Dos legisladores estadounidenses presentaron una propuesta de ley que obligaría a las empresas de alimentos a proporcionar los componentes específicos en las etiquetas de sus alimentos.
La senadora demócrata Barbara Boxer y el congresista Peter DeFazio, dieron a conocer la Ley al Derecho a Saber, una legislación bipartidista que requeriría que la Administración de Alimentos y Medicamentos (FDA) etiquete claramente los alimentos manipulados genéticamente para que los consumidores puedan tomar decisiones informadas acerca de lo que comen.
"Esta legislación es apoyada por una amplia coalición de grupos de consumidores, empresas, agricultores, pescadores y padres que estamos de acuerdo en que los consumidores merecen más - no menos - información sobre los alimentos que compran", argumentó Boxer.
Según las encuestas, más del 90 por ciento de los estadounidenses apoya el etiquetado de los alimentos modificados genéticamente. De hecho, muchos consumidores se sorprenden al saber que los alimentos transgénicos no están ya etiquetados.
Actualmente, la FDA exige el etiquetado de más de 3.000 ingredientes, aditivos y procesos, pero la agencia ha resistido a las etiquetas de los alimentos modificados genéticamente.
En una declaración de la política de 1992, la FDA permitió que los alimentos transgénicos fueran comercializados sin etiqueta que los identifique, alegando que estos alimentos no eran "sustancialmente" diferentes de otros alimentos.
Sin embargo, los legisladores aseguran que esa política de etiquetado ha quedado anticuada, ya que no ha seguido el ritmo de las tecnologías para alimentos del siglo XXI que permiten una amplia gama de cambios genéticos y moleculares a los alimentos que no pueden ser detectados por los sentidos humanos.
Unos 64 países de todo el mundo ya exigen el etiquetado de los alimentos transgénicos, incluidos todos los países miembros de la Unión Europea, Rusia, Japón, China, Australia y Nueva Zelanda.
La senadora demócrata Barbara Boxer y el congresista Peter DeFazio, dieron a conocer la Ley al Derecho a Saber, una legislación bipartidista que requeriría que la Administración de Alimentos y Medicamentos (FDA) etiquete claramente los alimentos manipulados genéticamente para que los consumidores puedan tomar decisiones informadas acerca de lo que comen.
"Esta legislación es apoyada por una amplia coalición de grupos de consumidores, empresas, agricultores, pescadores y padres que estamos de acuerdo en que los consumidores merecen más - no menos - información sobre los alimentos que compran", argumentó Boxer.
Según las encuestas, más del 90 por ciento de los estadounidenses apoya el etiquetado de los alimentos modificados genéticamente. De hecho, muchos consumidores se sorprenden al saber que los alimentos transgénicos no están ya etiquetados.
Actualmente, la FDA exige el etiquetado de más de 3.000 ingredientes, aditivos y procesos, pero la agencia ha resistido a las etiquetas de los alimentos modificados genéticamente.
En una declaración de la política de 1992, la FDA permitió que los alimentos transgénicos fueran comercializados sin etiqueta que los identifique, alegando que estos alimentos no eran "sustancialmente" diferentes de otros alimentos.
Sin embargo, los legisladores aseguran que esa política de etiquetado ha quedado anticuada, ya que no ha seguido el ritmo de las tecnologías para alimentos del siglo XXI que permiten una amplia gama de cambios genéticos y moleculares a los alimentos que no pueden ser detectados por los sentidos humanos.
Unos 64 países de todo el mundo ya exigen el etiquetado de los alimentos transgénicos, incluidos todos los países miembros de la Unión Europea, Rusia, Japón, China, Australia y Nueva Zelanda.