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Desafíos para jóvenes en América Latina: “Hay que darles herramientas para que no se vean obligados a emigrar”


Daniel Del Valle, presidente del Consejo Asesor de Juventud de ONU Habitat y exembajador del Organismo Internacional de Juventud ante las Naciones Unidas, posa para la Voz de América desde el foro Concordia en Nueva York el 25 de septiembre de 2024.
Daniel Del Valle, presidente del Consejo Asesor de Juventud de ONU Habitat y exembajador del Organismo Internacional de Juventud ante las Naciones Unidas, posa para la Voz de América desde el foro Concordia en Nueva York el 25 de septiembre de 2024.

El acceso a la educación y el emprendimiento juvenil en América Latina han mejorado en los últimos años. Sin embargo, desafíos como el desempleo, la informalidad laboral y la desigualdad siguen afectando a millones de jóvenes en la región.

En las últimas décadas, el acceso a la educación ha mejorado considerablemente en América Latina. Según datos de la CEPAL (Comisión Económica para América Latina y el Caribe), la tasa de matriculación en la educación secundaria ha superado el 75 % en la mayoría de los países de la región.

Esto significa que más jóvenes tienen acceso a herramientas fundamentales para su desarrollo profesional. Además, el incremento en la educación superior ha permitido que los jóvenes se preparen para enfrentar los desafíos de un mercado laboral globalizado.

A nivel económico, el ecosistema emprendedor ha encontrado terreno fértil entre la juventud latinoamericana. Países como México, Chile, y Brasil se han convertido en hubs tecnológicos donde los jóvenes emprendedores lideran innovadoras empresas de nueva creación (start-ups). Según el Global Entrepreneurship Monitor, en 2022, el 18, 5 % de los jóvenes entre 18 y 34 años en América Latina estaban involucrados en algún tipo de actividad emprendedora. Esto sugiere que, aunque el desempleo juvenil es alto, muchos están optando por crear sus propias oportunidades con el objetivo de encontrar una estabilidad económica en un contexto que da poco margen para el optimismo.

“En la región hemos visto que ha habido muchas complejidades, entonces el joven de por sí tiene miedo por conseguir un trabajo digno o una vivienda”, admite Daniel Del Valle, presidente del Consejo Asesor de Juventud de ONU Habitat y ex embajador del Organismo Internacional de Juventud ante las Naciones Unidas, en declaraciones a la Voz de América.

Este joven, que lleva varios años implicándose en diversos proyectos enfocados en los jóvenes de América Latina a través de organismos dependientes de las Naciones Unidas, celebra los numerosos proyectos que se han llevado a cabo en la región para potenciar este segmento de población con tal de dar mejores garantías de futuro.

Los retos de la juventud en América Latina
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A través del organismo ONU Hábitat se están desarrollando “programas más enfocados a las regiones y que busca que el joven se involucre activamente en cómo mejorar nuestra sociedad desde una perspectiva local”.

Con todo, admite, que lo que se busca también es que los residentes de estas zonas no se vean obligados a migrar forzosamente por razones económicas o climáticas, los factores más comunes que contribuyen a la migración.

“Creo que una de las mejores formas de reducir los índices de migración por estas razones pasa por dar más oportunidades a nuestros jóvenes y dar garantías de un futuro digno para las próximas generaciones”, comentó Del Valle.

Pese a estos avances, los jóvenes enfrentan un mercado laboral que no siempre es capaz de absorber el talento generado. La tasa de desempleo juvenil en América Latina ronda el 16 %, más del doble de la tasa general de desempleo, según la Organización Internacional del Trabajo (OIT). La informalidad es otro problema que afecta a la juventud: se estima que el 55 % de los jóvenes trabajan en empleos informales, lo que limita sus oportunidades de desarrollo a largo plazo y afecta la estabilidad de las economías locales.

A esto se suma la creciente desigualdad que afecta a los jóvenes de sectores vulnerables. Las oportunidades educativas y laborales no se distribuyen de manera equitativa, y en muchas comunidades rurales o marginales, los jóvenes carecen de acceso a una educación de calidad y a oportunidades laborales dignas. La pobreza, que afecta a casi el 30% de la población joven en la región, agrava esta situación, limitando el potencial de una parte significativa de la población juvenil.

El futuro de los jóvenes en América Latina, aclara Del Valle, está profundamente ligado a las políticas que los gobiernos implementen en los próximos años. La inversión en educación, especialmente en áreas como tecnología y sostenibilidad, será clave para que los jóvenes puedan competir en un mercado laboral global cada vez más exigente. Asimismo, el fortalecimiento de programas de apoyo al emprendimiento juvenil podría contribuir a reducir la tasa de desempleo y generar nuevas oportunidades en sectores emergentes.

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