Un ejecutivo petrolero estadounidense liberado de custodia en Venezuela dijo que aunque celebra con su familia el fin de una larga “pesadilla”, reza por la liberación de cinco colegas que siguen detenidos y “merecen las mismas bendiciones”.
Gustavo Cárdenas llegó a su residencia en Houston a las 4 de la mañana del miércoles luego de volar durante la noche desde Caracas acompañado de un alto funcionario del Departamento de Estado, quien fue enviado a negociar la liberación de prisioneros estadounidenses en la nación sudamericana.
En un comunicado enviado a The Associated Press, dijo que su encarcelamiento por más de cuatro años “ha causado mucho sufrimiento y dolor, mucho más del que puedo expresar con palabras”.
“Salí de la cárcel y recuperé mi libertad luego de aproximadamente 1.570 días de detención indebida. Fue un momento muy difícil marcado por el profundo dolor, pero también por la fe, la esperanza, el amor, y la supervivencia”, agregó.
Pidió la pronta liberación del resto de los llamados 6 de Citgo, nombre que hace referencia a la compañía petrolera de Houston para la que trabajaban. “Ellos y sus familiares merecen las mismas bendiciones y la libertad que yo obtuve anoche”, añadió.
Dio crédito de su liberación al presidente Joe Biden y a otros altos funcionarios estadounidenses, así como al apoyo que recibió del exgobernador de Nuevo México Bill Richardson, y de Mickey Bergman, del Richardson Center, quien ha trabajado para asegurar la liberación de decenas de estadounidenses detenidos en el extranjero.
Notablemente, no mencionó al presidente venezolano Nicolás Maduro, cuyo gobierno encarceló a los hombres cuando viajaron en un jet ejecutivo a Caracas cerca del Día de Acción de Gracias de 2017 para lo que pensaban sería una reunión de emergencia con la compañía matriz de Citgo, la petrolera paraestatal PDVSA.
En lugar de ello, hombres con el rostro cubierto y fusiles de asalto irrumpieron en una sala de conferencias y los arrestaron. Posteriormente fueron sentenciados por cargos derivados de un plan que nunca se llevó a cabo para refinanciar unos 4.000 millones de dólares en bonos de Citgo al ofrecer una participación del 50% de la compañía como garantía. Los fiscales acusaron a los hombres de maniobrar para beneficiarse del acuerdo propuesto.
Siempre han mantenido su inocencia. Estados Unidos ha acusado a Maduro de usarlos como monedas de cambio a fin de obtener concesiones de Washington.
La liberación de Cárdenas y Jorge Fernández, un estadounidense preso en Venezuela que no formaba parte de los 6 de Citgo, ocurrió horas después de que Maduro diera indicios de su interés por mejorar las relaciones con Washington en un momento en que la invasión rusa a Ucrania ha generado preocupación en Estados Unidos por el incremento en los precios de la gasolina. En un discurso televisado, Maduro pareció indicar que estaba dispuesto a acceder a las exigencias estadounidenses de reanudar las negociaciones con sus opositores como primer paso para cualquier alivio de las sanciones que el país miembro de la OPEP enfrenta desde hace años.
Autoridades estadounidenses no se han referido a ningún otro resultado específico de las conversaciones, pero apuntaron que la liberación de los dos funcionarios refleja meses de trabajo para construir una relación entre las dos naciones, especialmente por parte de Roger Carstens, el enviado presidencial especial para asuntos de rehenes y que acompañó a Cardenas y Fernandez en su viaje de regreso a Estados Unidos.
Carstens hizo un viaje a Venezuela en diciembre que no resultó en la liberación inmediata de rehenes, pero que según altos funcionarios sirvió para establecer una relación de confianza y sentar las bases para el desenlace del martes. Regresó a Venezuela el fin de semana pasado con otros funcionarios del gobierno, entre ellos Juan González, director del Consejo de Seguridad Nacional para el Hemisferio Occidental, y el embajador James Story, que dirige la Unidad de Asuntos Venezolanos del gobierno estadounidense desde la vecina Colombia.
El gobierno de Biden la describió como la primera visita de un funcionario de la Casa Blanca al país desde que Hugo Chávez tomó las riendas del mismo a finales de la década de 1990, y una rara oportunidad para conversar sobre cuestiones políticas con el gobierno de Maduro. Un funcionario dijo que fue “un diálogo constructivo, diplomático pero muy sincero” y que no supuso ningún quid pro quo pero permitió al gobierno estadounidense compartir con Maduro su “visión del mundo”.
Además de los otros miembros de los 6 de Citgo, otros estadounidenses siguen detenidos en Venezuela. Dos exboinas verdes, Luke Denman y Airan Berry, fueron arrestados por su participación en un confuso complot para derrocar a Maduro, y el exmarine estadounidense Matthew Heath fue detenido por cargos de armas.
Fernández fue arrestado cerca de la frontera con Colombia en febrero de 2021 tras ser encontrado con un dron, aparato cuyo uso está restringido en Venezuela. Fue acusado de terrorismo.
Las conversaciones del fin de semana se llevaron a cabo poco más de tres años después de que Estados Unidos rompiera relaciones con Maduro y reconociera al líder opositor Juan Guaidó como gobernante legítimo de Venezuela.
El diálogo se concretó después de meses de gestiones tras bambalinas por parte de intermediarios —cabilderos estadounidenses, diplomáticos noruegos y ejecutivos petroleros internacionales, quienes han estado presionando para que Biden revise la hasta ahora infructuosa campaña de “máxima presión” que heredó de su predecesor Donald Trump para derrocar a Maduro, que enfrenta sanciones y una acusación formal en Nueva York por narcotráfico.
Pero el impulso para el acercamiento con Maduro adquirió mayor urgencia tras la invasión de Rusia a Ucrania y las consiguientes sanciones que Estados Unidos le aplicó a Moscú. La crisis ucraniana promete generar un reacomodo en las alianzas mundiales y causar un aumento de los precios de la gasolina, agravando una inflación que ya se encuentra en su nivel más alto en cuatro décadas.
La semana pasada, importantes legisladores demócratas y republicanos empezaron a manifestar su apoyo a la prohibición de las importaciones de petróleo y gas natural de Rusia como siguiente paso para castigar al presidente ruso Vladimir Putin por la invasión.
Venezuela es el principal aliado de Putin en América Latina y uno de los principales exportadores de petróleo. Su reincorporación a los mercados energéticos de Estados Unidos podría mitigar las repercusiones en las gasolineras de un embargo petrolero a Rusia. Pero las conversaciones en Caracas fueron rápidamente condenadas por senadores demócratas y republicanos.
El senador demócrata Bob Menéndez, presidente de la Comisión de Relaciones Exteriores del Senado, dijo que los intentos de Biden por unir al mundo contra Putin “no deberían ser socavados al apuntalar” a Maduro, cuyo gobierno es investigado por la Corte Penal Internacional por posibles crímenes de lesa humanidad cometidos contra manifestantes en 2017.
La facción de la oposición venezolana respaldada por Estados Unidos insistió el miércoles en que sigue abierta a reanudar negociaciones con Maduro con el fin de fijar una fecha para realizar elecciones presidenciales y legislativas que sean imparciales y democráticas, y advirtió que cualquier reducción de sanciones debe venir acompañada por genuinos avances hacia la democracia.
“El levantamiento de cualquier medida de presión, si no está orientado a la democratización, sólo fortalecería al autoritarismo que hoy amenaza al mundo... Sólo una Venezuela con garantías democráticas, institucionales y de transparencia puede ser un proveedor energético confiable y eficiente para el mundo”, expresó la facción.
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