Con el coronavirus llegó el desempleo, una mayor pobreza y escasez de ciertos productos. Con la muerte del afroestadounidense George Floyd, llegaron las protestas, vandalismo, saqueos y llamados a abolir los departamentos de policía.
Junto a la ansiedad de una pandemia, al miedo a las protestas violentas, y el nerviosismo por la sola sugerencia de desaparecer a la policía, a la mente de muchos estadounidenses ha llegado, como un susurro, una misma idea:
“Compra un arma”.
“Desde enero se han vendido más armas que nunca en la historia, debido a la combinación de esas tres cosas. En este momento no se puede conseguir municiones en ningún lado”, explicó a la Voz de América Lateif Dickerson, Director e Intructor en Jefe de la academia de armas New Jersey Firearms. “Las armas son muy escasas y la gente está comprando de todo. Incluso los componentes de fabricación de municiones se están volviendo escasos para conseguir, lo que muestra que lo que estamos viviendo es un tiempo muy interesante”
La Constitución, en su Segunda Enmienda, de Estados Unidos protege el derecho de los ciudadanos a tener un arma. Quedó plasmado como un derecho sin condiciones. Pero los críticos de las armas señalan las masacres en las escuelas y otros lugares para pedir restricciones.
El tema es parte del debate presidencial. El presidente Donald Trump ha sido desde el primer día de su campaña en el 2015, un defensor del derecho irrestricto de poseer armas.
Biden, por su parte, tiene un extenso historial de promover restricciones que impidan que las armas caigan en manos de delincuentes o personas con problemas mentales.
“El 98,7% de las armas que se utilizan en delitos se adquieren ilegalmente. Así que ahí se va nuevamente su argumento a favor del control de armas porque el control de armas solo tiene la intención de restringir a las personas que acatan la ley y que van a seguir las leyes”, dice Dickerson.
El bando opuesto refuta que las restricciones no buscan afectar a las personas respetuosas de la Ley, sino a delincuentes y personas con problemas mentales que usan “agujeros” en las leyes para adquirir sus armas.
La campaña de Biden dice que uno de ellos está en el hecho que la información de la Administración del Seguro Social en que aparecen personas que no son consideradas aptas para manejar sus asuntos debido a problemas mentales, ya no está en el sistema de chequeo de antecedentes para comprar un arma.
Otros huecos están en la venta de armas de fuego por internet o las ventas en las “ferias de armas”, donde no siempre se hacen las verificaciones de antecedentes. Y muy especialmente, Biden desea prohibir por completo los rifles de asalto, los frecuentes protagonistas de los tiroteos masivos, en escuelas, conciertos o discotecas.
“Estamos hablando de Joe Biden, ha expresado de manera muy consistente una actitud anti-armas muy fuerte y es muy poco inteligente cuando se trata de los problemas e incluso de lo que son las armas de fuego. Absolutamente no votaré por Joe Biden”, dijo Dickerson.
Un año después de la masacre dentro de un Walmart en El Paso Texas, se mantiene el sentimiento antiarmas en el Director Ejecutivo de la Red Fronteriza por los Derechos Humanos, Fernando García.
“La intención de los padres de la nación al decir que podemos tener acceso a las armas, nunca pensaron que íbamos a tener acceso a armas de guerra para que ocasionaran este tipo de cosas”, dijo García.
Patricia Oliver, cuyo hijo Joaquín fue asesinado en la masacre de Parkland en la Florida, está totalmente de acuerdo.
“Aquí hay un problema en común que está repitiéndose en todos lados, que es el arma”, dijo Oliver a la VOA.
Pero eso no convence a Dickerson, quien vive de la venta de armas.
“Poner más restricciones a las personas que no son el problema”, afirmó, “es simplemente eliminar nuestros derechos”.