Los costarricenses se dirigen a las elecciones nacionales del domingo teniendo ante sí 25 candidatos y ningún tema dominante que impulse la participación electoral. Y casi una tercera parte de las personas que dijeron que tenían la intención de votar señalaron que no tienen una idea clara de por quién lo harán.
Esos factores elevan la posibilidad de que el ganador se decida en una segunda ronda el próximo 3 de abril entre los dos candidatos que consigan el mayor número de votos el domingo.
El sondeo más reciente, publicado el martes por el Centro de Investigación y Estudios Políticos (CIEP) de la Universidad de Costa Rica, reveló que el 31% de la población que pretende acudir el próximo domingo a las urnas continúa indeciso, y que ningún candidato superó el 17% de las preferencias. Para la encuesta se entrevistó vía telefónica a 1.006 personas entre el 27 de enero y el 1 de febrero, y tiene un margen de error de más/menos 3,1 puntos porcentuales.
“Se siguen dejando abiertas muchas opciones, hay muchos escenarios posibles”, declaró Ronald Alfaro, politólogo del CIEP. “Esto es muy propio del estilo de elecciones que hemos tenido últimamente”.
Al menos en 2018, las posturas diametralmente opuestas del actual presidente Carlos Alvarado y del candidato conservador Fabricio Alvarado impulsaron a los costarricenses a las urnas. En esta ocasión no existe un tema dominante.
Los costarricenses están frustrados por los altos niveles de desempleo, los recientes escándalos de corrupción en el gobierno y un nuevo repunte de infecciones de COVID-19, pero ningún candidato ha cautivado al público.
Fabricio Alvarado, quien perdió ante Carlos Alvarado en la segunda ronda electoral hace cuatro años, se postuló en esta ocasión por el Partido Nueva República. Pero en la encuesta aparece con apenas un 10% de las preferencias.
Con un porcentaje apenas mayor se encuentra José María Figueres, candidato del Partido Liberación Nacional que fundó su padre, José Figueres Ferrer, quien se desempeñó como presidente de la nación en tres ocasiones durante las décadas de 1940, 1950 y 1970.
Figueres hijo fue presidente de Costa Rica de 1994 a 1998, aunque ha sido cuestionado por recibir honorarios por consultoría por un monto de 900.000 dólares después de su presidencia de parte de la empresa de telecomunicaciones Alcatel, cuando ésta competía por un contrato con la compañía eléctrica nacional. Nunca se le acusó de delito alguno y él niega haber cometido irregularidad alguna.
Hay otros aspirantes con vasta experiencia política, como Lineth Saborío, de la Unión Social Cristiana. Saborío se desempeñó como vicepresidenta del país durante el gobierno de Abel Pacheco entre 2002 y 2006.
Anteriormente, Saborío encabezó el Organismo de Investigación Judicial, que supervisa las investigaciones penales. Con estos antecedentes, ha intentado proyectarse como una figura firme, pero su desempeño en los debates aparentemente le ha restado fuerza a su imagen.
El candidato por el partido oficialista Acción Ciudadana apenas registra un 1% en los sondeos.
Pero considerando que un candidato requiere al menos el 40% de los votos para evitar una segunda ronda electoral, la elección sigue en el aire.
Los costarricenses también elegirán a los 57 integrantes de la Asamblea Legislativa nacional.
La participación sigue siendo una incertidumbre, ya que el país registra alrededor de 6.000 nuevos casos diarios de COVID-19. Un funcionario electoral alentó a aquellos que estén infectados a que se abstengan de votar, pero otros reconocen que no hay manera de evitar que la población ejerza su derecho constitucional.
El gobierno anunció el miércoles que suspendería algunas de las restricciones de movilidad que se han implementado durante la pandemia que prohibieron la circulación de una parte de los vehículos entre la medianoche y las 5 de la mañana.
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