Mientras estudiaba el doctorado en Ingeniería Civil en la Universidad de Florida, en 2013, David Verdugo empezó a interesarse por la cerveza artesanal.
Este joven ecuatoriano, que se mudó a Estados Unidos hace más de dos décadas, es un apasionado de las matemáticas y las ciencias y fue gracias a eso que pudo descubrir cómo se elabora esta bebida tan popular en todo el mundo.
Con el tiempo, su casa se acabó convirtiendo en un auténtico laboratorio de pruebas: se pasaba los días leyendo fórmulas e interesándose sobre las posibilidades de comercialización de la cerveza artesanal.
El descubrimiento de la sidra en EE. UU.
Hasta que un día descubrió la sidra. “Probé la sidra y me di cuenta que era un producto diferente que nunca había probado antes”, explicó el hombre sobre esta bebida alcohólica producida a partir del jugo fermentado de la manzana o la pera.
En ese momento llamó a su hermano Daniel para que compartiera su sidra artesanal con sus compañeros de trabajo. “Le empezaron a preguntar ‘¿Quién está haciendo este producto?’, ‘¿De dónde viene este producto?’”, relató David Verdugo, de 33 años, durante una entrevista con la Voz de América en su fábrica de sidra artesanal en Pompano Beach, Florida.
Así fue cómo ambos se dieron cuenta de que en el sur de la Florida había “un mercado grande” con muchas posibilidades de negocio.
“Era 2015, tomamos un curso de cómo elaborar y comercializar la sidra y a partir de ahí empezamos a ganar nuestros primeros premios de sidra. En ese entonces, nos dimos cuenta de que teníamos que empezar una empresa aquí en el sur de la Florida enfocada en la elaboración de sidra artesanal”, dijo.
Cumpliendo el “sueño americano”
La sidra, según cuenta Verdugo, “es un producto relativamente nuevo” en Estados Unidos, aunque su historia en otras partes del mundo se remonta a muchos siglos. “La sidra es muy famosa en países como Inglaterra, en España, Francia, donde lleva elaborándose desde hace varios siglos”, explica.
Podrían haber elaborado cerveza o vino, pero ellos quisieron enfocarse en la sidra porque, de alguna manera, su sabor podía evocar a las raíces latinoamericanas y convertir su producto en un emblema cultural de su país de origen.
“Nuestro enfoque era elaborar un producto que estuviera basado e inspirado en nuestras raíces latinas”, expone orgulloso, recordando que cuando se mudaron a Estados Unidos, en 2001, con ellos también vinieron “los sabores de nuestro país, como el maracuyá, el mango o la piña”.
Después de todo el esfuerzo, ahora empiezan a ver los frutos con su compañía “Broski Ciderworks”. “Sí, por supuesto que estamos viviendo el sueño americano”, dice sin titubear Daniel Verdugo, el otro hermano, de 30 años, al preguntarle sobre sus logros en Estados Unidos.
“Hemos tenido la oportunidad de establecer este negocio y crear una comunidad, es algo muy especial y lo apreciamos mucho definitivamente”, agrega.
Lidiando con el impacto del COVID-19
Su proyecto ha acaparado gran atención en todo el país y ahora comercializan su producto tanto en Estados Unidos como otros territorios de América Latina y el Caribe. Pero, como muchas empresas, ellos también sufrieron los estragos de la crisis del coronavirus.
Muchos locales se vieron obligados a cerrar para frenar el brote del mortal virus y eso, irremediablemente, les acabó afectando a su negocio. Sin embargo, gracias a su innovador proyecto empresarial, pudieron optar por unas ayudas económicas, valoradas en más de 11 millones de dólares, ofrecidas por la compañía estadounidense Comcast, a través de su programa Comcast Rise, dirigida a emprendedores de minorías, como los latinos y los afroamericanos.
“Fue una etapa muy dura de nuestro negocio y sufrimos bastante. Siempre quisimos mantener a nuestros empleados, pero sé que este tipo de ayudas nos va a ayudar a hacer crecer nuestro negocio en el futuro”, comentó.
Gracias a esa inyección económica, aseguró Verdugo, ahora van a poder desarrollar la parte digital de la compañía para potenciar las ventas a través de internet.
Echando la vista atrás, los hermanos Verdugo están satisfechos de los “riesgos” que tomaron en su día para iniciar juntos este proyecto empresarial. “No ha sido fácil”, dicen, “pero ha valido la pena”.
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