Con una visita a la planta de semiconductores de Samsunga en Pyeongtaek, el presidente de Estados Unidos Joe Biden aterrizó en territorio surcoreano con una misión bajo el brazo: abogar por la aprobación final de una legislación bipartidista que, según la Casa Blanca serviría para proteger al mercado automotriz de futuras interrupciones en la cadena de suministro.
“Un componente crítico de cómo haremos eso, en mi opinión, es trabajar con socios cercanos que comparten nuestros valores, como la República de Corea, para obtener más de lo que necesitamos de nuestros aliados y socios y reforzar nuestra resiliencia en la cadena de suministro”, dijo Biden, quien aprovechó su visita a las instalaciones de Samsung para resaltar la creciente cooperación en materia tecnológica con Corea del Sur.
Tras un difícil año en el que los fabricantes de automóviles en Estados Unidos ensamblaron 1,7 millones de vehículos menos en 2021 que en 2019, el último año completo antes de la pandemia, las proyecciones a futuro no invitarían al optimismo. Y es que según la consultora Edmunds, el suministro de vehículos podría no llegar a la normalidad hasta 2023.
Una crisis con impacto más allá de EEUU
Una crisis que no solo impacta a Estados Unidos, sino al mercado automotriz internacional, incluido el venezolano. Y es que con apenas dos vehículos ensamblados en el primer trimestre de 2022 el sector automotor en el país caribeño suma registros microscópicos.
Un problema, el de la falta de coches ensamblados, al que se le suma la imposibilidad de conseguir crédito para financiar la compra de vehículos nuevos importados. Y sin ahorros en el banco, comprarse un coche en Venezuela, incluso de segunda mano, se ha convertido en un lujo al alcance de pocos.
“En cierto modo es muy difícil para los pobres o la clase media conseguir un carro a partir de 2015. Hay una necesidad de que vengan inversionistas, que den facilidades de pago, créditos, préstamos para comprar carros nuevos, ya que los carros más nuevos aquí en Venezuela, los más nuevos que se ven son del 2013, 2012, 2010”, asegura Renny Rosales, propietario de vehículo de segunda mano en Venezuela.
Sin embargo, según expertos, la política del Banco Central de Venezuela de asfixiar el crédito para combatir la inflación habría herido de muerte los préstamos bancarios.
¿La razón?
De acuerdo al asesor financiero venezolano Enkel García se debería a la política de “altísimo encaje que se empezó a implementar a partir de 2018”.
“El encaje es lo que los fondos que están paralizados en el Banco Central por parte de los bancos. El tener un encaje alto dificulta en buena medida o dificulta muchísimo, y para decirlo de mejor manera, la entrega de créditos cuando tienen los fondos que no pueden estar disponibles. Entonces allí toda la dinámica de créditos se desacelera”, agrega.
De acuerdo a la Cámara de Fabricantes de Autopartes de Venezuela, apenas 30.000 de los vehículos que circulan por las vías del país tendrían seis o menos años de antigüedad. Mientras tanto, pequeños ahorristas buscan alternativas en el mercado de segunda mano.
“Tendrías que reunir por muchos años para poder comprar un carro nuevo. Y bueno, reuniendo, compras un carro de menor año y menor precio, lo vas vendiendo y baja así poco a poco hasta que puedas ir reuniendo y vendiendo los carros que has tenido y puedes ir sumando, asegura Roberto Di Steffano, quien recientemente se compró un auto usado con la ayuda de un familiar.
Y mientras la población se aferra a los vehículos de segunda mano, las principales plantas de General Motors, Ford y Chrysler, entre otras, siguen cerradas hasta nuevo aviso.
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