El tamal no es cualquier cosa, es una receta que ha pasado de generación en generación, convirtiéndose en una tradición que no solo se consume en época de fin de año, también para celebraciones especiales, e incluso hay regiones donde se consume a diario.
Para prepararlo, muchas veces se reúne en casa toda la familia y amigos, porque existe toda una cadena productiva que permite que todos aporten un pedacito de su esfuerzo para llevarlo a la mesa.
La colombiana Sandra Bustamante le dijo a la Voz de América que toda su vida ha preparado tamales para fin de año y que ha heredado esta tradición de su madre y ahora se lo ha trasmitido a sus hijos y nietos.
“Lo más importante es el amor que se pone para hacerlos. Aquí lo cocinamos en un fogón de leña porque su preparación queda mejor”, cuenta.
Según Bustamente, la hoja de plátano es fundamental para su cocción, porque esta le agrega un sabor especial conservando los olores, el sabor y no permite que el arroz, las arvejas, la zanahoria, la carne de res, de cerdo y pollo, los ingredientes con los que se cocina, se pierdan.
Adicionalmente se condimenta con ajo, pimienta, cebolla bien picada, comino y sal, luego se le aplica hogo, un guiso especial que se hace a partir de manteca de cerdo, cebolla larga bien picada, ajo, color, pimienta y comino para sofreír a fuego lento.
Esta mezcla de ingredientes lo convierte en un plato de los más típicos de Colombia, que junto con los buñuelos y la natilla para la Navidad, llega a la mesa de casi todos el 24 y 31 de diciembre para celebrar las fiestas decembrinas.
El origen del tamal es mexicano y su nombre se remonta a la palabra indígena tamalli, que significa envuelto. En Colombia se acostumbra acompañarlo con pan, arepa y chocolate. Suele estar listo para servirse, tras unas tres horas de preparación, en una olla gigante donde son puestos cuidadosamente. Se consiguen en panaderías, cafeterías, restaurantes, cadenas de mercado y empresas de tamales. Su precio por unidad ronda los 8.000 pesos colombianos, unos 2 dólares estadounidenses.
A la hora de su preparación, cada rincón del país tiene sus propias reglas para los tamales. Todo depende de la región, pero los más apetecidos son los de los departamentos del Tolima, Valle del Cauca, Santander, Antioquia, Cauca y Bogotá.
Este plato se ha convertido en una comida sagrada, y sin ella no puede considerarse una cena navideña completa de la que el pueblo colombiano se enorgullece.
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