El gobierno venezolano ha apostado por una estrategia defensiva para asegurar la continuidad de su proyecto político, con movilizaciones populares y entrenamientos de sus comandos especiales de seguridad como demostraciones de "fuerza", a una semana del inicio de un nuevo periodo presidencial, advierten analistas.
El próximo 10 de enero, fecha designada para la toma de posesión del nuevo mandatario en Venezuela, será uno de los días más tensos en la crisis postelectoral en el país, cuya presidencia se disputan el actual mandatario Nicolás Maduro y el excandidato opositor Edmundo González.
Tanto el oficialismo como la oposición han llamado a sus seguidores a salir a las calles para demostrar su apoyo previo a la juramentación.
El gobierno de Maduro apuesta esencialmente por combinar en las calles de Caracas “una gran plataforma militar”, con miles de simpatizantes para poder instalar un nuevo gobierno para los siguientes 6 años, afirmó a la Voz de América el politólogo Leandro Rodríguez Linárez.
Esa estrategia pasa por “la violencia institucionalizada”, dijo.
Maduro, declarado ganador por el ente electoral nacional sin aportar pruebas contundentes, ha asegurado que tomará el poder y advertido que no tolerará los intentos desestabilizadores de la oposición, que denuncia fraude y proclama a González como vencedor. El exdiplomático aseguró por su parte que regresaría desde su exilio en España para asumir la jefatura del Estado.
En ese contexto, el oficialismo venezolano ha anunciado varias estrategias de “defensa” para continuar gobernando, a la par de sus denuncias sobre el presunto intento de sus detractores de tomar el poder a la fuerza con la activación de “grupos terroristas”, según los expertos consultados.
“Todo el mundo sabe lo que el chavismo hará en caso de que la presión suba. Nadie sabe con creces qué harán González Urrutia y (la líder opositora María Corina) Machado, pues no han revelado sus estrategias” y planes para eventualmente asumir el poder in situ la próxima semana, resaltó Rodríguez Linárez.
Los ejercicios de cuerpos de seguridad y las movilizaciones de simpatizantes chavistas son “demostraciones de fuerza” ante la posibilidad de protestas opositoras en el marco del 10 de enero, de acuerdo con el politólogo José Vicente Carrasquero.
“Son una confirmación de que ellos saben que no ganaron las elecciones y que mantenerse en el poder va a tener un altísimo costo en términos de represión” y entre denuncias de su ilegitimidad de origen, indicó el analista a la VOA.
Según altos voceros del chavismo, policías y militares del Estado venezolano están preparados para dar una “brutal respuesta” a quien tenga la intención de “atacar” al país para impedir la asunción de un nuevo mandato de Maduro en los próximos días.
“El que intente meterse con Venezuela, la va a pagar muy caro”, dijo el domingo pasado el ministro de Interior y uno de los hombres fuertes del chavismo, Diosdado Cabello, un teniente retirado que participó en el golpe de Estado de noviembre de 1992.
Según pudo verse en una transmisión en el canal estatal VTV, el propio Cabello hizo prácticas de tiro en la inauguración de un centro de entrenamiento de fuerzas especiales de la Policía Nacional Bolivariana, en el estado central de La Guaira.
El ministro pidió entrenar allí a civiles como parte de una política de Estado de “defensa de la patria”, que involucra una “fusión” de los ciudadanos y de los cuerpos de seguridad.
Pulso político y de calle
Días antes, la líder opositora María Corina Machado publicó en sus redes sociales un mensaje para los policías y militares venezolanos, a quienes pidió derribar “el último obstáculo” que existe para lograr “la libertad” del país de cara a una transición.
Maduro, Cabello y otros altos cargos del oficialismo, como el fiscal general Tarek William Saab y Jorge Rodríguez, presidente del Parlamento; han denunciado que existen presuntos planes violentos de la oposición venezolana y sus aliados extranjeros para deponerlos violentamente del poder tras las elecciones presidenciales de julio.
La Fuerza Armada Nacional Bolivariana afirmó en un video difundido en un acto oficial de fin de año, al cual asistió Maduro, que había desarticulado cinco intentonas golpistas en 2024.
Maduro y Cabello han desestimado también las declaraciones de Edmundo González sobre su regreso para asumir la Presidencia el 10 de enero e incluso han sugerido que sería arrestado si llegase al país.
Machado, quien dice encontrarse en clandestinidad en Venezuela por temor a ser detenida o agredida, convocó al país a ir a “la calle” este mes para “cobrar la victoria” electoral de julio. “Preparémonos, nos vemos en las calles en enero”, dijo el miércoles.
Dirigentes de la oposición, organismos internacionales para los derechos humanos y gobiernos, entre ellos el de Estados Unidos, han denunciado el recrudecimiento de la represión y persecución de la disidencia política en Venezuela tras los comicios presidenciales.
Movilizaciones populares
Ante un posible escenario de conflictos antes de la fecha de asunción presidencial, el gobernante Partido Socialista Unido de Venezuela programó movilizaciones populares. Nicolás Maduro, líder de la formación, anticipó que sus simpatizantes estarán en la calle desde este jueves.
El 10 de este mes, indicó la semana pasada, el oficialismo prevé llenar “10 avenidas” de la capital, Caracas, mientras se juramenta en la sede del poder legislativo. De momento, en las ciudades principales del país se observa la normalidad tras las celebraciones de Fin de Año.
Las concentraciones se mantendrán hasta el 4 de febrero, dijo el presidente venezolano. Según Maduro, tener a sus adeptos en la calle significa para su gestión “tranquilidad, seguridad, estabilidad y paz”.
En febrero pasado, Diosdado Cabello destacó la existencia de “unidades populares de paz” del Partido Socialista como parte de la estrategia de defensa del proyecto chavista, grupos que contarían con “entrenamiento en el terreno”, compartirían información con los organismos de seguridad y serían capaces de trasladarse al “centro del poder”, en Caracas, desde otras regiones.
Para el politólogo José Vicente Carrasquero, el gobierno “usa el miedo para anticipar un posible comportamiento de protesta”, en un escenario similar a las represiones postelectorales.
Carrasquero insistió en que el oficialismo venezolano “apela a la violencia como mecanismo para mantenerse en el poder” ante las dudas sobre su victoria electoral en julio.
Rodríguez Linárez, por su parte, consideró que la controversia de la juramentación presidencial transcurre en medio de represiones de la oposición y de una impopularidad “enorme” de Maduro, a pesar de los resultados oficiales de la elección.
“La fuerza (del gobierno) se trata de imponer contra un juego de estrategias e inteligencia que aún no se sabe” por parte de la oposición, apuntó el experto.
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