Estados Unidos y Cuba culminaron sin acuerdos específicos un diálogo migratorio en La Habana mientras miles de cubanos siguen en terceros países intentando viajar a Estados Unidos.
Comunicados por separado, del Departamento de Estado y la cancillería cubana, dejaron claro las diferencias que aun los separan.
La delegación de Estados Unidos subrayó su posición de que el Gobierno de Cuba debe aceptar el regreso de los cubanos que han sido deportados de Estados Unidos, una medida que suele tomarse cuando dichos ciudadanos cometen delitos muy graves.
Por su parte, La Habana expresó su "profunda preocupación" por la persistencia de una ley denominada de "pies secos, pies mojados" por la cual los ciudadanos isleños que toquen territorio estadounidense "de manera irregular y sin importar las vías y medios que emplean", son recibidos en Estados Unidos con beneficios migratorios y se les da tratamiento de refugiados políticos.
El argumento de La Habana es que estas normas estimulan la migración ilegal, no solo de personas que salen en embarcaciones rústicas o lanchas rápidas hacia Estados Unidos desde la isla, sino de terceros países, como el caso actual de Ecuador y Centroamérica, a donde ciudadanos cubanos llegan para emprender un periplo al norte y que hizo crisis en los meses pasados.
El diálogo estuvo presidido por Josefina Vidal Ferreiro del lado isleño y John Creamer del norteamericano.