Siete años después de ser deportada, Elvira Arellano, de 38 años decidió arriesgar su libertad y regresó a Estados Unidos por el cruce fronterizo en Tijuana, México para solicitar asilo ante las autoridades de inmigración.
De esta manera no solo desafía las leyes de inmigración sino al propio presidente Barack Obama a quien se dirigió antes de emprender el viaje y le recordó que había prometido una reforma inmigratoria que le permitiera regresar con su hijo Saúl, quien es ciudadano estadounidense.
Elvira Arellano fue deportada a México en 2007, luego de permanecer por casi un año protegida en una iglesia de Chicago, considerada santuario para los indocumentados. Ahora Saúl es un adolescente y como dijo Arellano al cruzar la frontera “no me importa arriesgar mi libertad, estoy poniendo en riesgo a mis hijos, pero esto es parte de una protesta para demandar una reforma inmigratoria y un fin de las deportaciones”.
Arellano dijo que iba a solicitar asilo porque debido a su activismo en México ha sido blanco de amenazas y teme por su vida y la de sus hijos. También desea un mejor futuro para su hijo Saúl, quien tiene todo el derecho de aprovechar las oportunidades que le ofrece su país.
Según la ley las autoridades de inmigración no pueden revelar información sobre la petición de asilo. Ellos simplemente retienen a la persona, la interrogan y deciden si la detienen o si la dejan libre con una cita ante un juez de inmigración que decida sobre su caso.
Arellano llegó acompañada de una decena de madres, quienes como ella, abandonaron Estados Unidos por razones familiares o fueron deportadas y ansían reunirse con sus seres queridos.
De esta manera no solo desafía las leyes de inmigración sino al propio presidente Barack Obama a quien se dirigió antes de emprender el viaje y le recordó que había prometido una reforma inmigratoria que le permitiera regresar con su hijo Saúl, quien es ciudadano estadounidense.
Elvira Arellano fue deportada a México en 2007, luego de permanecer por casi un año protegida en una iglesia de Chicago, considerada santuario para los indocumentados. Ahora Saúl es un adolescente y como dijo Arellano al cruzar la frontera “no me importa arriesgar mi libertad, estoy poniendo en riesgo a mis hijos, pero esto es parte de una protesta para demandar una reforma inmigratoria y un fin de las deportaciones”.
Arellano dijo que iba a solicitar asilo porque debido a su activismo en México ha sido blanco de amenazas y teme por su vida y la de sus hijos. También desea un mejor futuro para su hijo Saúl, quien tiene todo el derecho de aprovechar las oportunidades que le ofrece su país.
Según la ley las autoridades de inmigración no pueden revelar información sobre la petición de asilo. Ellos simplemente retienen a la persona, la interrogan y deciden si la detienen o si la dejan libre con una cita ante un juez de inmigración que decida sobre su caso.
Arellano llegó acompañada de una decena de madres, quienes como ella, abandonaron Estados Unidos por razones familiares o fueron deportadas y ansían reunirse con sus seres queridos.
