indebido de dinero público.
Por la tarde, Rousseff viajó a Sao Paulo para reunirse con su antecesor, Lula da Silva y con el alcalde de la ciudad, Fernando Haddad, para analizar la situación y buscar soluciones. Sin embargo, al finalizar el encuentro, Haddad se mantuvo firme con mantener la subida en las tasas del transporte.
Manifestantes y expertos coinciden en que los 20 céntimos que subieron en las tasas del transporte han sido el desencadenante de las protestas pero no son la razón de fondo. Las deficiencias en los servicios públicos, la sanidad y la educación, a la par que la inversión de dinero público en eventos internacionales cuando el país tiene otras necesidades prioritarias son las causas que dan razón de estas multitudinarias e históricas protestas en Brasil.
