Una familia japonesa recorre las instalaciones de la empresa colombiana Tierra Viva, situada en la localidad de Tunja, en el departamento de Boyacá, a unos 120 kilómetros al norte de Bogotá. Buscan para sus hijos unas peculiares mascotas que en Japón representan fortaleza: los escarabajos.
Esta escena se repite al menos desde el 2008, cuando esta empresa comenzó a recibir visitas de locales y extranjeros que querían admirar las especies de escarabajos que exhiben. Estos escarabajos colombianos son exportados a Japón después de transformar residuos orgánicos en abono. La venta es en criptomoneda desarrollada en Colombia.
“Los escarabajos colombianos, por esta biodiversidad que tenemos en Colombia, siempre son de muy buena calidad y muy apetecidos en Japón (...) como tienen espacios reducidos, (los japoneses buscan) que los niños puedan tener sus mascotas", dijo a la Voz de América el director ejecutivo de Tierra Viva, el ingeniero German Viasus.
"Los escarabajos son seres maravillosos que nos están irradiando buena energía”, afirmó este ingeniero, que suele conversar con los visitantes mientras los escarabajos caminan por su cuerpo.
Un kilogramo de abono orgánico de escarabajos cuesta unos 12.500 pesos colombianos, equivalentes a 3.1 dólares. El abono líquido de la misma fuente vale 250.000 pesos colombianos o 63 dólares y 45 gramos de escarabajos en resina plástica cuestan 480,000.00 pesos colombianos o 121 dólares.
Tierra Viva exporta estos animales desde el 2010. Como mascotas y amuletos de buena suerte son vistos estos animales de cuernos largos, que pueden vivir hasta 17 meses y crecer hasta el tamaño de la mano de un adulto. Suelen alimentarse con restos de desechos de verduras y frutas cuando están en la fase de larvas, lo que produce un fertilizante que también comercializa Tierra Viva.
Esta empresa colombiana tiene la capacidad de criar al menos 300 ejemplares de escarabajos al mes, de los cuales muchos de ellos son exportados a Tokio con los permisos ambientales respectivos.
Dos décadas de investigación para el desarrollo sostenible
Proteger el medio ambiente es uno de los compromisos de Tierra Viva, dijo su director ejecutivo a la VOA. Lo hacen transformando residuos de origen orgánico en abono con la ayuda de los escarabajos. Su fin es aportar como empresa al cumplimiento de varios Objetivos de Desarrollo Sostenible, de acuerdo con la agenda de la ONU para 2030.
Para ello, Viasus y su equipo han investigado por dos décadas en busca de los beneficios que ofrecen los escarabajos en la producción de abono orgánico. Su fin -explica- es reducir el uso de precursores químicos en los alimentos.
Hoy producen un sustrato biológico de bajo costo y alto impacto para la agricultura, sostiene Viasus. El abono de escarabajo se aplica de forma rápida -explica- y los resultados se ven de forma instantánea.
“La ventaja que existe con los escarabajos es que nosotros no utilizamos, por ejemplo, como en algunos procesos de transformar residuos, no utilizamos agua, no volteamos los residuos, no hacemos ningún manejo y de una tonelada de residuos orgánicos podemos tener mínimo 500 kilogramos de abono orgánico”, asegura.
Todo empezó de casualidad -comenta- cuando intentaba crear un abono orgánico a partir de lombrices que no prosperó. Fue durante ese experimento que encontró larvas de escarabajos que funcionaban muy bien en el aprovechamiento de los residuos orgánicos para una mejor conservación del medio ambiente.
Tierra Viva tiene su planta de producción a las afueras de Tunja, donde reciben residuos orgánicos de las poblaciones vecinas un par de días por semana. Los residuos son colocados en unas planchas de cemento donde las larvas de escarabajo hacen su trabajo.
Después de los cuatro meses que dura el proceso, la tierra es colada para separar el abono. En ese punto las larvas entran en su proceso natural de convertirse en escarabajos.
Viasus insiste en la necesidad de aprovechar de una mejor forma los residuos orgánicos para prevenir el impacto negativo que traen para los ecosistemas.
Solamente Colombia produce 33.000 toneladas de estos residuos al día, de acuerdo con cifras de la Superintendencia de Servicios Públicos Domiciliarios.
En el mundo “Blockchain”
Tierra Viva tiene además su propia criptomoneda: Kmushi-coin. Esencialmente busca con ella evitar las altas comisiones en las ventas internacionales de escarabajos.
La iniciativa llegó en el 2019 como una alternativa para poder recibir los pagos provenientes de Japón hacia Colombia: "Una forma mucho más sencilla, saltándonos el tema de tantas comisiones que quitan los intermediarios bancarios, una forma mucho más inmediata, más segura de recibir el dinero”, explicó a la VOA el programador venezolano, Carmelo Campos, a cargo del desarrollo de esta criptomoneda.
“Cuando la gente quiere aprender que es Kmushi-coin y lo quiere aprender de verdad, entiende que también hay un proyecto más allá de Kmushi-coin que hay un proyecto que es Tierra Viva", afirmó Campos.
Viasus lo respalda, indicando que "esta es una criptomoneda sólida porque está respaldada en este proyecto, en este manejo de los escarabajos para hacer abono orgánico”, concluyó.