Al resurgir China de más de dos meses de cuarentenas y confinamiento, su gobierno está guiándose por un conocido libreto usado en tiempos de crisis.
Los críticos están siendo detenidos o silenciados en el internet. El gobierno ha apretado los controles sobre las comunicaciones, prohibiendo a los que hacen denuncias o críticas en los foros cibernéticos, mientras los medios oficialistas enaltecen las acciones de Beijing.
El secretario de Estado, Mike Pompeo, dice que es la reacción típica de una autocracia que se enfrenta a una crisis: vuélvete más agresivo y niégale a la gente sus derechos.
“Mientras en algunas situaciones pueden resolver problemas particulares de una forma peculiar que en términos de imagen resuelve el problema que tienen enfrente, al final le hacen un enorme daño a la gente de su propia nación y ponen en riesgo al resto del mundo”, dijo Pompeo a inicios de abril.
Pero los líderes chinos están agregando otro capítulo a su libreto: llevar la represión a niveles de pandemia contra críticos internos de alto rango.
Horas antes que hablara Pompeo, Pekín anunció una investigación sobre un influyente crítico del presidente Xi Jinping. La detención de Ren Zhigiang, un magnate jubilado, hijo de altos funcionarios del Partido Comunista Chino, sorprendió a veteranos observadores de la situación en China que lo consideraron una señal importante dentro del liderazgo chino.
Y Ren no estaba solo. Dos semanas después, Sun Lijun, viceministro de seguridad pública, también fue puesto bajo investigación. Sun era encargado de seguridad doméstica y era uno de los guardianes de los más sensibles secretos de China., que incluye información sobre la vida privada de altos líderes.
Para los observadores de la situación en China, las acciones señalaron una agresiva nueva postura del presidente Xi y subrayaron los riesgos para su liderazgo en medios de los ataques de Estados Unidos y otros interesados en asignar responsabilidades por la pandemia global.
Hace solo unos meses, los comentaristas y analistas de política exterior, habían estado hablando del declive de Estados Unidos y el ascenso económico de Beijing, como si fuese algo consumado. La historia que están escribiendo ahora es muy diferente, con la estatura global y trayectoria de China en riesgo de una alteración permanente.
Paul Miller, un profesor de asuntos internacionales en la Universidad de Georgetown, dijo que la pandemia es el más grande reto para China en décadas, y que no le sorprendería si no condujera a luchas de poder dentro del Partido Comunista de China.
"Eso podría darse mediante un reto a la autoridad interna Xi”, dijo Miller en un correo electrónico a la Voz de América. Las detenciones de Ren y Sun eso es lo que podrían estar indicando.
Mientras Xi amenaza con el garrote dentro de China, en el exterior todo es positivo. Los casos de coronavirus supuestamente han disminuido. Mientras el país se reajusta, está promoviendo lo que los críticos han llamado “Diplomacia de Mascarilla”, enviando pruebas para el coronavirus, respiradores artificiales y otros suministros médicos a países donde el COVID-19 aún esta en aumento.
Contención por código QR
Lo que se convirtió en la mayor cuarentena en la historia humana empezó en China.
Las ciudades fueron selladas, el transporte entre ellas clausurado. Por más de dos meses, a la gente no se le permitió estar en la calle. Cientos de millones de personas fueron puestas bajo cuarentena después que el virus fue descubierto en Wuhan.
Hoy en muchas ciudades, las barricadas levantadas durante la cuarentena aún no han sido retiradas, y a los residentes no se les permite aún movilizarse libremente.
Todo es una nueva normalidad: “El más grande experimento de salud pública en la historia de la humanidad”, dijo a la VOA el doctor William Schaffner, un especialista en enfermedades infecciosas de la Universidad de Vanderbilt.
China estaba bien preparado para supervisarlo.
Con cientos de millones de cámaras de vigilancia de alta tecnología instaladas por todo el país, el reconocimiento facial biométrico puede identificar a personas que usan mascarillas, mientras sistemas de inteligencia artificial pueden ubicarlos por su forma de caminar.
