El operador de la red eléctrica cubana informó el lunes que había restablecido el suministro eléctrico en algunas zonas de La Habana, aún cuando la tormenta tropical Óscar azotó el extremo este de la isla, dejando a su paso árboles caídos, algunos derrumbes en viviendas y cables eléctricos dañados.
Fuertes vientos y lluvias torrenciales arrancaron árboles y techos de casas, según imágenes de la televisión estatal.
Las lluvias causaron deslizamientos de tierra e inundaciones en algunas partes del país. La mayor parte del extremo oriental de la isla permanecía sin electricidad ni comunicaciones.
El ministro de Energía y Minas, Vicente de la O Levy, dijo que los técnicos estaban trabajando cuidadosamente para evitar otro colapso eléctrico dadas las "complejas" circunstancias. "Lo menos que queremos es que por la avería en una línea es que se nos caiga el sistema", destacó.
Las autoridades energéticas cubanas dijeron más temprano que habían restaurado el 89 % de la energía en La Habana y algunas provincias cercanas cuando entró en funcionamiento la planta eléctrica más grande de la isla.
El Gobierno de Cuba anunció el cierre de escuelas y las industrias no esenciales hasta el miércoles, mientras continuaban los trabajos.
El principal funcionario de electricidad, Lázaro Guerra, dijo el lunes que los trabajadores estaban logrando avances importantes, pero advirtió contra el exceso de optimismo.
"No debemos esperar que cuando el sistema vuelva a funcionar, los apagones terminarán", dijo, al señalar que el sistema seguiría generando significativamente menos que la demanda total del país.
La red eléctrica nacional de Cuba colapsó por primera vez el viernes, antes de la llegada de Óscar, tras el cierre de la mayor central de la isla, que dejó sin energía a 10 millones de personas.
Desde entonces, la red ha fallado total o parcialmente en tres ocasiones, lo que subraya el precario estado de la infraestructura del país y pone en vilo a muchos cubanos, que ya sufren una grave escasez de alimentos, combustible y medicinas.
La Habana permaneció en calma durante la noche del domingo, con toda la ciudad apagada. Pero un testigo de Reuters vio varias protestas dispersas en barrios periféricos, así como residentes golpeando cacerolas en señal de frustración por los apagones y la escasez de alimentos y agua.
Los cubanos soportan desde hace meses prolongados apagones de entre 10 y 20 horas diarias en gran parte del país, que echan a perder valiosas reservas de alimentos y complican el acceso a combustible y agua.
El Gobierno y expertos independientes afirman que la red eléctrica, al borde del colapso desde hace tiempo, ha alcanzado un punto crítico a medida que se deterioran las obsoletas infraestructuras y escasea el combustible.
Cuba culpa al embargo comercial de Estados Unidos, así como a las sanciones instituidas por el expresidente Donald Trump, por las dificultades para adquirir combustible y piezas de repuesto para operar y mantener sus plantas que funcionan con petróleo.
Estados Unidos ha negado cualquier papel en los fallos de la red. Rusia, México y Venezuela, aliados de Cuba, han recortado las exportaciones a la isla en los últimos meses.
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