En Nueva York hay tres tipos de congestionamiento en estos días post-Sandy: el de los autos haciendo fila para conseguir gasolina, el de los que ya consiguieron combustible e intentan llegar a sus trabajos ante la falta de transporte público y el de las personas que ante la falta de electricidad en sus casas, intentan recargar sus teléfonos celulares en cualquier tomacorriente que se encuentren en la calle.
La mayoría de la gente sobrevivía con resistencia y buen humor las secuelas de la tormenta. La gente recorría una ciudad sin semáforos ni metro. Muchos habitantes de sectores sin energía se mudaron al norte para quedarse con amigos. Otros permanecieron en casa con víveres enlatados y velas.
En un paisaje urbano de tiendas y restaurantes cerrados las personas buscaban comida, electricidad, una ducha caliente, un cable eléctrico. Las cafeterías StarBucks abiertas eran una buena alternativa, esto es, excepto para la ducha caliente.
La electricidad demarcaba algunas calles: los inmuebles tenían luz en un lado y estaban oscuros en el otro. La vida era notablemente normal en las zonas residenciales, aunque más lenta y tranquila porque no había transporte público. Sin embargo, en el centro todo era diametralmente distinto.
Las esquinas de las calles eran caóticas abajo de la vecindad general de la 30a. Calle mientras las personas intentaban en vano tomar taxis.
Sin semáforos en funcionamiento ni agentes de policía que ayudaran a mantener el aparente orden la mayoría de las intersecciones eran muy peligrosas para los peatones.
El miércoles, el tráfico matutino pareció incluso más intenso que el de un día ordinario, luego que la gente comenzó a volver al trabajo en una ciudad con servicio parcial de trenes subterráneos. En algunas de las autopistas principales, el tráfico avanzaba a vuelta de rueda. Este jueves se espera más de lo mismo.
Tal vez lo más prometedor fue que la gente esperaba en las paradas de los autobuses, un indicio de que el transporte colectivo comienza a prestarse de nuevo, aunque el sistema del tren subterráneo y algunos túneles vehiculares seguían paralizados por las inundaciones sin precedente que dejó Sandy.
El ejército está enviando una gran cantidad de bombas achicadoras para sacar el agua de las estaciones de metro y los túneles, algo que puede tomar hasta el domingo.
El jueves, casi 2 millones de hogares todavía no tenían electricidad y probablemente tomará hata el fin de semana restaurarlo totalmente.
"Está claro que los desafíos que enfrenta nuestra ciudad en los próximos días son enormes", dijo el alcalde Michael Bloomberg el martes, mientras que las autoridades advirtieron que el suministro de energía no se restablecería sino hasta el fin de semana.
La mayoría de la gente sobrevivía con resistencia y buen humor las secuelas de la tormenta. La gente recorría una ciudad sin semáforos ni metro. Muchos habitantes de sectores sin energía se mudaron al norte para quedarse con amigos. Otros permanecieron en casa con víveres enlatados y velas.
En un paisaje urbano de tiendas y restaurantes cerrados las personas buscaban comida, electricidad, una ducha caliente, un cable eléctrico. Las cafeterías StarBucks abiertas eran una buena alternativa, esto es, excepto para la ducha caliente.
La electricidad demarcaba algunas calles: los inmuebles tenían luz en un lado y estaban oscuros en el otro. La vida era notablemente normal en las zonas residenciales, aunque más lenta y tranquila porque no había transporte público. Sin embargo, en el centro todo era diametralmente distinto.
Las esquinas de las calles eran caóticas abajo de la vecindad general de la 30a. Calle mientras las personas intentaban en vano tomar taxis.
Sin semáforos en funcionamiento ni agentes de policía que ayudaran a mantener el aparente orden la mayoría de las intersecciones eran muy peligrosas para los peatones.
El miércoles, el tráfico matutino pareció incluso más intenso que el de un día ordinario, luego que la gente comenzó a volver al trabajo en una ciudad con servicio parcial de trenes subterráneos. En algunas de las autopistas principales, el tráfico avanzaba a vuelta de rueda. Este jueves se espera más de lo mismo.
Tal vez lo más prometedor fue que la gente esperaba en las paradas de los autobuses, un indicio de que el transporte colectivo comienza a prestarse de nuevo, aunque el sistema del tren subterráneo y algunos túneles vehiculares seguían paralizados por las inundaciones sin precedente que dejó Sandy.
El ejército está enviando una gran cantidad de bombas achicadoras para sacar el agua de las estaciones de metro y los túneles, algo que puede tomar hasta el domingo.
El jueves, casi 2 millones de hogares todavía no tenían electricidad y probablemente tomará hata el fin de semana restaurarlo totalmente.
"Está claro que los desafíos que enfrenta nuestra ciudad en los próximos días son enormes", dijo el alcalde Michael Bloomberg el martes, mientras que las autoridades advirtieron que el suministro de energía no se restablecería sino hasta el fin de semana.