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Biden domina y Ryan da la talla


Empate en debate vicepresidencial estadounidense
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Empate en debate vicepresidencial estadounidense

El vicepresidente de EE.UU. Joe Biden, y su contendiente republicano, Paul Ryan, se enfrascaron en un apasionado contrapunteo que por momentos tomó visos de combate.

Si el éxito del vicepresidente Joe Biden en el debate de este jueves con el republicano Paul Ryan dependía de ser más agresivo y mordaz en sus respuestas que lo que lo fue Barack Obama con Mitt Romney la semana pasada, entonces puede decirse que lo consiguió, aunque su oponente le dio tanta y tan buena guerra que las primeras encuestas le dieron como ganador del debate.

Según una encuesta de CNN-ORC los votantes que vieron el debate consideraron mejor a Ryan sobre Biden, por 48% a 44%, prácticamente otro empate estadístico que se suma al de los sondeos generales entre los candidatos Barack Obama y Mitt Romney.

Pero la encuesta de CBS News-Knowledge Networks entre votantes indecisos, dio una clara victora a Biden 50% contra 31% de Ryan.

Biden reprochó a Ryan estar hablando “tonterías” cuando éste acusó al gobierno del presidente Obama de haber demorado dos semanas en admitir que el ataque del 11 de septiembre pasado en Libia se trató de un acto terrorista y de no tener a un grupo de infantes de marina defendiendo el consulado en Bengasi. “No sabíamos que necesitaban mayor seguridad”, dijo el vicepresidente.

Riendo la mayor parte de las veces, Biden buscó de esta manera restar credibilidad a las palabras de su oponente, y defendió a capa y espada las políticas adoptadas por el presidente Obama, tanto en política exterior como en asuntos nacionales. Ryan no eludió la polémica y en cada caso rebatió resueltamente al vicepresidente.

En un momento el candidato republicano se refirió a las meteduras de pata de Biden en público e irónicamente dijo que el vicepresidente sabía que las palabras a veces no expresan lo que se piensa. Sin perder la ecuanimidad, Biden le replicó: “yo siempre digo lo que quiero decir”.

La falta de empleos y el Medicare (seguro de salud pública para los mayores de 65 años) fueron también temas de intensa controversia. Biden acusó a los republicanos de querer privatizar la asistencia de salud, y Ryan culpó a los demócratas de buscar asustar a los votantes con mentiras.

En cuanto a los impuestos, el careo fue también acalorado, Ryan atribuyó a Obama querer elevar los tributos que pagan las pequeñas empresas hasta más del 40 por ciento cuando la norma internacional, dijo, es el 25 por ciento. “No hay suficientes personas para pagar los impuestos del gobierno demócrata”, indicó. Biden, por su parte, insistió en que los millonarios deben ser gravados con impuestos más altos.

La discusión sobre la retirada de tropas de Afganistán y la creciente actividad de los grupos terroristas puso de relieve los diferentes enfoques de un candidato y otro, al igual que la situación en Siria, sobre la que Ryan dijo que es un buen ejemplo de que la política exterior del gobierno de EE.UU. no está funcionando.

A propósito del tema religioso y el aborto, que también figuró en el centro de la discusión, la moderadora, Martha Raddatz , de ABC News, resaltó que el debate era de hecho histórico porque por primera vez en la historia de estos eventos ambos contendientes eran católicos.

Aunque Biden tenía mayor experiencia en este tipo de duelos verbales que el joven Paul Ryan, el congresista demostró no ser tan inexperto en las confrontaciones, que le han sobrado en sus 14 años en la Cámara de Representantes.

Sin embargo, el mayor reto era desde el principio para el demócrata Biden, quien tenía la responsabilidad de hacer mejor papel que su oponente para facilitarle las cosas al presidente Obama cuando se enfrente por segunda vez con Romney el próximo 16 de octubre en Hempstead, New York, tras su descolorida actuación la semana pasada frente al republicano.

El cara a cara vicepresidencial tuvo efecto cuando los sondeos de intención de voto muestran una batalla cerrada entre Obama y Romney en estados muy disputados, y cuando tras el golpe de efecto logrado por el republicano en el primer debate, la campaña demócrata está centrando todos sus esfuerzos en impedir la pérdida de apoyo entre los partidarios del presidente.

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