El presidente de la Cámara de Representantes, Paul Ryan, no quiso criticar directamente a Donald Trump por sus declaraciones del martes sobre cómo los dueños de armas deberían tomar las armas si Hillary Clinton llega a abolir la Segunda Enmienda de la Constitución de Estados Unidos.
“He estado un poco ocupado”, se disculpó Ryan durante una conferencia el martes por la noche luego de su abrumador triunfo en las primarias republicanas para Representantes de Wisconsin, pero luego dijo: “A mí me suena como una broma que salió mal. Nunca se debe bromear sobre eso. Espero que lo aclare rápidamente”.
Trump desató la más reciente controversia cuando dejó de leer del teleprompter durante un mitin político en Wilmington, Carolina del Norte.
“Hillary quiere abolir, esencialmente quiere abolir la Segunda Enmienda. Por cierto, y si consigue escoger sus jueces, nada que puedan hacer, amigos”, dijo advirtiendo que les van a quitar el derecho a tener y portar armas que contempla la Segunda Enmienda.
Luego agregó “Aunque la gente de la Segunda Enmienda, tal vez sí puedan [hacer algo], no lo sé”, insinuando que los que tienen armas sí pueden hacer algo contra Hillary o contra los jueces que nombre.
Luego de culpar a los medios por sacar de contexto sus declaraciones, Trump dijo que lo que quiso decir fue que los dueños de armas deben ejercer su poder de voto colectivo para evitar que gane Clinton.
Otras personas tampoco lo entendieron así.
Bernice King,hija del líder de los derechos civiles Martin Luther King Jr., dijo que “como hija de un líder que fue asesinado, encuentro los comentarios de Trump desagradables, preocupantes, peligrosos”, tuiteó.
El Servicio Secreto también reconoció el martes en un tuit que sus agentes están “al tanto” del comentario de Trump.
Como era de esperar, la campaña de Clinton calificó el comentario como "peligroso". "Una persona que quiere ser presidente de Estados Unidos no debería sugerir violencia de ninguna manera", dijeron.
Pero tras las declaraciones de Trump, la poderosa Asociación Nacional del Rifle ofreció su mayor regalo a la campaña del magnate republicano hasta ahora: $3 millones de dólares en publicidad que ataca a Clinton como una hipócrita por vivir bajo la protección del Servicio Secreto mientras promueve restricciones a la compra y tenencia de armas.
