Con el nombramiento anunciado el sábado, Li Qiang estará a cargo de la segunda mayor economía del mundo que enfrenta algunas de sus peores perspectivas en años.
Li fue propuesto por Xi y designado al cargo durante una sesión el sábado en la mañana de la Asamblea Popular Nacional, el parlamento protocolario de China.
El nombramiento tuvo lugar un día después de que Xi, de 69 años, consiguiera un tercer periodo de cinco años como máximo jefe de Estado, situación que rompió las normas y abre la posibilidad de que se convierta en gobernante vitalicio.
Li adquirió fama por aplicar durante la primavera pasada lospolémicos confinamientos de la política “COVID-cero” en Shanghai como jefe del partido de ese centro financiero chino y mostró su lealtad al gobernante a pesar de las inconformidades de los habitantes que carecían de acceso a alimentos, atención médica y servicios básicos.
Li, de 63 años, conoció a Xi cuando éste, antes de que fuera presidente, era el jefe de Zhejiang, una provincia sureña relativamente rica que ahora es un centro tecnológico y manufacturero. Li es oriundo de Zhejiang.
Previo a la pandemia, Li adquirió una reputación en Shanghai y Zhejian de favorecer a la industria privada, aun cuando Xi había endurecido los controles políticos y dispuesto restricciones por el COVID, así como mayores controles al comercio electrónico y a otras compañías tecnológicas.
Como primer ministro, Li buscará reactivar una floja economía que aún busca superar la pandemia y enfrenta una débil demanda global de exportaciones, persistentes alzas de aranceles de Estados Unidos, contracción de la fuerza laboral y el envejecimiento de la población.
Asume el cargo en momentos en que la autoridad del primer ministro y del Consejo de Estado, el gabinete de China, se ve erosionada a medida que Xi asigna más facultades a organismos directamente bajo control del gobernante Partido Comunista.
Durante la inauguración el domingo de la sesión anual del congreso, el primer ministro saliente Li Keqiang anunció planes para superar mediante el consumo interno las dificultades por las qu atraviesa la economía, para la que se ha fijado una meta de crecimiento este año de “alrededor de 5 %. El crecimiento del año pasado bajó a 3 %, el segundo más débil desde por lo menos la década de 1970.
Al igual que con el nombramiento de Xi el viernes, no hubo indicios de que los miembros de la APN tuvieran más opción que dar su visto bueno a los nombramientos de Li y otros funcionarios escogidos por el Partido Comunista para cubrir otros puestos.
A diferencia de Xi, que recibió el apoyo total de la APN, Li registró tres votos en contra y ocho abstenciones.
Los casi 3.000 delegados depositaron sus votos en urnas colocadas en el vasto auditorio del Gran Palacio del Pueblo, en un proceso del que también surgieron los nuevos titulares del Tribunal Popular Supremo y de la fiscalía estatal, así como dos vicepresidentes de la Comisión Militar Central, la cual tiene bajo su mando al ala militar del partido, a decir el Ejército Popular de Liberación de dos millones de efectivos.
Xi fue nombrado nuevamente el viernes jefe de la comisión, un cargo ocupado de manera automática por el dirigente del partido desde hace tres décadas.
El primer ministro carece de autoridad directa sobre las fuerzas armadas, que recibe órdenes explícitamente del partido y cumple un papel marginal en las relaciones exteriores y la seguridad nacional.
Xi, con su nuevo periodo, y el nombramiento de allegados a los principales cargos, muestra su monopolio casi total en el poder político chino, tras eliminar cualquier posible oposición a su agenda hipernacionalista que busca convertir a China en el principal contrincante político, militar y económico de Estados Unidos y en el principal desafío autoritario al orden democrático mundial encabezado por Washington.
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