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“Es una incertidumbre”: el futuro de los gimnasios tras la pandemia


El futuro de los gimnasios tras la pandemia
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Julio Rodríguez, fundador de "LiveStrong Gym", posa para la VOA en su gimnasio, ahora cerrado por orden de las autoridades del estado para frenar el brote del coronavirus.

Hace poco más de cuatro años que Julio Rodríguez, un joven emprendedor cubano, decidió invertir sus ahorros en su gran pasión: el fitness. Montó su propio gimnasio, al que bautizó con el nombre de "LifeStrong Gym", y así atender a decenas de personas con programas personalizados a cada necesidad.

Hace dos meses, su actividad paró en seco. El gobernador de la Florida, Ron DeSantis, obligó a cerrar los negocios no esenciales, entre ellos los gimnasios, para hacer frente a la pandemia de la COVID-19 y reducir el brote.

“A todos nos ha tocado un poco de improviso esta situación del coronavirus, nadie estaba preparado para pasarse un tiempo en casa”, comenta el empresario en una entrevista con la Voz de América desde su centro deportivo en la ciudad de Hialeah (Florida).

Ya piensa en la reapertura, pero no sabe cuándo será. El alcalde de Miami-Dade, Carlos Giménez, confirmó a la VOA que el próximo lunes 18 de mayo, su condado entrará en la Fase 1 del plan de reapertura tras recibir la luz verde del gobernador para que las tiendas, los centros comerciales e incluso las peluquerías y barberías puedan regresar a su actividad comercial, aunque con restricciones (en muchos de esos negocios no se podrá sobrepasar el 25 por ciento de su aforo total).

Pero los gimnasios no están en ese plan. “Es una situación de incertidumbre”, admite Rodríguez, que ahora se ha visto obligado a dar clases y asesoría de nutrición a través de internet para mantener activo su negocio. Al menos, dice, el “punto positivo” es que muchas personas, al estar en casa, han “descubierto los beneficios del deporte” y se han interesado por sus programas.

“Las personas se han vuelto un poco conscientes e incluso las personas que no hacían ejercicio antes, ahora están saliendo a correr o están comprando máquinas para hacerlo en casa”, explica al tiempo que admite que también ha recibido “un gran número de peticiones” al respecto.

Esta es la situación que se vive en la mayoría de los estados de Estados Unidos. Los gimnasios continúan cerrados porque es un lugar donde el contacto físico es prácticamente inevitable, por lo que podría convertirse en un foco de infección.

Los funcionarios de salud han advertido del riesgo que supone reabrir estos espacios al público y, de momento, no se vislumbra una fecha para que este sector pueda volver a poner el cartel de “abierto” en la puerta.

Rodríguez ya ha diseñado su propio plan para el día en el que las autoridades le permitan hacerlo “con todas las medidas y precauciones necesarias”.

“Se va poner un formulario que los clientes deberán completar, ahí hay instrucciones de cómo protegerse y cómo proteger a los demás. Vamos a tener en cuenta si los clientes han estado fuera del país, qué han estado haciendo en los últimos diez días, si han presentado síntomas, sin han estado en contacto con personas que han sido infectadas”, subrayó.

Además, su intención al principio de esta “nueva normalidad” es que solo haya una persona por hora en su local, algo que es posible en su negocio que ofrece programas personalizados, pero que en otros lugares -como las cadenas de gimnasios- es imposible ofrecer esta solución.

Con todo, ya piensa en la posibilidad de contratar una persona que se encargue de desinfectar continuamente las máquinas con el objetivo de reducir al máximo el riesgo de contagio.

“Yo he estado preparándome de manera individual por lo que puedan pedir las autoridades, tratando de cuidar a nuestros clientes, que es la prioridad principal”, agrega.

Se desconoce el impacto económico de este parón en el sector del fitness pero, como ha pasado en otras actividades, la cifra podría ser multimillonaria, según apuntan expertos económicos.

En las pautas para la reapertura de Estados Unidos, que el presidente Trump presentó en abril, los gimnasios junto a los cines, los lugares de culto y los comedores de restaurantes se enumeran como parte de la primera fase, pero obligan a los empresarios a “adherirse a estrictos protocolos de distanciamiento físico y saneamiento” para poder operar.

Aún no hay una fecha establecida para eso, porque todo depende de las administraciones locales y estatales, que son las que tienen la última palabra sobre qué hacer en los territorios que gobiernan.

“Pero la incertidumbre que trae todo esto es terrible. Estamos todos los días a esperas de algo diferente, de algo nuevo, de una nueva orden, de lo que puede pasar”, finaliza Rodríguez con la esperanza de poder volver a trabajar muy pronto.

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