Como marca la tradición, la noche del 5 de enero los Reyes Magos y sus pajes recorrieron las calles de numerosas ciudades españolas para repartir esperanza y regalos a los más pequeños. Sin embargo, debido al repunte de casos causado por la variante ómicron, ciudades como Mojácar o Bilbao tuvieron que cancelar el evento.
Lugares como Madrid, Barcelona y Sevilla sí que pudieron celebrar la esperada cabalgata, aunque lo hicieron con varias restricciones para evitar contagios.
Son las 19:30 de la tarde y desde Badalona, ciudad ubicada en el área metropolitana de Barcelona, Mía aguarda con nervios y emoción la llegada de los Reyes Magos. Igual que ella, millones de niños residentes en España esperan con ilusión una de las noches más especiales del año.
“Me he portado bien” dice la pequeña de 3 años, de padres colombianos, a la Voz de América. Sabe que Melchor, Gaspar y Baltasar vigilan desde la distancia y recompensan con regalos a los niños que han sido buenos durante el año. Por el contrario, reparten carbón a los que han sido más traviesos.
“Es muy mágica” dice Prisca sobre la tradicional cabalgata minutos antes de que empiece. La joven española, de unos 20 años, es el ejemplo de que los Reyes Magos no sólo causan sensación entre los más pequeños. Explica que tenía pensado asistir junto a una amiga, pero finalmente su acompañante no ha podido venir y ella no ha querido quedarse en casa: “No me la quiero perder, me gusta mucho, me recuerda a cuando venía de pequeña y siempre lloro, me emociono porque la disfruto mucho” dice con una sonrisa.
Unos minutos más tarde el nerviosismo de los más pequeños se nota en el ambiente. “¡Ya vienen, ya vienen!” gritan unos niños ubicados en primera fila para no perderse ningún detalle. A lo lejos ya se vislumbra una impresionante carroza anunciando la llegada del Rey Melchor, el que suele aparecer primero en los desfiles. Llega a ritmo de música del lejano oriente y acompañado de numerosos bailarines.
Detrás de él viene el Rey Gaspar, y, después, Baltasar. Además, cada monarca trae junto a su carroza un grupo de pajes y ayudantes, quienes se encargan de realizar una de las tareas más esperada por los infantes: la recogida de cartas donde los niños escriben qué regalos quieren recibir y qué deseos quieren cumplir al día siguiente, el 6 de enero.
Aunque algunas localidades organizan un encuentro con los Reyes y una recogida de cartas antes de la noche del 5 de enero, los que no pueden acudir, durante el desfile también pueden entregar sus misivas.
Y, tras el majestuoso desfile de sus majestades, suele llegar la carroza de los carboneros, quienes recuerdan a los niños que deben portarse bien si no quieren recibir carbón en lugar de regalos al día siguiente.
Una vez termina la cabalgata, la gente se dispersa rápido hacia sus hogares. Debe ser el único día del año en el que los más pequeños tienen prisa para irse a la cama. Todos quieren que llegue la mañana del 6 de enero, cuando, si tienen suerte y se han portado bien, recibirán los regalos que pidieron en la carta que entregaron a los ayudantes reales.
Pero, antes de irse a la cama deben hacer algo: Como la noche es muy larga y los Reyes trabajan mucho, deben dejarles algo de comer y beber, como turrones o polvorones. También deben preparar un vaso de leche y algún alimento para los camellos en los que sus majestades han viajado desde Oriente.
Cabalgatas con restricciones
Este año los desfiles han estado marcados por las restricciones. En Badalona, además de tener que llevar mascarilla, no se han podido lanzar golosinas a los niños desde las carrozas, como se hacía antes de la pandemia.
“De pequeña era mi máxima ilusión y todos los niños iban locos a por los caramelos, así que supongo que debe ser muy duro para muchos” explica Prisca.
Otras ciudades españolas han impuesto medidas similares. En Sevilla, por ejemplo, se han evitado calles estrechas del casco antiguo, y Melchor, Gaspar, y Baltasar han recorrido avenidas más anchas para evitar aglomeraciones. En Valencia y Murcia se han realizado cabalgatas estáticas, y, en Alcoy, donde se celebra el desfile de Reyes más antiguo del país, los asistentes han tenido que aportar el certificado de vacunación.
Tradición popular entre los latinoamericanos
Y aunque esta costumbre de origen religioso está muy arraigada entre los españoles, cada vez hay más migrantes latinoamericanos residentes en “la madre patria” que salen a las calles para recibir a sus majestades.
Uno de ellos es Raúl, de origen peruano. Comenta que lleva más de 10 años residiendo en Barcelona, pero al no tener hijos y por motivos laborales, no había asistido antes a la cabalgata: “Estoy acá con unos sobrinos, hemos venido a compartir estos momentos bonitos… Los niños tienen mucha ilusión”.
Freddy, de Colombia, es otro migrante que se ha desplazado hasta el centro de Badalona para recibir a sus majestades. Espera que sus hijos “se diviertan” y “se empiecen a empapar de la cultura española”: “Me parece muy bello que ellos tengan la oportunidad de conocer a otras culturas diferentes” explica con una sonrisa.
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