Las campañas presidenciales de 2012 en Estados Unidos superaron el jueves la marca de los 2.000 millones de dólares en donaciones, y se aprestan a gastar ingentes cantidades de dinero en anuncios televisivos en los 11 días que restan para las elecciones.
Si bien el presidente Obama es quien más dinero ha recaudado, ambas campañas cuentan con el suficiente efectivo como para contratar la cantidad de anuncios en televisión que sea necesaria en los estados considerados como clave.
Curiosamente, la asombrosa cifra alcanzada convierte a estos comicios en los más caros en la historia contemporánea de Estados Unidos, justo cuando los temas principales son la economía, la creación de empleos y el balance del presupuesto.
La diferencia con otras campañas se debe a los llamados "súper" comités políticos (PACs), que están costeando una andanada de mensajes proselitistas por televisión en los estados clave con la intención de que su candidato gane los comicios del martes 6 de noviembre.
La campaña de Obama, el Partido Demócrata y los comités afines recaudaron 88,8 millones de dólares en los primeros 15 días de octubre, mientras que el aparato de Romney obtuvo 111,8 millones en el mismo período.
La contribución más grande para Romney provino de dos PACs. American Crossroads —un súper comité político allegado a los republicanos que tiene vínculos con quien fuera por mucho tiempo asesor político del ahora ex presidente George W. Bush, Karl Rove— reportó haber recaudado al menos 79,6 millones de dólares hasta el 15 de octubre. Restore Our Future, fundado por ex colaboradores de Romney, informó haber obtenido 130,6 millones de dólares hasta ahora.
Mientras, la organización Priorities USA, creada por dos ex colaboradores del presidente, comunicó una recepción de 62,8 millones de dólares en contribuciones para Obama.
En el pasado, los candidatos recibían financiamiento público para sus campañas, lo cual limitaba su uso y la cantidad de fondos que podrían captar de donadores particulares.
En 2008, Obama fue el primer aspirante presidencial que se negó a recibir cualquier financiamiento público, mientras que su adversario republicano, el senador John McCain, aceptó fondos gubernamentales. El resultado contundente —Obama superó en gastos proselitistas a McCain por más de 2 a 1 en la campaña— puso fin al financiamiento público como una opción para los candidatos con posibilidades.
Si bien el presidente Obama es quien más dinero ha recaudado, ambas campañas cuentan con el suficiente efectivo como para contratar la cantidad de anuncios en televisión que sea necesaria en los estados considerados como clave.
Curiosamente, la asombrosa cifra alcanzada convierte a estos comicios en los más caros en la historia contemporánea de Estados Unidos, justo cuando los temas principales son la economía, la creación de empleos y el balance del presupuesto.
La diferencia con otras campañas se debe a los llamados "súper" comités políticos (PACs), que están costeando una andanada de mensajes proselitistas por televisión en los estados clave con la intención de que su candidato gane los comicios del martes 6 de noviembre.
La campaña de Obama, el Partido Demócrata y los comités afines recaudaron 88,8 millones de dólares en los primeros 15 días de octubre, mientras que el aparato de Romney obtuvo 111,8 millones en el mismo período.
La contribución más grande para Romney provino de dos PACs. American Crossroads —un súper comité político allegado a los republicanos que tiene vínculos con quien fuera por mucho tiempo asesor político del ahora ex presidente George W. Bush, Karl Rove— reportó haber recaudado al menos 79,6 millones de dólares hasta el 15 de octubre. Restore Our Future, fundado por ex colaboradores de Romney, informó haber obtenido 130,6 millones de dólares hasta ahora.
Mientras, la organización Priorities USA, creada por dos ex colaboradores del presidente, comunicó una recepción de 62,8 millones de dólares en contribuciones para Obama.
En el pasado, los candidatos recibían financiamiento público para sus campañas, lo cual limitaba su uso y la cantidad de fondos que podrían captar de donadores particulares.
En 2008, Obama fue el primer aspirante presidencial que se negó a recibir cualquier financiamiento público, mientras que su adversario republicano, el senador John McCain, aceptó fondos gubernamentales. El resultado contundente —Obama superó en gastos proselitistas a McCain por más de 2 a 1 en la campaña— puso fin al financiamiento público como una opción para los candidatos con posibilidades.