“Yo pensaba que los días en que los humanos serían gobernados por máquinas y algoritmos no llegarían en por lo menos 50 años”, dijo un bloguero llamado “Gurú Legal Matt”, en el popular foro cibernético chino Zhihu. “De pronto, el coronavirus hizo que esos días lleguen temprano y le permitan a las personas tener una profunda experiencia en ello”.
Mientras Pekín empezó a relajar sus cuarentenas y confinamientos en abril, afrontó una pregunta problemática: ¿Cómo sabemos quién está saludable y quién no?.
Uno de los gigantes tecnológicos de China ofreció una respuesta: un Código QR de colores para cada ciudadano que dice si ellos deberían estar en cuarentena basados en su perfil de riesgos.
Al código especial emitido por el gobierno en los celulares de los ciudadanos se le pide que cumpla varias funciones diarias, pero no todos pueden obtener uno. También le da al gobierno acceso al contenido de los celulares.
Zhang Yi, un residente de Wuhan, organizó un grupo en WeChat, una popular aplicación de mensajería. Algunos de los temas discutidos por el grupo eran políticamente sensibles, y Zhang dijo que su cuenta de WeChat había sido suspendida.
Sin la cuenta, sin embargo, él dice que no puede recibir el código QR.
"No puedo ir a hacer compras al supermercado, no puedo subirme a un autobús porque no tengo el código QR”, dijo Zhang en una entrevista telefónica con la VOA. El fin del confinamiento en Wuhan no hace ninguna diferencia para él.
"Dicen que el confinamiento ha sido levantado, pero yo aún no puedo pasar por la garita de entrada de mi comunidad”, afirmó Zhang.
Batalla sobre la historia
Mientras el coronavirus avanzaba en diciembre y enero, algunos ciudadanos y periodistas independientes lograron burlar a los censores de las redes sociales y compartir lo que ellos veían.
La muerte de Li Wenliang, el doctor que hizo la primera denuncia sobre la situación en Wuhan y luego contrajo la enfermedad, brevemente ocasionó cierta conmoción en el internet. Imágenes perturbadoras en las redes sociales mostraron a personas encadenadas o golpeadas por la policía por no usar sus mascarillas.
Pero ahora menos de esas imágenes puede ser encontradas en la internet, posiblemente limpiadas por los censores.
Tres periodistas ciudadanos reportaron desde los frentes de batalla de la pandemia en Wuhan durante algunas de las peores semanas. Millones de personas han visto sus vídeos y leído sus publicaciones en las redes sociales chinas, Twitter y Youtube.
Periodistas desaparecidos
Uno de los tres, Li Zehua, quien previamente trabajó para la television estatal china CCTV, reapareció la semana pasada luego de dos meses. Li dijo que había sido detenido por la policía y forzado a una cuarentena. El paradero de los dos otros blogueros de vídeos, Chen Qiushi y Fang Bin, aún se desconoce.
Periodistas extranjeros cayeron víctimas de los censores.
El mes pasado el ministerio de Asuntos Exteriores de China le ordenó a periodistas del New York Times, The Washington Post y The Wall Street Journal, a que devolvieran sus credenciales de prensa. También exigieron que esos medios de comunicación, junto a la Voz de América, proveyeran información detallada de sus operaciones.
En su más reciente evaluación sobre libertad de prensa, el grupo Reporteros sin Fronteras, acusó a China de intentar crear “un nuevo orden mundial de los medios de comunicación” al usar un “Sistema de hiper-control de la información, del cual se han visto los efectos negativos para el mundo entero durante la crisis de salud pública del coronavirus”.
Cambio de Suerte
Hasta la llegada del coronavirus, China estaba ansiosa por eclipsar este año a Estados Unidos como la economía más grande del mundo.
