“La manifestación del domingo 15 M para mí fue lo mejor, porque fue previa a las elecciones y pedían la reflexión tanto a los ciudadanos como a los políticos. Fue una marcha muy pacífica y muy participativa”.
Esa noche nacieron las primeras acampadas, cuenta Izaskun Pérez García. “Al principio tenían carácter reivindicativo, con muchas asambleas donde se intentaba llegar a puntos básicos de exigencia y meter presión política, pero no ha dado resultado: las clases políticas han obviado a los manifestantes y las plazas se han convertido en comunas hippies. Se ha perdido fuelle”.
Sin embargo, la gente sigue indignada. El movimiento del 15 M ya ha advertido a las autoridades que la protesta continúa dos semanas después de que multitud de personas se acercaran a la céntrica Puerta del Sol en Madrid para pedir una democracia real que aporte soluciones a una situación económica, política y social en quiebra. La protesta, que rápidamente se propagó al resto de España, se prolongará al menos hasta el próximo jueves.
Los manifestantes acordaron en una asamblea el futuro del campamento más simbólico de los llamados "indignados", y la continuidad de sus reivindicaciones.
"No hay consenso sobre el hecho de levantar el campamento, estamos de acuerdo en eso. No en no levantar el campamento sino en que no hay consenso sobre ello, eso nos da una buena razón para remitir hasta el jueves al menos la decisión de irnos", dijo uno de los portavoces del movimiento a la agencia Reuters.
“Yo creo que deberían cesar las acampadas y organizar algo cada domingo del mes, por ejemplo, para que pueda participar toda la población (no solo los desempleados) y no dar la imagen de pérdida de tiempo”, aporta Izaskun Pérez.
El movimiento apartidista alcanzó cuatro reclamos básicos al sistema: una reforma electoral más representativa y proporcional; la lucha contra la corrupción; la separación de los poderes públicos y la creación de mecanismos de control ciudadano sobre los políticos.