A sus 56 años, el colombiano Jorge Múñoz es reconocido en Queens por su labor caritativa y por sus obras, que ejecuta los 365 días al año y son tan representativas que ya es reconocido como 'el Ángel de Queens'.
Más allá de las palabras, su obra es un testimonio vivo por el que cientos de personas en estado de vulnerabilidad en Nueva York, hoy celebran un Día de Acción de Gracias lejos de su tierra pero apoyados por una inesperada mano amiga.
“Para mí, las fechas no son importantes porque igual la necesidad está ahí. Si usted tiene hambre, no importa la fecha. Está ahí, y si hay la disposición y el presupuesto, por qué no llevarles una ayuda”, le dijo Múñoz a la Voz de América.
La mayoría de sus beneficiarios son inmigrantes indocumentados, quienes recurren a él no sólo con hambre, sino con miedo: “Ese día yo me acuerdo cuando el sheriff me dijo que tenía que parar (…) había 90, 90 personas”, cuenta.
Aquellas 90 personas en busca de comida y apoyo emocional se multiplican día a día. Y es que un plato de comida, bajo las circunstancias que viven, no tiene precio.
Por eso, Jorge hace caso omiso a advertencias para que cierre de su obra. En cambio, fue esa instrucción de no donar alimentos en la calle lo que le inspiró a destinar las donaciones que aún recibía a algunas de las personas más vulnerables en medio de la pandemia.
“Es cabeza de familia, está criando a sus dos hijos sola y hace limpiezas y no hay trabajo. Entonces, ¿cómo hace una señora que no habla inglés, que no tiene el ritmo de esta ciudad, que es tan fuerte y cómo hace ella para irse a limpiar? ¿Y sus dos hijos? Pero pues al menos tiene un plato de comida cuando llega a su casa”, dice Múñoz.
El miedo a ser identificados por las autoridades como inmigrantes indocumentados frena las expresiones abiertas de agradecimiento de quienes le llaman 'el Ángel de Queens', pero no frena la determinación de este colombiano.
Tampoco importa que haya tenido que guardar su carro de distribución y evitar las largas filas que a su lado se forman en espera de alimento.
Durante la pandemia, Muñoz ha asumido aún muchos más riesgos. Sobrevivió un cáncer y un infarto y, a pesar de ser prediabético, “contra viento y pandemia”, -explica-, el sigue extendiendo su obra.