Precursora y promotora del sentimiento popular dignificado. Así se la he definido a Delia Zapata Olivella, una bailarina, maestra, coreógrafa e investigadora, que, contrario a lo que se acostumbraba en la época, se presentó -junto a su grupo de danza y como protagonista- en el Primer Espectáculo de Danzas Negras en el Teatro Colón de Bogotá, en 1954, un escenario dedicado, en ese entonces, a las artes puras y cultas, a la élite.
De esta manera, rompió estereotipos y hoy, casi 70 años después, no solo es recordada como una figura determinante en la proyección de la cultura, a nivel nacional e internacional, y el fortalecimiento y reconocimiento de las culturas populares en Colombia, sino porque es considerada “el corazón” del nuevo Centro Nacional de las Artes, abierto recientemente en la capital colombiana.
Así lo describe Iván Benavides, director de este nuevo complejo artístico, el cual se construyó a un costado del emblemático y antiguo Teatro Colón, muy cerca de la Plaza de Bolívar, en una de las zonas culturales y turísticas de Bogotá, y que hoy cuenta con tres salas más, tejidas alrededor de toda una historia cultural.
“El Teatro Colón nace en 1892. Pasan 62 años, antes de que un artista negro pisara su escenario. Fue la gran Delia Zapata, en 1954”, quien hoy cuenta con su sala, “que se arma 130 años después del Teatro Colón”, el cual “se fundó con la idea de conmemorar el descubrimiento de América”, explicó Benavides a la Voz de América.
Este sentido, agrega, “pasamos de ser 2.300 metros cuadrados del Teatro Colón a 17.000 metros cuadrados, con cuatro salas y un montón de espacios, plazoletas, etc.”.
Aunque hasta este año abrió sus puertas, el centro fue inaugurado en mayo de 2022 por el expresidente Iván Duque.
En este entonces, la exministra de Cultura, Angélica Mayolo, explicó que “se trata de la obra de infraestructura cultural más importante y de mayor dimensión que ha desarrollado el Ministerio de Cultura en sus 25 años de existencia”, con una inversión que supera los 130.000 millones de pesos, casi 28 millones de dólares.
Mujeres, historia y música
Además de la Sala Delia Zapata y el Teatro Colón, el Centro está integrado por la sala experimental ‘Fanny Mikey’ y una sala de ensayos para orquestas.
El primero, en homenaje a la legendaria bailarina, tiene su propio telón de boca. Una pintura en lienzo, de 12 metros de largo y ocho de alto, construida por varios artistas y dirigida por el maestro Pedro Ruiz Navia, que muestra a la coreógrafa, cerca de unp escador en una balsa, ondeando un vestido de danza folclórica que se convierte en una flor.
Tiene capacidad para 511 asistentes, dotación de audio, video e iluminación para la creación, producción y programación de espectáculos de gran formato.
El segundo, uno de los escenarios cultural más importantes de Colombia, construido entre 1885 y 1895, en forma de herradura, por el arquitecto italiano Pietro Cantini y que se ha convertido en referente tanto por su arquitectura neoclásica, como por su producción artísticas del país. La sala principal del Teatro, declarado en 1975 Patrimonio Cultural de la Nación, tiene una capacidad total de 773 sillas.
El tercer espacio, una caja negra o ‘Black box', hace honor a una de las figuras más importantes en la promoción del teatro en Colombia: Fanny Mickey, gestora y directora del Festival Iberoamericano de teatro de Bogotá. Este espacio puede albergar hasta 207 personas y permite presenciar obras en formatos flexibles, experimentan y crear, gracias a un espacio completamente negro, adecuado con paneles acústicos móviles que permite modificarse, según las necesidades.
Y para completar el complejo, se encuentra la sala de ensayos de la Sinfónica Nacional de Colombia, Jaime León, que cuenta con un área aproximada de 267 metros cuadrados para orquestas, y tiene capacidad para 100 espectadores. El espacio fue adecuado para servir de estudio de grabación para orquestas.
Más allá de los escenarios “vitrina”
El objetivo, según el maestro Iván Benavides, es convertir el centro en uno de los más importantes de Latinoamérica, pero que, resalta, está a la altura de grandes escenarios de la región, como el complejo Teatral San Martín de Buenos Aires, el Centro Cultural Gabriela Mistral de Santiago de Chile o el complejo cultural Ciudad de las Artes de Río de Janeiro de Brasil.
La construcción, que comenzó en 2016, fue “un obra de ingeniería portentosa”, dice Benavides, pues contrario a muchos centros culturales del mundo, que son horizontales, el de Bogotá es un edificio de 12 pisos, cuatro de ellos subterráneos. Es decir, “un centro vertical”, sobre casi un par de cuadras, “con unos retos de ingeniería muy grandes”.
Tal como explicó Benavides a la VOA, el centro busca “es ser algo más que simplemente un escenario vitrina… para convertirse en un lugar de un espacio de encuentro, de creación, producción, en diálogo con los territorios y en diálogo con el mundo”.
En este sentido, hay una apuesta por impulsar y fortalecer el programa “de mediación, diálogo y comunidades”, que implica no solo ofrecer una muestra cultural, sino involucrar a los artistas en ofrecer talleres para los visitantes. “Podemos decir que la música clásica continúa, la ópera continúa, los grandes artistas del mundo continúan, pero hay una innovación en el sentido, por ejemplo, de esta relación con las comunidades”, agrega.
Por ejemplo, durante la inauguración del centro, el 21 de marzo, participó la Corporación Cultural Atabaques, con la obra ‘Revuelo’, una puesta en escena de danza afro contemporánea de Cartagena con un grupo nacido de las comunidades y los barrios.
El centro también espera presentar la primera obra hecha con la comunidad sorda de teatro, obras elaboradas por comunidades, por las madres buscadoras del Meta, que no son actrices, pero que son víctimas del conflicto armado en Colombia, a quienes la guerra les arrebató a sus hijos, entre otros actores.
En este sentido, Sara Luengas Castillo, asesora de formación y mediación del centro explicó a la VOA que se busca “ser un punto de encuentro” artístico, a través de la oferta de charlas, talleres, conferencias, seminarios, foros, paneles, laboratorios creativos, clubes de música, así como espacios para practicar yoga, para utilizar los salones para ensayar, entre otros.
“Buscamos que este sea un espacio no solamente para venir como espectador, sino también como participante activo. Si tienen una práctica artística, que la puedan llevar a cabo acá, vamos a hacer un laboratorio creativo con las vecindades, otros espacios para adulto mayor y también varias funciones accesibles para personas con discapacidad”, agrega.
Así mismo, el centro cuenta con un programa de estimulación, ya que el Centro Nacional de las Artes se unió al Portafolio Estímulos del Ministerio de Cultura y, este año, cuenta con un recursos de 1.100 millones de pesos (casi 237 mil dólares) para proponer diferentes convocatorias y becas dirigidas a niños, personas con discapacidad visual, la población LGBTI, artistas de danza y música, colombianos que viven en el exterior, con carreras musicales importantes, entre otros.
Se espera que el Centro se convierta en un lugar de encuentro y apropiación cultural para más de 80 mil espectadores al año, con más de 280 funciones y más de 1.500 artistas, durante el 2023.
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