Un informe del Fondo Internacional de Emergencia de las Naciones Unidas para la Infancia (Unicef) revela que en Guatemala el 49,8 % de los niños sufren desnutrición crónica, lo que supone que 1 de cada 2 niños está en situación de debilidad alimentaria.
“[Guatemala ocupa] el primer lugar en América Latina y el sexto en el mundo”, señala María Claudia Santizo, oficial de nutrición en Unicef, en una comunicación escrita a la que ha tenido acceso la Voz de América.
La situación es alarmante en tanto que hay una tasa de 3,4 % de mortalidad infantil a causa de la neumonía y las enfermedades diarreicas agudas. “El 54 % de estas enfermedades están asociadas a algún grado de desnutrición. Es el problema básico de la infancia, que trae muchas consecuencias y perpetúa todo el ciclo de la pobreza”, señalaba al respecto.
Para minimizar el impacto que supone esta problemática en la sociedad han surgido iniciativas en el ámbito privado como la de Guatemaltecos por la Nutrición, una organización que ha focalizado todos sus esfuerzos en combatir la desnutrición en el país. “Esta desnutrición crónica lo que genera es que todos los procesos de desarrollo cognitivo que se dan durante los primeros años de vida se desarrollan en ese periodo y, durante ese período, uno de cada dos niños, presenta retardo de crecimiento”, dijo José Eduardo Silva, director ejecutivo del programa Guatemaltecos por la Nutrición, en entrevista con la VOA.
Esta condición, advierte Silva, tiene consecuencias muy graves en el desarrollo de los niños. “Porque todas aquellas actividades que implican un reto, digamos mental o cognitivo, que les permita el acceso a la escuela, aprender rápidamente e involucrarse en actividades productivas que les permita salir de las condiciones de pobreza en las que puede vivir no están dados”, e indicó convencido de que “es una condena para el niño”.
Conscientes de que este panorama “no ha cambiado en los últimos cincuenta años”, los propulsores de Guatemaltecos por la Nutrición decidieron llevar a cabo este proyecto para llevar a cabo “un modelo eficiente en el combate a la desnutrición crónica y aguda”.
“No solamente combatiendo los efectos, sino las causas para evitar que este ciclo se replique”, puntualizaba.
¿Qué factores contribuyen a la desnutrición en Guatemala?
José Eduardo Silva apunta a varios factores los que podrían haber contribuido al agravamiento de la desnutrición en el país centroamericano. Una de ellas es la que denominan como “determinante biológico”. “Es decir, la enfermedad que acompaña a un niño, a una embarazada, a una mujer en edad fértil durante el periodo de embarazo, que tiene que ver, por ejemplo, con un niño que tiene anemia”, señaló. Agregó que “esos determinantes tienen que ser tratados por el sistema de salud” que, a su juicio, se ha debilitado en los últimos tiempos.
Otro componente que afecta directamente al aumento de las tasas de desnutrición en el país es “el componente ambiental y está asociado a intervenciones a nivel de la familia, porque ahí hay conductas cuyo riesgo se debe identificar y mejorar”.
“Te voy a dar un ejemplo: la calidad del agua que consumimos en nuestras comunidades. Ahí encontramos que el 22 % de nuestros niños tienen enfermedades asociadas a una parasitosis, otro 15 % tiene amebiasis e incluso hay algunos diagnósticos de helicobacter pylori en adultos”, detallaba.
Al ver esos datos se dieron cuenta de que el determinante que causaba esas afecciones era el agua. “Medimos la calidad del agua que se estaba consumiendo y, efectivamente, en el 90 % de los casos, los sistemas que abastecen agua en estas comunidades tienen presencia de coliformes y en el agua, medimos la calidad que se consume, el 80 % de las familias está consumiendo agua con coliformes, de heces”.
Analizando los factores que afectan más directamente a esa tasa de desnutrición, José Eduardo Silva asegura que muchas veces “están asociados a conductas de riesgo” que tienen que ver con “la preparación de alimentos, la higiene o la calidad del agua”.
Un proyecto de éxito
La iniciativa de Guatemaltecos por la Nutrición pasó por instalar lo que sus promotores han bautizado como “Campamentos Nutrimóviles”, que son unas clínicas equipadas con la última tecnología para facilitar atención médica y nutricional a las comunidades guatemaltecas.
Según datos de la organización, el 79 % de los niños vencieron la desnutrición aguda después de implantar este proyecto en algunas zonas del país en su fase inicial. Ahora, la organización ha anunciado un segundo campamento que beneficiará a más de 19.000 residentes de San Pedro Soloma y Santa Eulalia, en Huehuetanango.
La educación, la clave para atacar la desnutrición
En opinión de Silva, la fórmula para erradicar exitosamente las graves tasas de desnutrición no pasa necesariamente por enviar más alimentos en buen estado, sino por educar a las comunidades en cómo deben mantener una higiene y asegurar que lo que se consume está en buen estado.
“En el caso de la desnutrición crónica, no se trata de regalar alimentos, sino todo lo contrario. No debemos de generar modelos de asistencialismo y debemos ir a las causas. Muchas de ellas están asociadas a cambios de comportamiento a nivel, incluso, de la familia”, comentaba.
En ese sentido, el Dr. Diego Monzón, médico y cirujano que trabaja como subdirector técnico de Guatemaltecos por la Nutrición, considera que esa estrategia “es clave” para asegurar el éxito.
“A mí me gusta llamarlo ‘escuela de vida’ porque nos gusta dar acompañamiento a las familias para mejorar sus condiciones de vida, calidad del agua, las prácticas de preparación de los alimentos, hábitos de higiene, y así poder disminuir las cusas que hacen que uno se enferme y que también, por supuesto, son causas de la desnutrición”, apostillaba.
Un modelo para otros países
Además, está convencido de que este proyecto que se está llevando a cabo en Guatemala sería fácilmente exportable a otros países de la región que también estás desafiando las altas tasas de desnutrición, como Venezuela (22 %), Ecuador (15,4 %) o Bolivia (13, 9 %), según datos de la Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura (FAO).
“Desde que se creó, se tuvo la idea de buscar un modelo que fuera fácil de replicar. Es decir, que más actores se sumen, que lo puedan utilizar en otros países para poder abordar de forma holística el problema”, señalaba el Dr. Monzón.
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