La entrega de alimentos, elementos de aseo, colchonetas y frazadas a las familias damnificadas por la avalancha en Mocoa, fue reanudada hoy por parte del gobierno colombiano.
La Unidad Nacional para la Gestión del Riesgo de Desastres (UNGRD), realizó un llamado para que las personas afectadas se acerquen a los albergues y puedan recibir la atención y ayudas enviadas por el Gobierno Nacional.
Desde Bogotá, durante toda la mañana de este lunes, “se enviaron otras 40 toneladas de asistencia humanitaria de emergencia, entre las que se cuentan dos mil kits de alimentos y mil carpas tipo iglú para alojamientos temporales”.
Los albergues están instalados en el Instituto Tecnológico de Putumayo, los polideportivos América y Jardín, la Organización Indígena y la sede de la Cruz Roja.
Igualmente, continúan las actividades de limpieza y remoción de escombros y lodo, con la ayuda de maquinaria amarilla, para restablecer la conectividad al interior del municipio de Mocoa.
A través del Instituto de Medicina Legal y la Fiscalía se inició la entrega de los cuerpos ya identificados a los familiares para que puedan ser enterrados de manera digna.
Estos servicios funerarios serán cubiertos por el Gobierno Nacional de acuerdo con la orden presidencial.
Por otra parte, poco a poco “se han ido habilitando los servicios de energía a través de las plantas, en tanto que el agua potable está siendo distribuida con carrotanques.
Así mismo, “se hace almacenamiento en tanques de cinco mil y 10 mil litros”, anotó la UNGRD.
Sube a 254 cifra de muertos en Colombia: 40 son niños
Por lo menos 40 de los 254 personas fallecidos en las inundaciones que este fin de semana devastaron Mocoa, en el sur de Colombia, son menores de edad, según datos oficiales.
"Les tocó la avalancha más dura. A un muchacho que vivía cerca de ellos lo encontraron por acá", dice el padre de Kegi Johana a The Associated Press. Desesperado y cansado, espera junto a otros que hacen fila en el cementerio de Mocoa para ver si logra reconocer a uno de los dos.
Cientos de personas que sobrevivieron al desastre natural —uno de los peores en la historia reciente del país— tratan de localizar a sus seres queridos entre el lodo y las gigantescas piedras en la pequeña localidad cercana a la frontera con Ecuador y Perú.
"Me informan que desgraciadamente la cifra de muertos subió a 254. Nuestras oraciones están con ellos y sus familias", escribió el domingo en su cuenta de Twitter el presidente colombiano, Juan Manuel Santos.
Decenas de niños que no lograban encontrar a sus padres fueron llevados a albergues por los servicios sociales, mientras las autoridades intentaban restablecer el servicio eléctrico y de agua potable.
Entre las casas en ruinas y llenas de lodo, dos días después de las inundaciones, las familias aún buscan a los más pequeños, que podrían estar en cualquier lado.
Los sobrevivientes
José Albeiro Vargas, de 52 años, vio a su hija el viernes a las ocho de la noche. Le llevó ropita al nieto y se fue a acostar. Durante las inundaciones que acabaron con el barrio donde vivía esta familia joven, la muchacha "no hacía más que gritar "¡Mi papá, mi papá!", recuerda este hombre que además de su hija perdió su negocio de ropa interior con la tragedia.
Desde la madrugada del viernes, cuando salvó en su casa de dos pisos a unas 60 personas, Vargas no ha dejado de buscar a sus familiares ni un momento. Tampoco ha logrado dormir. Los viajes se repiten del barrio al río y del hospital al cementerio.
Cada vez que corre el rumor de que llegaron nuevos cuerpos a la morgue, hordas de familiares corren a probar suerte.
María Córdoba es otra sobreviviente que busca a un sobrino de 14 años. A los hermanos de este adolescente que fue arrastrado por las inundaciones los encontraron muertos entre troncos el sábado. Tenían seis y 11 años. Sólo el bebé de esa familia sobrevivió: estaba dormido cuando todos pensaban que había dejado de respirar.
Más de 40 de los dos centenares de muertos que dejaron las fuertes lluvias en la madrugada del viernes al sábado son menores, según datos oficiales. Entre las casas en ruinas y llenas de lodo, dos días después de las inundaciones, las familias aún buscan a los más pequeños, que podrían estar en cualquier lado.
"Les tocó la avalancha más dura. A un muchacho que vivía cerca de ellos lo encontraron por acá", dice el padre de Kegi Johana a The Associated Press. Desesperado y cansado, espera junto a otros que hacen fila en el cementerio de Mocoa para ver si logra reconocer a uno de los dos.
José Albeiro Vargas, de 52 años, vio a su hija el viernes a las ocho de la noche. Le llevó ropita al nieto y se fue a acostar. Durante las inundaciones que acabaron con el barrio donde vivía esta familia joven, la muchacha "no hacía más que gritar "¡Mi papá, mi papá!", recuerda este hombre que además de su hija perdió su negocio de ropa interior con la tragedia.
Desde la madrugada del viernes, cuando salvó en su casa de dos pisos a unas 60 personas, Vargas no ha dejado de buscar a sus familiares ni un momento. Tampoco ha logrado dormir. Los viajes se repiten del barrio al río y del hospital al cementerio.
Cada vez que corre el rumor de que llegaron nuevos cuerpos a la morgue, hordas de familiares corren a probar suerte.
María Córdoba es otra sobreviviente que busca a un sobrino de 14 años. A los hermanos de este adolescente que fue arrastrado por las inundaciones los encontraron muertos entre troncos el sábado. Tenían seis y 11 años. Sólo el bebé de esa familia sobrevivió: estaba dormido cuando todos pensaban que había dejado de respirar.