Diez meses después de la masacre en la que murieron 20 niños y seis adultos, la escuela primaria Sandy Hook ha comenzado a ser demolida ladrillo a ladrillo.
El pueblo de Newtown, Connecticut, donde ocurrió la matanza, votó abrumadoramente a favor de la demolición del centro de estudios y la construcción de uno nuevo en el mismo lugar.
El sitio de la demolición está cubierto con vallas, nadie puede tomar fotos ni videos. La empresa a cargo de la obra y sus trabajadores han tenido que firmar acuerdos de confidencialidad. Y guardias de seguridad han sido contratados para resguardar los trabajos.
El proceso de demolición es gradual. No hay grúas con bolas de acero golpeando paredes. Se hará pieza por pieza, sección por sección.
Toda la antigua escuela, desde los patios de juegos, hasta las aceras y la entrada serán pulverizadas o derretidas para que nadie pueda guardar recuerdos que luego vayan a aparecer en eBay o en otras subastas.
El proceso debería completarse en siete semanas, antes del primer aniversario de la tragedia, y se espera que la nueva escuela esté lista en diciembre de 2016.
Para mientras, los niños sobrevivientes asisten a una escuela cercana en la vecina localidad de Monroe.
Patricia Llodra, funcionaria local, explica el sentimiento del pueblo: “No somos una atracción turística o una gran ciudad. Somos un pequeño pueblo de 28.000 habitantes que solo quiere que lo dejen en paz para poder sanar”.
El pueblo de Newtown, Connecticut, donde ocurrió la matanza, votó abrumadoramente a favor de la demolición del centro de estudios y la construcción de uno nuevo en el mismo lugar.
El sitio de la demolición está cubierto con vallas, nadie puede tomar fotos ni videos. La empresa a cargo de la obra y sus trabajadores han tenido que firmar acuerdos de confidencialidad. Y guardias de seguridad han sido contratados para resguardar los trabajos.
El proceso de demolición es gradual. No hay grúas con bolas de acero golpeando paredes. Se hará pieza por pieza, sección por sección.
Toda la antigua escuela, desde los patios de juegos, hasta las aceras y la entrada serán pulverizadas o derretidas para que nadie pueda guardar recuerdos que luego vayan a aparecer en eBay o en otras subastas.
El proceso debería completarse en siete semanas, antes del primer aniversario de la tragedia, y se espera que la nueva escuela esté lista en diciembre de 2016.
Para mientras, los niños sobrevivientes asisten a una escuela cercana en la vecina localidad de Monroe.
Patricia Llodra, funcionaria local, explica el sentimiento del pueblo: “No somos una atracción turística o una gran ciudad. Somos un pequeño pueblo de 28.000 habitantes que solo quiere que lo dejen en paz para poder sanar”.