Después de que el presidente de EE.UU. Barack Obama decidió en enero del año pasado flexibilizar los viajes académicos, culturales y religiosos a Cuba como parte de los esfuerzos de “acercamiento” de Washington con el pueblo cubano, las visitas de artistas, profesores y otros invitados provenientes de la isla aumentaron notablemente, con una sola excepción: los altos funcionarios del gobierno de Castro.
Pero ahora, a propósito de la celebración en San Francisco, California, de la XXX Conferencia de la Asociación de Estudios Latinoamericanos, el Departamento de Estado dijo haber extendido visas al menos a 60 académicos cubanos. La excepción esta vez es que entre ellos hará el viaje Mariela Castro, hija del presidente Raúl Castro, y directora del Centro Nacional de Educación Sexual en la isla, un organismo gubernamental.
La visita ha generado gran controversia porque miembros de la comunidad cubana en el exilio se sienten ofendidos de que Washington permita la entrada a EE.UU. de una fiel representante de la dictadura más vieja en el hemisferio, cuando el régimen de La Habana sigue prohibiéndoles a muchos cubanos salir de la isla y a otros, que residen en el extranjero, les niega el derecho a entrar.
Victoria Nuland, portavoz del Departamento de Estado de EE.UU, confirmó que se había emitido visados para que 60 cubanos participen en la conferencia y dijo que se había rechazado 11 solicitudes y 6 estaban pendientes de procesar, con vista al evento, que tendrá efecto entre el 23 y 26 de mayo.
En Washington, el senador por Nueva Jersey Robert Menéndez calificó de “decepcionante” la decisión. “Ni el gobierno de EE.UU. ni la Asociación de Estudios Latinoamericanos deberían estar en el negocio de dar a un régimen totalitario como el de Cuba una plataforma para exponer su torcida retórica”, dijo.
Cuatro congresistas también cubanoamericanos, encabezados por Ileana Ros-Lehtinen, presidenta del Comité de Relaciones Exteriores de la Cámara de Representantes, pusieron de manifiesto su indignación en una carta a la secretaria de Estado, Hillary Clinton, por haber concedido visas a altos miembros del Partido Comunista de Cuba.
De acuerdo con los legisladores, la decisión del gobierno de Obama es insensata y peligrosa porque hace posible que funcionarios de un Estado que patrocina el terrorismo y con una extensa red de espionaje venga a difundir libremente en territorio estadounidense su propaganda contra Washington.
El trasfondo de las visitas
Más allá de que consideran inmoral permitirle viajar a EE.UU. a la defensora de una dictadura que mantiene en prisión injustamente al subcontratista estadounidense Alan Gross, los legisladores se amparan como asidero legal en la Proclama Presidencial 5377, que “prohíbe ofrecer visas de no inmigrante a nacionales cubanos que sean funcionarios o empleados del gobierno o del Partido Comunista de Cuba”.
Sin embargo, dijo Nuland, esa decisión presidencial “fue modificada en 1999 por el secretario de Estado, y nos permite hacer excepciones en ciertos casos”, entre las que también estaría la del historiador oficial de La Habana, Eusebio Leal, miembro del Comité Central del Partido Comunista de Cuba.
Leal, quien calificó de “acto de suprema cortesía" el haber recibido visa de EE.UU., visitó esta semana Nueva York y Washington, donde pronunció una conferencia en el centro de estudios Brookings Institution, en la que insinuó que su viaje no era fortuito sino oficial. "No estoy aquí accidentalmente sino buscando y trabajando en la dirección que considero correcta”, dijo.
En los últimos meses, las autoridades cubanas implementaron reformas económicas tolerando actividades privadas con restricciones, dieron su beneplácito para que la iglesia católica actúe como catalizadora de esos “cambios”, y mientras arrecian la represión contra los opositores que dentro de la isla no cejan en denunciar las violaciones de derechos humanos, extienden una rama de olivo a los exiliados que hoy sean prósperos empresarios y estén dispuestos a olvidar que en su país sigue habiendo una dictadura.
El funcionario Leal lo dejó bien en claro."El momento es apertura, relación, diálogo, construcción, --dijo-- y en el futuro veo con gran esperanza que los cubanos puedan reinvertir en nuestro país, que puedan llevar su experiencia, que puedan construir…”.
