Las solicitudes de asilo nicaragüenses se han disparado en Costa Rica. ¿El motivo? La violencia que se vive en las calles desde el pasado mes de abril.Organismos como la Organización de Estados Americanos (OEA) vinculan al presidente del país, Daniel Ortega.
Desde abril, la represión de los movimientos antigubernamentales ha resultado en más de 300 muertos y 2.000 heridos. Como consecuencia, al menos 23.000 nicaragüenses han intentado obtener asilo desde el inicio de la crisis, según cifras de Naciones Unidas.
Víctor Agustín Cuadras Andino es uno de ellos. Después de convertirse en uno de los líderes del movimiento universitario, uno de los que ha hecho más ruido desde el inicio de la crisis, las constantes amenazas le obligaron a abandonar su país.
“Mataron a estudiantes, compañeros y amigos dentro de la universidad, en las protestas de abril, y ser testigo de eso, denunciarlo ante una cámara, comenzar a tomarte las calles y decirlo te convierte en un blanco. Han intentado quemar mi casa y tuve que salir de ella hace 118 días… huyo. Claramente he sido tildado como terrorista y me buscan para aprisionarme”, comenta a la Voz de América el joven activista, que ahora recorre el circuito internacional para informar sobre la situación interna que vive su país.
Por cuestiones de seguridad no revela su paradero actual, pero sobrevive -dice- gracias a la ayuda de amigos que le proporcionan alojamiento y comida. “Cuando estaba viviendo en Nicaragua, vivía en casa de amigos, en casas de seguridad que cambiaba cada dos o tres días”, asegura.
Pese a todo, Cuadras Andino no pierde la esperanza de volver a su tierra, aunque sabe que, por ahora, no es fácil. “Sí voy a regresar a Nicaragua, pero de forma clandestina y encontrando un lugar seguro para ir a vivir. En estas condiciones, no sabes en quién confiar. Las condiciones ahora son peligrosas y requieren sigilo”, dice.
La mayor ola migratoria de nicaragüenses la está recibiendo su vecino del sur. Costa Rica ha pasado de recibir 87 solicitudes de asilo en mayo a 4.241 en julio, según cifras de la Dirección de Migración. Con cerca de cinco millones de ciudadanos, estas cifras están por encima de las capacidades que puede gestionar la nación.
“Costa Rica tiene la voluntad, pero no la preparación. Hay disponibilidad para acoger a la mayor cantidad de migrantes que sea posible, pero indudablemente, la preparación no existe porque absorber un número de migrantes tan grande es un reto no solo en su incorporación eventual en la economía, en un momento en que esta pasa por un período de desaceleración, sino también en temas de salud o educación”, asegura Eduardo Ulibarri, exembajador de Costa Rica ante las Naciones Unidas.
Según Ulibarri, su país necesita el apoyo de la comunidad internacional para encontrar los recursos necesarios para gestionar la crisis migratoria que enfrenta ahora, pero también la que hereda. De hecho, advierte que no todas las solicitudes de asilo proceden de personas que huyen de la actual violencia en Nicaragua.
“Muchos indocumentados que vivían desde hace tiempo en Costa Rica están aprovechando la crisis para pedir asilo con la esperanza de regularizar su situación. Sin embargo, esto no niega que el número de los que se sienten perseguidos ha aumentado mucho desde que comenzó la represión”, señala.
La proximidad de ambos países hace que, a diferencia de otras naciones centroamericanas, el flujo migratorio se dé hacia el sur en vez de hacia el norte, es decir, hacia Estados Unidos. Pero también influyen los fuertes vínculos históricos que comparten, además de la estabilidad política y económica de la que goza desde hace décadas Costa Rica.
Tampoco hay que olvidar que se trata de un país que carece de ejército. Costa Rica cuenta con apenas 14.000 policías. El profesor asociado de la Academia Naval de EE.UU. John Polga-Hecimovich ve este factor como una ventaja: “Hay dinero en Costa Rica que pueden dirigir hacia refugiados nicaragüenses en vez de hacia el ejército”.
Sin embargo, advierte que más allá de la ola migratoria, la economía de Nicaragua está sufriendo un fuerte golpe. Por ejemplo, el sector turístico ha perdido más de 200 millones de dólares desde abril. De hecho, el 35% de los restaurantes han cerrado y cerca de 120.000 personas han perdido su empleo en este sector desde abril. Por lo tanto, se trata de cambios que afectan principalmente a la clase media, dice Polga-Hecimovich.
Una posible salida a la crisis la ve, precisamente en el ámbito financiero: “EE.UU. es el principal socio económico de Nicaragua y puede ejercer presión para ‘controlar’ a Ortega o, al menos, darle incentivos para que deje de reprimir a su pueblo”.