Las actividades masivas de la fiesta católica más popular en el Salvador, en honor al patrono del país el “Divino Salvador del Mundo”, fueron canceladas por segundo año consecutivo debido a la pandemia del COVID-19.
Durante las actividades, tradicionalmente celebradas del 1 al 6 de agosto, en los oficios religiosos solo se permitió una limitada cantidad de feligreses con el fin de mantener el distanciamiento social.
El arzobispo metropolitano José Luis Escobar aprovechó la ocasión para reflexionar sobre el impacto de la pandemia del COVID-19 en la vida de los ciudadanos: “Muchos permanecen en sus casos llenos de temor y desesperanza por esta situación e que vivimos, la ruptura de la rutina diaria que se vivía antes de la pandemia no permite a muchos alcanzar la paz interior”.
Las actividades masivas de las fiestas fueron suspendidas en la capital salvadoreña, pero los restaurantes, bares y las playas continuaron abiertos y fueron los sitios donde hubo una fuerte concentración de personas durante el feriado que abarcó hasta el fin de semana.
Según manifestó la ministra de Turismo, Morena Valdez, no se cumplieron los protocolos sanitarios en estos lugares.
“Sobre todo las quejas y denuncias son de restaurantes y bares que, a la hora de que ya muchas familias o grupos de amigos se relajan o injieren bebidas alcohólicas, se quitan la mascarillas y ya no las quieren usar más", dijo Valdez.
El Salvador ha logrado vacunar con la primera y la segunda dosis a casi el 45% de la población y tiene más de 88.500 casos de COVID-19, pero los epidemiólogos consideran que el número de casos pudiera aumentar en los próximos días como consecuencia de la masiva actividad turística durante el feriado de la principal fiesta nacional.