Cerrada la puerta que Europa le mantuvo abierta a La Habana tras agotarse los cuantiosos subsidios que recibía de la antigua Unión Soviética, y en peligro de perder los que ahora obtiene de Venezuela, el gobierno de Castro se juega la última carta que le queda, amigarse con el dinero de algunos a quienes una vez expropió y echó del país.
Pero ahora, a propósito de la celebración en San Francisco, California, de la XXX Conferencia de la Asociación de Estudios Latinoamericanos, el Departamento de Estado dijo haber extendido visas al menos a 60 académicos cubanos. La excepción esta vez es que entre ellos hará el viaje Mariela Castro, hija del presidente Raúl Castro, y directora del Centro Nacional de Educación Sexual en la isla, un organismo gubernamental.
La visita ha generado gran controversia porque miembros de la comunidad cubana en el exilio se sienten ofendidos de que Washington permita la entrada a EE.UU. de una fiel representante de la dictadura más vieja en el hemisferio, cuando el régimen de La Habana sigue prohibiéndoles a muchos cubanos salir de la isla y a otros, que residen en el extranjero, les niega el derecho a entrar.
Victoria Nuland, portavoz del Departamento de Estado de EE.UU, confirmó que se había emitido visados para que 60 cubanos participen en la conferencia y dijo que se había rechazado 11 solicitudes y 6 estaban pendientes de procesar, con vista al evento, que tendrá efecto entre el 23 y 26 de mayo.
En Washington, el senador por Nueva Jersey Robert Menéndez calificó de “decepcionante” la decisión. “Ni el gobierno de EE.UU. ni la Asociación de Estudios Latinoamericanos deberían estar en el negocio de dar a un régimen totalitario como el de Cuba una plataforma para exponer su torcida retórica”, dijo.
Cuatro congresistas también cubanoamericanos, encabezados por Ileana Ros-Lehtinen, presidenta del Comité de Relaciones Exteriores de la Cámara de Representantes, pusieron de manifiesto su indignación en una carta a la secretaria de Estado, Hillary Clinton, por haber concedido visas a altos miembros del Partido Comunista de Cuba.
De acuerdo con los legisladores, la decisión del gobierno de Obama es insensata y peligrosa porque hace posible que funcionarios de un Estado que patrocina el terrorismo y con una extensa red de espionaje venga a difundir libremente en territorio estadounidense su propaganda contra Washington.
El trasfondo de las visitas
Más allá de que consideran inmoral permitirle viajar a EE.UU. a la defensora de una dictadura que mantiene en prisión injustamente al subcontratista estadounidense Alan Gross, los legisladores se amparan como asidero legal en la Proclama Presidencial 5377, que “prohíbe ofrecer visas de no inmigrante a nacionales cubanos que sean funcionarios o empleados del gobierno o del Partido Comunista de Cuba”.
Sin embargo, dijo Nuland, esa decisión presidencial “fue modificada en 1999 por el secretario de Estado, y nos permite hacer excepciones en ciertos casos”, entre las que también estaría la del historiador oficial de La Habana, Eusebio Leal, miembro del Comité Central del Partido Comunista de Cuba.
Leal, quien calificó de “acto de suprema cortesía" el haber recibido visa de EE.UU., visitó esta semana Nueva York y Washington, donde pronunció una conferencia en el centro de estudios Brookings Institution, en la que insinuó que su viaje no era fortuito sino oficial. "No estoy aquí accidentalmente sino buscando y trabajando en la dirección que considero correcta”, dijo.
En los últimos meses, las autoridades cubanas implementaron reformas económicas tolerando actividades privadas con restricciones, dieron su beneplácito para que la iglesia católica actúe como catalizadora de esos “cambios”, y mientras arrecian la represión contra los opositores que dentro de la isla no cejan en denunciar las violaciones de derechos humanos, extienden una rama de olivo a los exiliados que hoy sean prósperos empresarios y estén dispuestos a olvidar que en su país sigue habiendo una dictadura.
El funcionario Leal lo dejó bien en claro."El momento es apertura, relación, diálogo, construcción, --dijo-- y en el futuro veo con gran esperanza que los cubanos puedan reinvertir en nuestro país, que puedan llevar su experiencia, que puedan construir…”.
Cerrada la puerta que Europa le mantuvo abierta a La Habana tras agotarse los cuantiosos subsidios que recibía de la antigua Unión Soviética, y en peligro de perder los que ahora obtiene de Venezuela, el gobierno de Castro se juega la última carta que le queda, amigarse con el dinero de algunos a quienes una vez expropió y echó del país.