La protección de los recursos naturales no renovables, las medidas para enfrentar el cambio climático, los proyectos para la disminución de contaminantes, los controles a la emisión de CO2, la reforestación y la apuesta por prácticas amigables con el medio ambiente han estado ausentes de la campaña presidencial de EE.UU.
Es más, el tema que es una preocupación mundial, ha sido motivo de burlas y mofas de parte de los dos candidatos. Hace cuatro años, Barak Obama fue más al fondo del problema y se atrevió a proponer soluciones ‘dolorosas’, pero efectivas, en esta ocasión la problemática medioambiental no ha tenido la misma intensidad de parte del candidato demócrata.
El republicano Mitt Romney se burló de las expresiones de Obama cuando este dijo que bajaría el nivel de los océanos.
"El presidente Obama prometió frenar el crecimiento del nivel de los océanos y sanar el planeta. Mi promesa es ayudarlos a ustedes y a sus familias", dijo Romney, y esperó las sonrisas de los asistentes a la convención de su partido.
Las promesas del actual presidente se han visto obstaculizadas en el Congreso, tanto por republicanos como demócratas.
En respuesta a las propuestas de Obama, la Cámara de Representantes presentó un proyecto de ley sobre el clima y la energía que pretende una disminución en las emisiones de gases de efecto invernadero en EE.UU. En las audiencias se dejó ver la resistencia de la minoría republicana, quien es clara portavoz de grandes industriales.
A su turno, un sector de los demócratas, manifestó su preocupación por la “inutilidad” de la instauración de dicho mecanismo de reducción de las emisiones de CO2. El argumento es que nada servirá si no se incluye a los países en desarrollo.
Así las cosas, en el Congreso prevalecen los intereses de los industriales de la producción eléctrica con base en el carbón y de las petroleras.
EE.UU. posee los índices más altos de emisión de gases de efecto invernadero por habitante en el mundo.
Cualquiera que ocupe la Casa Blanca deberá decidir si se explotan los minerales de las grandes reservas y se construye un gran oleoducto que generará empleo, divisas, pero también daños irreparables a los ecosistemas. Los republicanos han sido más directos, mantener la vocación industrial que los ha caracterizado. Los demócratas han seguido el mismo camino a pesar de manejar un discurso contrario. Más allá de quién cumpla, la clave es el deterioro del medio ambiente.
El plan de reactivación económica de Obama, implica la generación de recursos para las energías verdes, sin embargo todo está en el papel.
A esta altura de la campaña son claras las posturas de los dos aspirantes: Obama manifiesta un compromiso con las políticas contra el cambio climático. Reducción del uso del carbón. Apuesta por las energías renovables. Promoción de la “eficiencia energética” de los vehículos. Y Romney es claro en decir no a la limitación de emisiones. Se orienta a recuperar el uso del carbón. Incrementar uso en hidrocarburos. La privatización de recursos naturales, incluyendo bosques y no menciona al cambio climático.
Posiciones antagónicas sin duda
Ahora, el gobierno demócrata defiende claramente la lucha en favor del medio ambiente, sin embargo, quedó demostrado con el huracán ‘Sandy’, que poco se ha hecho, porque si bien no se puede evitar el fenómeno del clima, sí se pueden contrarrestar los efectos con la protección de los recursos naturales. Resultado: la costa este de EE.UU totalmente sometida a la tempestad y millones de estadounidenses pasando amargas dificultades por la falta de previsión.
Obama puso en marcha el plan Great American Outdoors, una iniciativa para proteger el paisaje y recuperar zonas boscosas, sin embargo el plan se quedó corto a juicio de ecologistas que manifiestan que no es suficiente con lo que ha ejecutado.
Ya el debate no es si las promesas se cumplen, es necesario definir cuándo los gobiernos de todo el mundo priorizan los intereses de la vida en lugar de los de la industrialización. Hoy es EE.UU., el medio ambiente no está en la agenda de campaña, mañana serán otras naciones que deberán elegir a sus gobernantes. ¿Estará planteada con claridad una política para defender la naturaleza de los embates de industriales que saquean el planeta de sus minerales sin pensar en el futuro del globo?
