La buena noticia es que la enconada polarización en la capital estadounidense no conducirá a un nuevo cierre del gobierno.
Sin embargo, al aprestarse la mayoría demócrata en la cámara baja a presentar un proyecto de presupuesto provisional para mantener las luces encendidas y pagar a la tropa, hay escasas pruebas de que el Capitolio podrá jactarse de otros logros legislativos en el futuro inmediato.
El proyecto, que se daría a conocer pronto y pasaría a votación esta semana, mantendría al gobierno en funcionamiento hasta el 21 de noviembre y daría tiempo para negociar las asignaciones presupuestarias anuales por un total de mil 400 millones de dólares. Algunas asignaciones no pueden esperar, como los fondos para el censo 2020 y 20 millones de dólares para combatir el ébola en África.
Es probable que el presidente Donald Trump obtenga los fondos para seguir pagando a los agricultores afectados por sus agresivas políticas comerciales hacia China.
Dado que el presupuesto provisorio es el único proyecto indispensable en el horizonte, los legisladores lo utilizan como locomotora para convertir otras prioridades en leyes. El grupo de asignaciones, negociadas a puertas cerradas, son prueba abundante de la disfunción crónica que afecta al Congreso.
La cámara en poder de los demócratas y el Senado en manos de los republicanos no solo no se ponen de acuerdo sobre los grandes temas como la infraestructura, el control de armas y la salud pública. Tampoco coinciden en asuntos que generalmente se aprueban por amplia mayoría, como la ampliación a corto plazo del seguro federal contra inundaciones o el Export-Import Bank, que ayuda a financiar negocios de exportación de grandes empresas como Boeing.
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