Las otras tres más grandes economías, Estados Unidos, Japón y la Unión Europea, están ahora elaborando planes para sacar a sus empresas fuera de China.
Un reciente estudio de la Cámara de Comercio Americana en China y la Cámara de Comercio Americana en Shanghai, encontró que una de cada cinco empresas estadounidenses dice que el coronavirus acelerará su traslado fuera de China.
Y el escepticismo sobre las declaraciones chinas, su conteo de casos, e intenciones, sigue creciendo.
"¿Ustedes realmente creen esos números en este vasto país llamado China?”, dijo el presidente Donald Trump en una reciente conferencia de prensa. ¿Alguien realmente cree eso?.
Trump afronta duras críticas en casa por su propio manejo de la pandemia y ha señalado hacia China en varias ocasiones. Entre otras cosas, China ha dado crédito a alegatos sin fundamento de que el virus pudo haber sido introducido en su territorio desde Estados Unidos.
Oficialmente, los chinos dicen que el mundo está unido en esta situación. “La epidemia del coronavirus es el enemigo común de la humanidad”, dijo un portavoz de la agencia de noticias oficial de China Xinhua, luego que el asesor de comercio de la Casa Blanca, Peter Navarro, criticara la calidad de los kits de prueba fabricados en China.
Fue más allá aún el 27 de abril durante el progama televisivo, favorable a Trump, “Fox and Friends”, de la cadena Fox.
“Pudieron haberlo contenido en Wuhan,” dijo Navarro. “No lo hicieron. Contaminaron al mundo con esto, con cientos de miles de chinos en aviones hacia Milán, a Nueva York y otros lugares”.
China ha disputado los alegatos de que el virus se originó en Wuhan.
Parte de la estrategia china es presentar una imagen de capacidad y de benevolencia. Beijing ha enviado expertos médicos y suministros médicos a países golpeados severamente por la pandemia, incluyendo Estados Unidos.
"Al 20 de abril, China había suministrado a Estados Unidos 2.460 millones de mascarillas, o sea 7 mascarillas por cada una en Estados Unidos, más casi 5.000 respiradores artificiales, y muchos otros”, dijo en Twitter, el vocero del ministerio de Relaciones Exteriores chino, Hua Chunying.
Tales esfuerzos han generado el agradecimiento de algunos. “El único país que puede ayudarnos en China”, dijo el presidente serbio, Aleksander Vucic, mientras besaba la bandera china al recibir en el aeropuerto a médicos y suministros chinos en el aeropuerto.
Una campaña de encanto
Entonces, ¿esparció China el virus… o los remedios?
Los críticos del presidente Xi no están convencido de que pueda librarse de toda culpa.
"Xi está tratando de detener estos resultados negativos mediante una campana de encanto, tratando de posicionar a China como un líder en la crisis mundial”, dijo Miller, el profesor de asuntos internacionales.
“Sus iniciativas son francamente increíbles y risibles a la mayoría de las audiencias occidentales y corren el riesgo de empeorar los problemas de Xi”.
Internamente, Xi afronta retos diferentes. Las detenciones de Sun y Ren son vistas como ilustrativas. Ren había logrado sobrevivir tormentas políticas gracias a una cuidadosamente cultivada red de aliados en el Partido Comunista.
Pero en un ensayo publicado en febrero, él culpó a Xi de encubrir la verdad sobre la extensión del brote, por fallar al no publicar información crítica y por supuestamente mentir para encubrir su mal manejo.
"Al poner a Ren Zhiqiang bajo investigación, Xi Jinping envió un poderoso mensaje de que no tolerará que se cuestione su poder abiertamente”, dijo a la VOA, Wu Qiang, un analista político en Pekín.
"Con Ren bajo arresto, quedan pocas voces disidentes dentro del Partido”, dijo Wu. Los miembros del Partido, intelectuales y empresarios que lo habían apoyado, también están ahora en problemas”.
“Ahora no tienen más alternativa, que permanecer callados”.