Qué lejos estamos de lograr poner la vida de las próximas generaciones por encima de los apetitos de multinacionales que recorren el mundo deforestando, rompiendo la tierra y dejando desiertos a su paso. O los que con sus chimeneas inundan el espacio de nubes que terminarán por asfixiarnos.
Es más, el tema que es una preocupación mundial, ha sido motivo de burlas y mofas de parte de los dos candidatos. Hace cuatro años, Barak Obama fue más al fondo del problema y se atrevió a proponer soluciones ‘dolorosas’, pero efectivas, en esta ocasión la problemática medioambiental no ha tenido la misma intensidad de parte del candidato demócrata.
El republicano Mitt Romney se burló de las expresiones de Obama cuando este dijo que bajaría el nivel de los océanos.
"El presidente Obama prometió frenar el crecimiento del nivel de los océanos y sanar el planeta. Mi promesa es ayudarlos a ustedes y a sus familias", dijo Romney, y esperó las sonrisas de los asistentes a la convención de su partido.
Las promesas del actual presidente se han visto obstaculizadas en el Congreso, tanto por republicanos como demócratas.
En respuesta a las propuestas de Obama, la Cámara de Representantes presentó un proyecto de ley sobre el clima y la energía que pretende una disminución en las emisiones de gases de efecto invernadero en EE.UU. En las audiencias se dejó ver la resistencia de la minoría republicana, quien es clara portavoz de grandes industriales.
A su turno, un sector de los demócratas, manifestó su preocupación por la “inutilidad” de la instauración de dicho mecanismo de reducción de las emisiones de CO2. El argumento es que nada servirá si no se incluye a los países en desarrollo.
Así las cosas, en el Congreso prevalecen los intereses de los industriales de la producción eléctrica con base en el carbón y de las petroleras.
EE.UU. posee los índices más altos de emisión de gases de efecto invernadero por habitante en el mundo.
Cualquiera que ocupe la Casa Blanca deberá decidir si se explotan los minerales de las grandes reservas y se construye un gran oleoducto que generará empleo, divisas, pero también daños irreparables a los ecosistemas. Los republicanos han sido más directos, mantener la vocación industrial que los ha caracterizado. Los demócratas han seguido el mismo camino a pesar de manejar un discurso contrario. Más allá de quién cumpla, la clave es el deterioro del medio ambiente.
El plan de reactivación económica de Obama, implica la generación de recursos para las energías verdes, sin embargo todo está en el papel.
A esta altura de la campaña son claras las posturas de los dos aspirantes: Obama manifiesta un compromiso con las políticas contra el cambio climático. Reducción del uso del carbón. Apuesta por las energías renovables. Promoción de la “eficiencia energética” de los vehículos. Y Romney es claro en decir no a la limitación de emisiones. Se orienta a recuperar el uso del carbón. Incrementar uso en hidrocarburos. La privatización de recursos naturales, incluyendo bosques y no menciona al cambio climático.
Posiciones antagónicas sin duda
Ahora, el gobierno demócrata defiende claramente la lucha en favor del medio ambiente, sin embargo, quedó demostrado con el huracán ‘Sandy’, que poco se ha hecho, porque si bien no se puede evitar el fenómeno del clima, sí se pueden contrarrestar los efectos con la protección de los recursos naturales. Resultado: la costa este de EE.UU totalmente sometida a la tempestad y millones de estadounidenses pasando amargas dificultades por la falta de previsión.
Obama puso en marcha el plan Great American Outdoors, una iniciativa para proteger el paisaje y recuperar zonas boscosas, sin embargo el plan se quedó corto a juicio de ecologistas que manifiestan que no es suficiente con lo que ha ejecutado.
Ya el debate no es si las promesas se cumplen, es necesario definir cuándo los gobiernos de todo el mundo priorizan los intereses de la vida en lugar de los de la industrialización. Hoy es EE.UU., el medio ambiente no está en la agenda de campaña, mañana serán otras naciones que deberán elegir a sus gobernantes. ¿Estará planteada con claridad una política para defender la naturaleza de los embates de industriales que saquean el planeta de sus minerales sin pensar en el futuro del globo?
Qué lejos estamos de lograr poner la vida de las próximas generaciones por encima de los apetitos de multinacionales que recorren el mundo deforestando, rompiendo la tierra y dejando desiertos a su paso. O los que con sus chimeneas inundan el espacio de nubes que terminarán por asfixiarnos.