China, Rusia, Argelia y Turquía se han comprometido a reestructurar la deuda de Cuba, proporcionar nuevos financiamientos para el comercio y las inversiones, así como aliviar la crisis energética, según el presidente cubano, Miguel Díaz-Canel.
Cuba tiene que recuperarse de una caída de la producción durante la pandemia de COVID-19 y de problemas que van desde apagones hasta escasez de alimentos, medicamentos y combustible.
La situación ha hecho que la deuda de Cuba con socios de empresas conjuntas y proveedores se dispare, lo que ha llevado a algunos a dejar de hacer negocios con el Estado excepto en efectivo, según fuentes comerciales y diplomáticas extranjeras con conocimiento de transacciones recientes.
La deuda externa actual de Cuba es considerada un secreto de Estado. Antes de la pandemia, en 2019, la nación del Caribe reportó una deuda externa en 19.600 millones en 2019.
"Encontramos acciones concretas para reestructurar la deuda que teníamos con esos países, lo que nos deja con facilidades de pago que nos permiten avanzar y no tener ralentizados un grupo de proyectos y negocios en materia de relaciones económicas y financieras", dijo Díaz-Canel en la televisión estatal.
Ni Cuba ni los cuatro países proporcionaron más detalles sobre la reestructuración de la deuda.
Pavel Vidal, un execonomista del Banco Central de Cuba que ahora reside en Colombia, expresó dudas por la renuencia de la isla a emprender reformas orientadas al mercado y controlar el déficit presupuestario que ahora supera el 15 % del Producto Interno Bruto.
"La gira internacional de Díaz-Canel intenta destrabar flujos financieros y comerciales a base de acuerdos políticos y echándole la culpa de todo a las sanciones de Estados Unidos y la pandemia", señaló Vidal.
"La confianza seguirá limitada por la desconfianza que naturalmente genera comprometer recursos internacionales en una economía que no ofrece señales de estar bien administrada y con dudosas perspectivas futuras", añadió.
Cuba se encuentra entre los pocos países que no es miembro del Fondo Monetario Internacional o el Banco Mundial, donde muchos buscan alivio a cambio de medidas económicas.
La Habana ha tardado en realizar incluso las reformas estructurales más modestas, como legalizar la pequeña y mediana empresa privada y otorgar mayor autonomía a las empresas estatales.
La renuencia sigue asustando a posibles prestamistas, dijeron analistas. Para salir de la crisis es fundamental eliminar los apagones y aumentar el suministro de combustible.
Díaz-Canel dijo el domingo que Argelia y Rusia acordaron proporcionar algunos suministros regulares de petróleo, además de las cantidades reducidas que llegan del aliado Venezuela, pero no dio cifras.
Y apuntó que había conseguido acuerdos para reparar centrales eléctricas decrépitas y financiar el desarrollo de la energía eólica y solar.
Jorge Piñón, de la Universidad de Texas en Austin Energy Institute, dijo que los acuerdos no cambian el panorama.
"No hay una solución a corto plazo para los desafíos del sector eléctrico de Cuba; el sistema es viejo, cansado y roto. Los problemas son estructurales lo que requiere dos cosas que Cuba no tiene; tiempo y dinero", dijo.
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