El papa Francisco pidió el viernes no estigmatizar y reinsertar en la sociedad a los reclusos durante una visita a una cárcel de menores en Panamá, en momentos en que las sobrepobladas prisiones de Latinoamérica son una cantera de criminales que ha convertido a la región en la más violenta del mundo.
Continuando con su práctica de visitar prisiones desde que era arzobispo de Buenos Aires, Francisco se reunió con privados de libertad en el Centro de Cumplimiento de Menores Las Garzas de Pacora, considerado una cárcel modelo, sin sobrepoblación y con una variedad de actividades para los jóvenes.
Según cifras del Banco Interamericano de Desarrollo (BID), uno de cada tres delincuentes de Latinoamérica reincide, la mayoría por crímenes más graves que los que los condujeron por primera vez a la cárcel, muchas de ellas hacinadas, sin control estatal y donde se comercializan drogas, sexo y armas.
El papa Francisco celebró una emotiva liturgia penitencial dentro de la principal prisión juvenil del país, ya que los internos no pudieron participar en el gran festival de fe de la Iglesia Católica.
"Ustedes, chicos, los responsables de la custodia y las autoridades del Centro y del Ministerio, y sus familias, así como los agentes de pastoral, todos, peleen, pero no entre ustedes, peleen para encontrar y buscar los caminos de inserción y transformación", dijo Francisco durante su homilía.
Cumpliendo su creencia de que nadie debería estar separado de la misericordia de Dios, Francisco también escuchó las confesiones de cinco reclusos en el centro de detención de Las Garzas de Pacora. Al menos uno de ellos lloró incontrolablemente después.
Fue un punto culminante emocional del viaje de cuatro días a Panamá y una demostración práctica de su creencia de que los presos merecen la misma dignidad que todos los demás, así como la esperanza.
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En su homilía, Francisco lamentó que la sociedad tiende a etiquetar a las personas como buenas y malas, los justos y los pecadores, cuando en su lugar debería dedicar su tiempo a crear oportunidades para que cambien.
"Esta actitud arruina todo, porque erige un muro invisible que hace que la gente piense que, si marginamos, separamos y aislamos a los demás, todos nuestros problemas se resolverán mágicamente", dijo. "Cuando una sociedad o comunidad permite esto, y no hace nada más que quejarse y ser mordaz, entra en un círculo vicioso de división, culpa y condena".
Francisco ha hecho una tradición de visitar a los prisioneros durante sus visitas al extranjero, y durante mucho tiempo ha hecho del ministerio de la prisión parte de su vocación de ministrar a los más marginales de la sociedad. Apenas el año pasado, Francisco cambió la enseñanza de la iglesia sobre la pena de muerte, diciendo que era inadmisible en todos los casos.
El cambio fue en consonancia con su creencia de que los presos siempre pueden cambiar y merecen oportunidades de rehabilitación para que puedan volver a entrar en la sociedad después de cumplir sus condiciones.
Como muestra de la necesidad de inclusión, los reclusos de Las Garzas llevaban las mismas camisetas blancas de la Jornada Mundial de la Juventud en la que decenas de miles de peregrinos se divierten alrededor de la ciudad de Panamá.
"Una sociedad es fructífera cuando puede generar procesos de inclusión e integración, cuidar e intentar crear oportunidades y alternativas que puedan ofrecer nuevas posibilidades a los jóvenes, construir un futuro a través de la comunidad, la educación y el empleo", dijo Francisco.
"Qué dolor genera ver cuando una sociedad concentra sus energías más en murmurar e indignarse, que en luchar para crear oportunidades y transformación", agregó el primer papa latinoamericano ante la atenta mirada de 180 jóvenes presos, la mayoría de ellos por robo.
Un gran visita
Las Garzas alberga a más de 150 reclusos, algunos de los cuales están cumpliendo condena por asesinato. La instalación, considerada un modelo, abrió un año después de que cinco menores murieran en un incendio en otra prisión en la ciudad de Panamá en 2011. Nueve personas, incluidos los administradores y la policía, fueron declarados culpables de homicidio o negligencia en lo que fue la peor tragedia para el sistema de prisiones juveniles del país.
El portavoz del Vaticano, Alessandro Gisotti, dijo que la visita tocó claramente a Francisco, que quería compartir el sufrimiento de aquellos que causaron tanto daño y sufrieron las consecuencias.
"Creo que el papa Francisco les dio testimonio a ellos, y a todos nosotros, que nadie está separado de la misericordia de Dios, del amor de Dios", dijo Gisotti a los periodistas.
El papa llegó la tarde del miércoles a Panamá para participar de la Jornada Mundial de la Juventud (JMJ), un evento trienal que reúne a decenas de miles de jóvenes católicos.