Las autoridades chinas impidieron por la fuerza demostraciones pacíficas de manifestantes e impusieron un estricto control sobre el desplazamiento de periodistas extranjeros, según denunciaron diplomáticos occidentales en Pekín.
Disidentes chinos convocaron mediante Internet por segundo domingo consecutivo a concentraciones en Pekin y otras 13 ciudades chinas bajo el lema de "protestas jazmín" contra la corrupción gubernamental y la censura, y entre otras demandas para exigir mejor atención a los desfavorecidos.
Según agencias de prensa, varios reporteros extranjeros fueron atacados presumiblemente por agentes de seguridad vestidos de civil para intimidarlos o despojarlos de sus cámaras de video.
El embajador de EE.UU. en China, Jon Huntsman, declaró en un comunicado haberse reunido con periodistas que fueron objeto de acoso y calificó el hecho de “inaceptable y alarmante”.
Diplomáticos de la Unión Europea también pidieron al gobierno chino que respete el derecho de los corresponsales extranjeros a informar con libertad.
De cuerdo con testigos, la policía disolvió las manifestaciones cerca de la Plaza Popular de Shanghai, y un número indeterminado de personas fueron arrestadas.
Las autoridades chinas habían dicho el viernes a los periodistas que se mantuvieran alejados de la zona donde tendrían lugar las protestas en la capital, inspiradas en las recientes revueltas que sacuden a varios países en el Oriente Medio.
La prensa oficial china dio a conocer la instalación de controles policiales en los accesos por carretera a la capital para vigilar la entrada de vehículos procedentes de otras partes del país.
Además de coincidir con las denominadas “protestas jazmín”, la medida tiene efecto a propósito de la celebración en Pekín de la sesión anual legislativa de la Asamblea Nacional.