El cardenal venezolano Jorge Liberato Urosa Savino falleció el jueves, un mes después de ingresar a un centro hospitalario de Caracas afectado por COVID-19. Tenía 79 años.
El cardenal Baltazar Porras, Obispos Auxiliares de Caracas y el clero venezolano “comunican el sensible fallecimiento del Eminentísimo Cardenal Jorge Urosa Savino este jueves”, anunció la Arquidiócesis de Caracas a través de Twitter.
El cardenal Urosa Savino se encontraba hospitalizado en la Unidad de Cuidados intensivos de una clínica del sureste de Caracas. La Conferencia Episcopal Venezolana confirmó el pasado 27 de agosto que el cardenal fue hospitalizado por el nuevo coronavirus.
Tras su renuncia en agosto de 2017, luego de cumplir 75 años, Urosa Sabino se desempeñó a partir del año siguiente como presidente honorario de la Conferencia Episcopal y arzobispo emérito de Caracas.
Urosa Savino nació en Caracas el 28 de agosto de 1942. Realizó los estudios eclesiásticos en el Seminario Interdiocesano de Caracas y en el Seminario de San Agustín, en Toronto, Canadá. Obtuvo el doctorado en Teología Dogmática en la Pontificia Universidad Gregoriana de Roma. Ordenado sacerdote en la arquidiócesis de Caracas el 15 agosto de 1967, fue profesor y Superior del Seminario San José de Caracas y sucesivamente Rector del Seminario Interdiocesano Santa Rosa de Lima en Caracas.
El 6 de julio de 1982 fue nombrado obispo titular de Vegesela de Bizacena y Auxiliar de Caracas. Recibió la consagración episcopal el 22 de septiembre de 1982. El 16 de marzo de 1990 fue nombrado arzobispo Metropolitano de la ciudad central de Valencia, en Venezuela. En septiembre de 2005, el Papa Benedicto XVI designó a Urosa Savino arzobispo de Caracas.
Benedicto XVI, el 24 de marzo de 2006 en El Vaticano, lo elevó a cardenal. Luego del fallecimiento del cardenal Ignacio Velasco, en julio de 2003, y el cardenal Rosalio Castillo Lara, había quedado entonces como el único purpurado de Venezuela.
El cardenal Castillo Lara, fallecido en 2007, fue un abierto crítico del presidente Hugo Chávez, al que acusó en sus homilías de estar concentrando todos los poderes en sus manos y de llevar el país hacia un régimen similar al de Cuba, situación que generó irritación en el gobierno. Urosa Savino, en contraste, desde sus tiempos como arzobispo de Caracas, insistentemente intentó disminuir las tensiones entre los gobernantes socialistas y la jerarquía católica.
Las autoridades católicas han mantenido tensas relaciones con el gobierno en las últimas dos décadas, primero con Chávez, quien solía responder cualquier crítica, acusando a la cúpula de la Iglesia de ser “vocera de la oposición”, “inmoral”, “indigna” y de ser “un tumor” de la sociedad. Nicolás Maduro, sucesor y heredero político de Chávez, tampoco se ha ahorrado expresiones para descalificar a los jerarcas católicos y repetidamente los llama “diablos con sotana”. Esa pugna con los líderes eclesiásticos ha generado malestar este este país donde más dos terceras partes de sus 28,7 millones de habitantes son católicos.
El 30 de abril pasado, Maduro se reunió por primera vez en sus más de ocho años de mandato con las autoridades eclesiásticas, encabezadas por el cardenal Baltazar Porras, en un acto con motivo de la beatificación de José Gregorio Hernández, venerado por millones de venezolanos como el “médico de los pobres”, quien luego de más de 70 años de espera, su beatificación fue aprobada en junio de 2020 por el papa Francisco.
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