El 2020 ha sido un año convulsionado para Estados Unidos, devastado por la pandemia del coronavirus y por violentas protestas contra la injusticia racial y la violencia policial.
La solución es compleja.
“Estados Unidos es una sociedad crecientemente desigual”, afirma Alejando de la Fuente, director del Instituto de Investigaciones Afro-estadounidenses de la Universidad de Harvard.
De la Fuente asegura que el movimiento que surgió tras la muerte de George Floyd, el 25 de mayo en Minneapolis, se da en respuesta a la criminalización que vive la comunidad afroestadounidense en su día a día.
“Ese señor estaba esposado, ese señor no podía hacer nada, por qué tenía que morir ese señor?. Porque lo que ve el policía que puso la rodilla sobre su cuello, lo que él ve no es un ser humano, lo que él ve es un criminal”, explicó de la Fuente.
Pero la Abogada María Herrera, analiza el hecho desde otra perspectiva.
“Podemos ver que no existe una persecución como tal, sino que si existe un problema en éste país, es porque hay una parte de la población que, por desgracia, comete un alto índice de delitos”.
La complejidad de la problemática tiene raíces profundas que vienen de los tiempos, décadas atrás, en que los blancos y los afroestadounidenses vivían segregados, como expone el abogado constitucionalista, Joseph Malouf.
“Claro hay gente que se merece este proceso, porque cometen crímenes, pero tenemos que hacerlo con igualdad. No podemos hundir a una comunidad, a costa de otra comunidad blanca que está cometiendo crímenes, porque el crimen no se está eliminando, lo que estamos haciendo es simplemente echándole la culpa a un grupo”, dijo Malouf.
Parte de la historia de esa segregación se remonta a la década de 1934, cuando la Administración Federal de Vivienda, implementó un programa que delineaba geográficamente los vecindarios, según documenta el centro de pensamiento, Brookings Institution.
“Redlining era la práctica de delinear con tinta roja en mapas, las áreas con poblaciones negras, como una advertencia para los prestamistas hipotecarios, aislando efectivamente a las poblaciones negras en áreas que sufrirían menores niveles de inversión que sus contrapartes blancas”, según explica la Brookings Institution.
De la Fuente dice que las condiciones en las que permanecen las comunidades minoritarias, las ha hecho aún más vulnerables durante la pandemia.
“Primero porque son gente que viven en condiciones de mayor hacinamiento. La gente pobre no puede hacer distanciamiento social, el distanciamiento social es un lujo”, explica De la Fuente.
La política de Redlining fue abolida en 1968 y estudios de la Universidad de Richmond reflejan que la demografía en los vecindarios rojos ha cambiado; hispanos, seguidos por blancos y en tercer lugar afroestadounidenses. Por eso la abogada Herrera afirma que actualmente no hay nada que le impida a las minorías tener las mismas oportunidades que tienen los blancos.
“Afroamericanos que pertenecen o entran al ejército, aquellos que van a la universidad, aquellos que consiguen un trabajo y no tienen ningún tipo de antecedente penal, entran en condiciones absolutamente de igualdad”, asegura.
Sin embargo, para Malouf la historia de discriminación se sigue reflejando en una amplia brecha económica, entre afroestadounidenses y blancos.
“Estas injusticias resultan eventualmente en unas comunidades con peores trabajos, peores oportunidades… Ese grupo no puede superarse”, insiste Malouf.
Pero para aclarar dudas están las estadísticas.
El Banco de la Reserva Federal de Minneapolis sostiene que, en los últimos 70 años, no se ha logrado ningún progreso en la reducción de las desigualdades de ingresos entre los hogares blancos y afro-estadounidenses.