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La revolución se alimenta de Chávez


Luego de un año y ocho meses de fallecido, Hugo Chávez continúa siendo la base de la llamada revolución.
Luego de un año y ocho meses de fallecido, Hugo Chávez continúa siendo la base de la llamada revolución.

Un líder con baja popularidad y el agotamiento de recursos petroleros para ofrecer dádivas son punto de partida para un análisis sobre el proceso político desde el entorno de lo simbólico.

La preferencia de los venezolanos por el expresidente Hugo Chávez es algo que gobierno del presidente Nicolás Maduro no ha podido capitalizar a su favor.

Maduro tiene un 30,2% de popularidad entre los venezolanos, a diferencia del 50% cuando falleció Chávez en marzo de 2013, según Datanálisis.

¿La razón?, la ausencia de dos pilares que sustentaron el éxito del proceso revolucionario: "El carisma de Chávez y una chequera petrolera pára repartir recursos", según el especialista en políticas lingüísticas, Carlos Leañez Aristimuño.

"Este régimen [de Maduro] hace esfuerzos desesperados por hacernos pensar que Chávez está vivo a través de sus intérpretes actuales", dijo Leañez a la Voz de América. "Lo que pasa es que es muy difícil de creer porque ya toca aspectos sobrenaturales", agregó.

En 2013, el presidente Maduro insinuó que había tenido contacto con el espíritu de Chávez, quien se le había acercado en forma de "pajarito".

Lo que sí advierte Leañez como un éxito de la llamada revolución es la capacidad para haber construído un entorno a partir de símbolos que han alimentado una percepción de triunfo.

"La victoria del gobierno por ahora está exclusivamente en el ámbito de los simbólico. El gobierno no tiene gestión ni tiene capacidad de generarla. Tienen que moverse en el plano de lo simbólico y hacernos creer que estamos en una guerra antiimperialista y que ellos son los salvadores nuestros ante unos poderes del mal, representados básicamente por Estados Unidos", agregó.

Además, la oposición no ha sabido aprovechar la oportunidad de construir el discurso necesario para enfrentar ese lenguaje militarista que ha calado en la población venezolana a lo largo de 15 años.

"La oposición es muy reactiva. Juega en el marco de ellos y lo refuerza. La discusión no es el socialismo del siglo XXI, no es la guerra ni el cuartel. La discusión es otra, es la propia de los civiles que no pasa por la épica de un líder sino por la estabilidad de un sistema político", concluyó.

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