Mientras algunas especies no nativas son inofensivas, otras pueden causar efectos perjudiciales sobre otras especies, para la salud humana y la economía.
Según Mark Davis, ecólogo y profesor en Macalester College en Minnesota, no hay dos especies del mundo natural que sean iguales. Por esta razón, opina que no deben ser clasificados entre nativos y no nativos y sí por su impacto en vez de su origen. Davis explica que los planes para proteger a los ecosistemas deberían de estar basados en el impacto de la especie en relación a la salud humana, los canales de agua y la economía, pero no en el origen de la misma.
Davis también urge a los gerentes de conservación que consideren que muchas especies no nativas impactan a otras especies y que luego de saber cuáles son sus funciones dentro de una comunidad, se debe decidir si desean las especies o no en su ecosistema.
Por su parte, Jennifer Nalbone, directora de la Invasive Species Navigation con Great Lakes United, coalición dedicada a mantener invasores agresivos fuera de los lagos y controlar a los que ya la habitan, opina que existen comunidades que no han tenido una opción y han tenido que sufrir las consecuencias de especies peligrosas para la economía de un área como Monroe, Michigan.
Nalbone explica que el mejillón cebra, un molusco, llegó a Michigan en la década de los 80 y se ha convertido en tremenda amenaza para la vida salvaje y la navegación en la zona.
La directora recuerda una época cuando la planta eléctrica y el agua de Monroe fueron suspendidas porque las tuberías estaban tapadas con mejillones cebra. Cada año, estos moluscos le cuestan alrededor de $100 a $200 millones a la región.
La carpa asiática es otra especie no nativa que posa un problema para las zonas donde habita, principalmente porque puede pesar hasta 45 kilogramos (99 libras) y se alimenta de una manera excesiva, lo cual podría destruir la multibillonaria industria de pesca en el centro-oeste del país.
De la misma manera, se gastan $20 millones anuales para combatir la lamprea marina, un parásito que proviene de la costa Atlántica.
Afortunadamente, no todas las especies no nativas son tan amenazantes como el mejillón cebra y la carpa asiática. El tamarisco, por ejemplo, es un tipo de arbusto que fue importado desde Eurasia y África en los 1800, y mientras millones de dólares han sido gastados para controlar el crecimiento de la planta, Davis explica que no son dañinos para el ecosistema en el suroeste de Estados Unidos, donde se encuentran. “De hecho, los mismos están proveyendo un hábitat importante para la fauna allá y si los erradicamos, estamos haciendo que las cosas sean peores”, dijo Davis.
Stacey Kolegas, directora de la Tamarisk Coalition, está de acuerdo con Davis en que la conservación de especies no nativas debería ser basada en ciencias y en el hábitat donde se encuentre la especie.