La recuperación de los precios internacionales de crudo ha llevado a expertos a augurar un “superciclo” favorable para el futuro de la materia prima en los mercados. Pero, ¿cuán beneficioso sería para Venezuela, la histórica potencia latina del rubro petrolero?, según analistas, muy poco.
El precio del crudo Brent, que dicta las tendencias del mercado internacional, ha escalado cerca de 70% en los últimos seis meses luego de los efectos negativos jamás vistos en 20 años y la reducción de producción de parte de la Organización de Países Exportadores de Petróleo y sus aliados por la pandemia.
Esa tendencia al alza ha llevado a consultores de firmas internacionales, como JP Morgan, a avisar a principios de marzo que el petróleo estaría a las puertas de un superciclo, como se define a un extenso período de auge de la demanda de un amplio portafolio de materias primas que provoca el colapso de la demanda e inminentemente el aumento de sus precios en los mercados internacionales.
Los reportes citados explican que los estímulos fiscales y la agudización de los programas de vacunación contra el COVID-19 mientras los gastos en nuevas formas de producción disminuyen, catapultarían los precios por varios años.
Los superciclos económicos suelen coincidir con períodos de rápida industrialización global, como en la posguerra en Europa y Japón, o el fugaz auge financiero de China y otros países emergentes, como India.
La Agencia Internacional de Energía, IEA por sus siglas en inglés, dijo sin embargo en su último informe mensual que la expectativa de un período sostenido de aumentos dramáticos de los precios del crudo es “equivocada”.
Indicó que su data y análisis apuntan hacia un escenario distinto a un eventual superciclo, como el que experimentó el rubro entre 2000 y 2014, cuando los precios del petróleo superaron los 100 dólares por barril.
Si bien puede haber subidas drásticas de los precios, estos no se sostendrían en el tiempo, pronostica la Agencia, descartando por el momento ese escenario.
¿Y Venezuela?
La industria petrolera venezolana está diezmada a niveles propios de la primera mitad del siglo pasado. Su capacidad de producción se ha reducido a entre 400.000 y 500.000 barriles diarios en los últimos meses -era de 3,2 millones de barriles por jornada en 1999, cuando Hugo Chávez asumió la presidencia-.
Las sanciones económicas impuestas a la estatal PDVSA por el gobierno estadounidense entre 2017 y 2020 empeoran la ya existente crisis en el sector, han explicado analistas consultados por la Voz de América.
El gobierno de Nicolás Maduro prometió aumentar la producción diaria a 1,5 millones de barriles, aunque sus reportes no parecen indicar una mejoría notable: la OPEP detalló que Venezuela produjo 538.000 barriles en febrero.
La actual situación política y económica de Venezuela hace “bastante difícil” que el país aproveche una eventual alza sostenida de precios del crudo, opina Juan Fernández, exdirectivo de PDVSA y especialista en gerencia energética.
El experto piensa que contemplar una recuperación petrolera de Venezuela bajo la conducción política de Maduro, con el actual modelo de negocios, es una “utopía”.
“No veo una recuperación de la producción en el corto plazo. Maduro y quienes están a su alrededor se han dado cuenta de que no tienen la capacidad financiera ni gerencial para reactivar el mercado”, asegura a la VOA.
El exdirectivo petrolero estima que hay una “producción diferida” en Venezuela de aproximadamente 300.000 barriles al día de pozos que están paralizados por daños de piezas menores, como tableros, cuya reparación o sustitución sería rápida. Otros 200.000 barriles por jornada podrían sumarse si se flexibilizaran algunas sanciones que afectan a empresas estadounidenses, como Chevron.
Carlos Mendoza Potellá, economista venezolano con investigaciones sobre la industria petrolera desde hace al menos 40 años, augura que el “cambio radical” del negocio energético luego de la tercera ola de la pandemia dificultará un aumento sostenido de los precios de las materias primas en el mundo.
“Superciclo no va a poder haber, porque acaba de culminar el superciclo de la pandemia”, remarca a la Voz de América. “Los especuladores de Wall Street siempre están a la caza de alguna cosa como la del Canal de Suez”, en Egipto, donde el encallamiento por seis días del megabuque Ever Green obstaculizó el tránsito de 400 embarcaciones y disparó temporalmente el precio del crudo Brent, dice.
"No va para el baile"
Venezuela, a juicio de Mendoza Potellá, “no va para el baile” de la materia petrolera mundial debido a la paralización de 13.000 de sus pozos, conjetura.
“Lo que hay que hacer (para recuperar la industria venezolana) es gigantesco y no tenemos los fondos. Venezuela ya no es un actor influyente en petróleo. Va a ser un país con petróleo, apetecible”, subraya.
El experto, que es también profesor de economía petrolera, secunda la teoría de que Venezuela ya no gozará de una renta similar a la de los años 60, por ejemplo, cuando producir un barril de crudo costaba 35 centavos de dólar a empresas extranjeras, como la Shell, para luego venderlo en los mercados internacionales a dos dólares.
“No es el gigantesco negocio que va a sostener a la economía venezolana, que va a ser la palanca. ¿Se tiene que sostener con el petróleo? ¡No! Venezuela no es Arabia Saudita, Irán. Puede parecerse a México, a Estados Unidos”, acota.
Fernández advierte, por su parte, que el gobierno no muestra la intención de adaptarse a los cambios estructurales que Estados Unidos, Europa y hasta China han impulsado en el mercado petrolero mundial en los últimos seis años, un nuevo esquema que incluye energías alternativas y renovables, como la descarbonización de la energía o la captación de dióxido de carbono.
Tampoco ve en el horizonte un escenario de precios elevados, de 150 dólares por barril. Sostiene que países con importantes reservas, como Venezuela, Irak y Arabia Saudita, no están ganados a acabarlas aceleradamente en un superciclo.
“Hay quienes hablan de una curva de crecimiento de demanda de petróleo por unos 30 años más, hasta 2050. De allí en adelante, el peso relativo del petróleo va a ir bajando. Si aceleran demasiado el precio, el recorte de la vida útil del petróleo se hace proporcional”, apunta Fernández.
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