Un asesino convicto fue ejecutado en el suroccidental estado de Texas, luego que la Corte Suprema de Justicia de Estados Unidos rechazara la apelación final.
Bobby Wayne Woods fue ejecutado con inyección letal, por el secuestro, violación y asesinato de la hija de su ex novia en 1997. La víctima tenía 11 años.
Woods fue ejecutado horas después que su abogado no lograra convencer a la Corte Suprema de que su cliente, de 44 años, se encontraba en un estado mental desequilibrado como para calificar a la pena de muerte.
El máximo tribunal de la nación dictaminó en 2002 que los presos que tuvieran problemas mentales no podrían ser sentenciados a la pena de muerte, pero permitió a las cortes estatales determinaran si el prisionero cumple con ese criterio.
Pruebas de inteligencia aplicadas a Woods ubicaron su inteligencia entre 68 y 86. Una inteligencia que llegue a 70 o por debajo de esa cifra es considerada un punto de referencia para determinar si alguien está mentalmente enfermo.