Antes del confinamiento era una misión casi imposible acercarse al T-rex animado del Museo de historia natural de Londres, pero hoy, ni rastro de los empujones ni las filas de espera y un pequeño grupo de niños disfruta de los rugidos del impresionante dinosaurio.
Este museo, habitualmente muy popular, tiene ahora el aforo limitado y está extraordinariamente tranquilo para un mes de agosto. La capital británica no tiene turistas extranjeros debido al aislamiento de 15 días que se impone a los recién llegados debido a la pandemia del nuevo coronavirus.
Las finanzas de estas instituciones culturales sufren, pero el público disfruta y los londinenses están redescubriendo su ciudad.
Nada más entrar al museo Lynsey Wheeldon, de 39 años, fue directa a la sala de los dinosaurios con sus hijos. “Solo estamos nosotros y unas seis o siete familias. Hemos podido ver muchas cosas. ¡Increíble!”, dijo a la AFP.
Preocupada ante los contagios, esta mujer se tranquilizó al ver que la dirección del museo limitaba el número de visitantes a un 20% de su capacidad habitual. “Si no, no hubiéramos venido”, afirma.
Desde su reapertura el 5 de agosto, los visitantes extranjeros de este museo solo representan el 3% del total frente a 70% antes de la pandemia. Los londinenses representan el 57% de los ingresos.
Los escasos turistas que decidieron venir a Londres pese a las decisiones de última hora del gobierno en materia de cuarentena también disfrutan de la tranquilidad de la capital.
“No hay gente, no hay filas. Para nosotros es el paraíso”, dice el francés Michel Besse, que llegó a Londres con su familia, antes de que entrara en vigor el aislamiento obligatorio para sus compatriotas.
"Esto no es Londres"
El Reino Unido se vio muy afectado por la pandemia de la covid-19, con más de 41.000 fallecidos, según cifras oficiales. Pese a que el confinamiento se ha levantado casi totalmente hay numerosos británicos que temen aventurarse a las calles.
Para tranquilizarlos, lugares turísticos han instaurado un sistema de reservas de entradas anticipadas en internet, recorridos con sentido único y otras medidas como gel desinfectante y uso obligatorio de mascarilla.
Además, las salas de museos consideradas arriesgadas están cerradas, por ejemplo las más pequeñas.
Sin embargo, los visitantes pueden pasear casi solos por el V&A, el Victoria y Alberto, como se conoce al Museo Nacional de Arte y Diseño, o ensimismarse ante un Rubens en la National Gallery sin que nadie les moleste.
“Es genial”, resume la británica Jane Barnett, de 62 años, al visitar la Tate Modern, que forma parte de la Galería Nacional de arte británico y arte moderno.
Pero contemplando los escasos peatones en el Millennium Bridge, la pasarela sobre el Támesis, su hermana Katie no oculta su tristeza cuando compara con la afluencia habitual antes del nuevo coronavirus. “Esto no es Londres”, lamenta.
En la National Gallery, en la cafetería casi desierta desde la que se ve Trafalgar Square, Gavin Green, un londinense de 63 años admite que es “un poco extraño” ver tan poca gente. “Tal vez podrían flexibilizar un poco y dejar entrar a más personas”, apunta su esposa, Katherine.
Empleos amenazados
La mayoría de museos y galerías de Londres son gratuitos, salvo para las exposiciones temporales, pero las donaciones se agradecen. Porque sin visitantes, la supervivencia de estas instituciones está en la cuerda floja.
Los museos Tate suprimirán unos 300 empleos en sus tiendas y cafés ya que prevén la mitad de visitantes el año que viene.
Los Palacios reales históricos (HRP, según sus siglas en inglés) que gestionan lugares como la Torre de Londres lanzaron un plan de despidos voluntarios.
“La gente debe volver, esto es suficientemente seguro y estos lugares no pueden sobrevivir sin visitantes”, pide Linsey Wheeldon, instando a sus compatriotas a apoyar las instituciones culturales.