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Salsa: un mismo idioma


Al son de la salsa León Harris trasmite a sus alumnos la pasión que siente por la danza. Habana Village, un bar cubano en Washington es el lugar donde se dan cita para tomar las clases de baile.

No importa color, sexo y mucho menos la nacionalidad; en el restaurante bar, Habana Village, ubicado en la zona conocida como Adams Morgan en Washington, todos son iguales cuando se trata de bailar salsa.

“Todos bailan el idioma de la salsa”, describe el profesor de baile, León Harris, quien admite que lo que más le emociona es ver el progreso de sus alumnos en las clases.

A las 7:30 de la noche y al ritmo del son cubano, este maestro salsero dicta una de sus clases preferidas y con movimientos solo vistos por profesionales en este baile, no se hacen esperar sus indicaciones.

Por su nombre y por la manera en que baila se podría pensar que León Harris, es hispano, pero no es así. Nació en California y desde pequeño la danza y la música han sido su pasión.

En su juventud comenzó a tomar clases de Lambada, pues era el género musical de la época, pero con el pasar del tiempo este ritmo fue perdiendo fuerza, dándole paso a otros que llamaron la atención de Leo.

Ritmos como el Tango, Cha cha y Salsa, son algunos de sus favoritos y de los cuales disfruta compartir con sus alumnos. Desde hace 12 años es profesor de baile, y ahora dedica parte de su tiempo a la enseñanza.

“Me apasiona la salsa, me gusta ver cómo por medio de este ritmo se pueden comunicar mis alumnos”, agrega.

Habana Village, es el lugar donde se dan cita varios de los residentes del área metropolitana de Washington. El son y la salsa son los ingredientes perfectos para todos aquellos que desean tomar clases de este género musical.

Entre 16 y 20 personas asisten cada semana a las clases, que se toman por una hora y tienen un valor de 10 dólares.

Stephanie, es una estadounidense que está tomando las clases y aprendiendo los movimientos de la salsa.

Comenta que desde hace tres meses toma las clases y que además de pasar un buen tiempo esto la hace feliz. “Me canta aprender cosas nuevas, gracias a un amigo me enteré de estas clases y me han parecido muy divertidas”, esta bailarina de salsa además admite que es un anti estresante.

En Havana Village, al finalizar cada clase, el salón se convierte en una pista de baile, ya no se escucha más el conteo del profesor, se bajan las luces, el Dj pone la música. La pista de baile está lista para que cada alumno demuestre lo aprendido y así todos a bailar el mismo idioma de la salsa.

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