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¿Cómo votan en Estados Unidos?


Los estadounidenses no votan directamente por su nuevo presidente, sino por los integrantes un colegio electoral.
Los estadounidenses no votan directamente por su nuevo presidente, sino por los integrantes un colegio electoral.

Convenciones, colegio electoral, delegados electorales… así funciona el proceso.

Otros cargos que se eligen en enero de 2012

También se eligen

Al igual que en muchos otros países, las elecciones de noviembre en Estados Unidos son generales, por lo que además del presidente y vicepresidente se escogen otros cargos.

En el proceso se escogen además una tercera parte del Senado (33 puestos) y la totalidad de los 435 miembros de la Cámara de Representantes son las segundas en importancia.

Los representantes son elegidos por un término de dos años; la última elección fue en 2010, y, por lo tanto, todos tendrán que volver a someterse a las urnas.

El cargo de senador, en cambio se ejerce en períodos de cinco años, de manera que solo un tercio de los asientos, 33 , serán elegidos en noviembre.

Actualmente el partido demócrata cuenta con la mayoría en el Senado, 51 miembros frente a 47 republicanos y 2 independientes.

En cambio, en la Cámara de Representantes, los republicanos gozan de una amplia mayoría de 242 miembros frente a los 193 de los demócratas.

Once de los cincuenta estados y los territorios de Puerto Rico y la Samoa Americana, elegirán nuevo gobernador. Además, 86 de las 99 legislaturas estatales renovarán parte de sus escaños.
El sistema estadounidense de votación es muy singular, altamente competitivo y abierto, y es el responsable, entre otras cosas de que las elecciones de este país sean las más difundidas y seguidas por la prensa en todo el mundo.

El primer paso, es que los partidos, nominen a sus candidatos. Esto se hace de forma indirecta, a través de un sistema de delegados, que son los que eligen al candidato. A los delegados se les escoge a través de elecciones primarias, y de asambleas de partido (caucus) , que son una especie de elecciones comunales a mano alzada.

Ambos procesos, dependiendo de cada estado, pueden estar abiertos a todos los ciudadanos, cerrados para aquellos votantes no registrados, o únicamente accesibles a la participación de los que hayan declarado su filiación al partido.

Por lo general, si el presidente lleva sólo un mandato en la Casa Blanca, su partido lo reelegirá con poca o ninguna competencia. Así como ha ocurrido en esta elección de 2012, casi toda la atención y la competencia se centran inicialmente en el partido de la oposición, en este caso el republicano.

En las convenciones nacionales, los delegados eligen los candidatos a la presidencia y a la vicepresidencia y ambos aceptan las nominaciones con un gran discurso que constituye el punto álgido de la Convención.

Este año, los republicanos se reunirán en Tampa, Florida del 27 al 30 de agosto y, los demócratas, la semana siguiente, del 3 al 6 de septiembre, en Charlotte, Carolina del Norte, como marca la tradición, que dicta que el partido de la oposición va primero.

A partir de aquí comienza oficialmente la campaña presidencial. En algunos estados, especialmente los decisivos, los partidos tratan de acaparar la atención pública de todos los votantes, mientras que en otros la inversión que hacen es mínima.

En algunos estados se elige a sus delegados electorales mediante el sistema conocido como “el que gana se lo lleva todo” (excepto en Maine y Nebraska).

Los delegados son elegidos en cada estado mediante el voto popular y son ellos los que emiten el llamado voto electoral, que es el que decide directamente quién es el presidente de Estados Unidos.

Por paradójico que parezca, la mayor parte de las ocasiones, los estadounidenses no ven el nombre del candidato en la papeleta, sino que votan por el delegado, sabiendo de antemano que éste apoyará a un determinado candidato.

A cada estado le corresponden tantos delegados como representantes tiene en el Congreso federal, según sus habitantes. Además, el Distrito de Columbia, pese a no tener congresistas, tiene tres delegados electorales.

En cada estado el partido que gana, aunque sea por un solo voto, consigue todos los delegados. Así, hay estados en los que como se conoce de antemano su inclinación política, los candidatos se centran en conseguir el voto en los que se consideran “estados de batalla” o “estados clave”.

En ocasiones, este sistema provoca diferencias notorias entre el voto popular, y el electoral, aunque normalmente el ganador de las elecciones suele ser también quien ganó el voto popular.

Es excepcional que se dé el caso contrario y sólo ha ocurrido una vez desde 1888. Fue en las elecciones de 2000 en las que Al Gore las perdió pese a haber recibido 550.000 votos populares más que George W. Bush.

En resumen, se trata de un proceso largo, dinámico, abierto y seguido apasionadamente por millones de personas. Pero al final, lo que importa es el recuento que el presidente del Senado hace el 6 de enero, en el Capitolio.

El que consiga la mayoría absoluta de los 538 delegados, es decir, 270 o más, será el próximo presidente de Estados Unidos.

El proceso se da por concluido el 20 de enero, cuando el ganador toma posesión frente al Capitolio, en Washington, dando lugar a un día de celebraciones y desfiles en la capital y en todo el país.

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