Primero fue la noticia de que una empresa estatal china ayudó a construir un proyecto en Indonesia que incluirá un hotel y campo de golf con la marca Donald Trump. Días después, el presidente tuiteó que su gobierno mitigará las sanciones contra el fabricante chino de teléfonos celulares ZTE, acusado de espionaje.
Expertos en ética y adversarios políticos dicen que es un caso flagrante en el que Trump intercambia favores de sus negocios por modificaciones en la política del gobierno, una situación que habían previsto que sucedería cuando el magnate inmobiliario rechazó deshacerse de sus enormes intereses empresariales.
Estas preocupaciones en torno a Trump y a sus previas actividades empresariales empezaron el día de su juramentación. Su hotel en Washington, a pocas cuadras de la Casa Blanca, se ha convertido en un imán para los gobiernos extranjeros que buscan ejercer influencia sobre su gobierno, entre ellos grupos vinculados con Kuwait, Bahréin, Turquía, Malasia y Arabia Saudí. Su balance financiero la semana pasada revela que el hotel tuvo ingresos superiores a los 40 millones de dólares el año pasado.
Según una encuesta nacional de la Universidad de Quinnipiac en marzo, el 57% de los estadounidenses cree que Trump no es honesto. Sin embargo, su tasa de aprobación en la misma encuesta, el mes pasado, fue de 41%, la más alta de su presidencia.
Shana Gadarian, psicóloga política de la Universidad de Syracuse, dijo que quienes siguen la política tienden a ser partidistas y a no prestar atención a la información que contradice sus creencias.
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